La Patrulla Internacional de Bares: Las bondades del GPS

Patrulla de Bares Especial para Cambio Político

Misión: Bar La Tabla
Dónde: Ciudad de Santander, Cádiz, España (ver mapa al final de la crónica)

Recordarán los magnánimos lectores que hace algunas jornadas este Cronista cruzó la mar océana para reunirse con el distinguido consejo de su Orden caballeresca, en donde en correspondencia con su nobleza e hidalguía, fueron recibidos por la Corte en la localidad de Cádiz. Terminados los fastuos de tan importante cónclave, nuestro Cronista decidióse por permanecer en tierras andaluzas con la finalidad de emprender nuevas aventuras y de paso desfacer entuertos, rescatar doncellas y vencer endriagos.

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Por supuesto la principal misión de este Cronista era la de examinar con rigurosa disciplina las bondades de la cocina local, pero en el aciago día de su visita, desatóse una feroz tormenta que hizo poner a todos a buen recaudo. Esto no amilanó la férrea voluntad de este Cronista, quien recurrió a brújulas, cuadrantes, astrolabios y demás adminículos para poder fijar su próximo destino. De pronto la pantalla de su GPS mostróle que a sólo dos cuadras de su posada encontrábase una afamada taberna de nombre “La Tabla”.

Como en cualquier ciudad, los negocios más famosos para los viajeros suelen estar ubicados en el centro, en este caso, para ubicar a los coterráneos, imaginaros que la ciudad de Cádiz tiene una disposición muy semejante a la de Puntarenas y que el negocio en mención está un lugar semejante por su situación a El Cocal, o sea en una zona habitacional distante del bullicio y la farándula. Para los más avezados en direcciones, la ubicación de “La Tabla” es en la calle Ciudad de Santander, número 2, a unos pocos pasos de la Avenida de Andalucía, que es la calle de acceso a Cádiz. A la tica sería decir que está en el barrio de Puertatierra, del parque tres cuadras al norte y 25 al este, a mano derecha, hay rótulo, qué fácil.

Al principio este Cronista mostróse escéptico acerca de su reseñada, que parecía un bar de barrio común y silvestre, ubicado a media cuadra en la planta baja de un bloque de apartamentos, como tantos miles de garitos existen en la Península Ibérica. En todo caso, no importa lo humilde del lugar, en España siempre encontrará algunas delicias, como las tapitas de tortilla de patatas, jamón serrano o quesito manchego, infaltables en cualquier expendio de bebidas espirituosas. Y en efecto el ambiente de “La Tabla” es el del bar del barrio en donde todos los parroquianos son clientes habituales y todo el mundo se conoce, aderezado con la alegría propia de los andaluces.

Bar La Tabla

No obstante apenas haberse arrellanado en su taburete este Cronista encontróse con un sugestivo menú que invitaba a la degustación de exóticas viandas, por lo que presto procedió a ordenar una tosta de salmón, a la tosta se le dice a lo que sería un emparedado abierto, en vernáculo, una simple tajada de pan, aquí venía elegantemente presentada sobre un plato negro que destacaba el vívido naranja de la abundante ración de salmón. Entusiasta por su descubrimiento, este Cronista prosiguió su excursión gastronómica ordenando un solomillo de pato con mango y queso de cabra, una exquisitez que todavía está saboreando, los españoles le dicen solomillo a la carne que está entre las costillas de las reses, así que el tal solomillo del pato sería lo que los ticos llamarían pechuga, en todo caso, el sabor de la carne de pato es de por sí muy bueno, mucho más fuerte que el del pollo y la combinación con la dulzura del mango y el acidito del queso hacían una combinación genial. Ya este Cronista estaba entrando en su nirvana, así que prosiguió su ingesta con unas vieiras ibéricas, que las sirven con queso gratinado, aparte de sabrosísimas muy originalmente presentadas en una concha de esas que recuerdan una marca de gasolina y como sólo quedaba espacio en el vientre para una tapita más, buscóse lo más exótico del menú que eran unos rollitos de camarón envueltos en tortilla de arroz al estilo vietnamita, extasiante. No hubo más que lamentarse de la falta de capacidad abdominal y de la inclemente tormenta que impidió reclutar a algún escudero que se sacrificara colaborando en la cata.

Luego vino la obligada labor investigadora y resulta que “La Tabla” y su negocio hermano el restaurante “El Telescopio” gozan de gran prestigio en su comarca y han sido reconocidos con sonoros galardones como el de la tapa innovadora en la “Ruta la laguna de sabores” o el de la tapa más gaditana en la “Ruta del tapeo, un rosario de tapas”. Sólo queda lamentarse una vez más por estar tan lejos de tan atrayentes centros de transformación culinaria. Y agradecer las bondades de la nueva tecnología que permiten descubrir este tipo de tesoros ocultos.

 
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