La Patrulla de Bares: Rockero boquero (Bar Donde Bravo)

Especial para Cambio Político

SEMPER COMPOTATIUM

Y LLEGO LA PATRULLA DE BARES

Al rescate de la más noble de las tradiciones culinarias costarricenses: la boca
Enemigo mortal del karaoke y los bares de pipicillos

Patrulla de Bares Misión: Bar Donde Bravo
Dónde: 150 mt sur del Mall Multicentro en Desamprados (ver mapa)

Donde Bravo

La eterna pregunta de la Patrulla… ¿Adónde tomarán guaro los desamparadeños? Es que se trata del tercer cantón más poblado del país y cuesta encontrar una cantina con buenas bocas. Así que como buenos hombres de ciencia, los patrulleros periódicamente con gran altruismo exploran la comarca para contestar su gran interrogante.

El último hallazgo además despertó una gran curiosidad: un “bar vikingo”… Y con un nombre un poco extraño “Donde Bravo”, que por lo menos a este Cronista le evoca una morada resguardada por un feroz can. Y sin complicarse mucho, el lugar está muy céntrico, para los que tienen cierta edad las señas son 150 al sur de donde era El Nopal, modernamente Multicentro, yendo hacia Calle Fallas, la dirección práctica que nadie usa sería en calle 6 entre avenidas 2 y 4, realmente en el centro de Desampa.

 
Como no hemos patrullado en Escandinavia (materia pendiente) no podemos emitir un juicio de lo que puede ser un bar vikingo, así que para nuestra cosmología tropical, lo que nos encontramos fue un bar roquero, de esos que están poblados de majes con camisetas negras. A muchos les podrá dar algún recelo, pero lo cierto es que este tipo de clientela normalmente es mucho más tranquila que las demás tribus urbanas. Y la música ambiente, eso sí, omnipresente en el local, no son tarros metaleros, es rock normalón, más tirando hacia épocas recientes que hacia los setentas, nada de escándalos tampoco, la música está a un volumen decente que permite la tertulia mandatoria de una velada de tragos.

Las opciones gastronómicas se dividen en un menú de dos columnas, la primera con bocas de verdad bocas, a un precio promedio de dos mil colones y la segunda de platos más formalitos, con un valor promedio de tres mil colones, que todavía califican para un examen patrullero. En términos generales las opciones son las que se pueden encontrar en un bar para gente joven, sin nada muy sofisticado y con bastantes muestras de la comida basura de los sport bar, que obviamente en lo posible estarán ausentes en la presente reseña.

Aunque para confesar debilidades, fue inevitable comenzar la ronda culinaria con una hamburguesa que le supo particularmente gustosa al patrullero que inicialmente la degustó, tal vez hacía mucha hambre, pero un segundo juicio corroboró la impresión inicial, no es nada particularmente elaborada como se encuentra en los locales hípster, pero cumple bien para su bajo precio, además se puede ordenar con o sin papas. Para pedir algo más sofis, se degustó un burrito, este sí califica como muy bien preparado, bien panzón lo que significa de buen tamaño, la carne del relleno estaba jugosita. Se cataron dos tipos de gallo, el de salchichón sorprendió por sus generosas dimensiones, con “tormento” de buena calidad y además acompañado con una chilera criolla de marca mayor. El gallo de chorizo resultó igualmente voluminoso y con materia prima de calidad. Aunque no había “daditos” boca mandatoria en toda degustación patrullera, se pidieron “deditos” de queso, bien hechos y acompañados por una salsa de barbacoa. Para seguir con la vertiente quesera, también se pidieron taquitos de queso, cumplidores. Y tacos de carne normales, eso sí, se pidieron sin zacate, bien crujientes, la carne con muy sabor y generoso en su ración de grasa, como debe ser. Un pequeño desliz, acercándose al menú de un bar pipis, fue pedir unos nuggets, pequeñitos, bien tostaditos, agradables. La estrella de la jornada fue la torta de huevo, de frondosa extensión y un sabor correspondiente a su atractiva apariencia.

Sin embargo, la comitiva patrullera se quedó con el antojo de probar lo que más los había motivado para hacer la visita: carne, carne. Resulta que el lugar se promociona como una “parrillada vikinga”, pero sólo funciona los jueves, en donde para comenzar se ofrecen pinchos de carne por solo mil colones. Eso sí, la advertencia es que hay que llegar temprano, pues después de las seis de la tarde se llena a reventar. Y como complemento, los fines de semana se abre la segunda planta, con música más pesadita y a veces con conciertos de los mechudos de rigor.

Concluyendo, una buena opción en el sureste de la capital, a los patrulleros lo que más les gustó fue el ambiente tranquilo y los módicos precios. Habrá que ponerse la camiseta negra para regresar un jueves.

Donde Bravo

Enlace a la página oficial de féisbuc

https://www.facebook.com/dondebravobar/

Donde Bravo

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