La Patrulla de Bares: Muy buenas albóndigas… (Bar La Bohemia)

Patrulla de Bares Especial para Cambio Político

Misión: Bar La Bohemia
Dónde: San José, Avenida 12, Calle 5 (ver mapa)

Pocas cantinas en Costa Rica han sido tan reseñadas como “La Bohemia”, ubicada en el centro de San José, en la esquina de la calle 5 con la avenida 12. La razón es porque constituye una especie de máquina del tiempo y entrar allí es adentrarse en el pasado, cuando la clase media de la capital vivía en el barrio La Dolorosa y todas las cantinas eran de italianos y todas las pulperías eran de españoles. Historiadores, sociólogos, arquitectos y periodistas han escrito sobre las distintas facetas de este negocio que abrió sus puertas en 1936 y que en la actualidad es atendido personalmente por su dueño un sesentón nieto del fundador Pepe Motta.

 
En la época dorada, la gente se podía dar el lujo de irse caminando al mediodía del trabajo a la casa para almorzar y de paso tomarse una birrita para quitarse el sofoco, sin que fuera mal visto. Algunos cantineros se las ingeniaban para atraer clientela, como el famoso trago “5 para las 11”, que hacía Cascarilla en “La Giralda”, pero para ser honestos, ninguno de estos venerables bares fue particularmente famoso por sus bocas, destacaban por lo baratos y porque cuando mucha de la gente del barrio progresó, siguió yendo a sus lugares de juventud, así que en las adustos barras de lugares ya extintos como “La Alcancía”, “La Roma” y “El Pato Cojo”, no era raro ver a magistrados, ministros y diputados. No es como ahora, en donde muchos juegan de finos y hasta se piden prestados aviones de dudosa reputación para ir a una boda al exterior.

Rememorando esas épocas la Patrulla se asentó en la señorial barra de “La Bohemia”, un enorme mueble de madera sólida que evidencia que sus mejores tiempos pasaron hace muchos años. El interior conserva algunos elementos del art déco del edificio original y la decoración trata de conservar el aire antiguo del local, es particularmente curiosa la galería de botellas viejas que hay detrás de la barra. Y la clientela es acorde con el mobiliario, la mayoría bastante entraditos en años, aunque de vez en cuando se aparece algún güila motivado por el ambiente retro.

Y aunque la Patrulla estaba advertida que no se encontraría con un abundante menú, es más, ni siquiera hay menú, la gran sorpresa es que al preguntar sobre las posibilidades de ingesta, la no muy solícita salonera indicó que sólo había una ración de albóndigas. Una. Y eso que eran apenas las siete pasaditas. Al preguntar sobre si había alguna posibilidad de acompañar las bebidas con algo sólido, con la misma indiferencia críptica la salonera indicó que había algo así como tajadas de queso blanco o que se podía abrir una lata de atún. Probablemente vio la cara de angustia de este Cronista pues prometió averiguar si alcanzaba para otra ración de albóndigas. Al final no dijo nada, pero al rato apareció con más albóndigas. Y hay que decir verdad, estaban bien buenas, con una salsa bien espesa y acompañadas con arroz blanco.

Ese día, premonitoriamente, la asistencia a la rigurosa cata fue muy exigua y un tercer patrullero apareció más tarde, obviamente impulsado por su apetito. Los presentes no tuvimos la falta de escrúpulos como advertir de la situación, por lo que el recién llegado, al preguntar sobre las suculentas bocas, recibió esta vez una respuesta de “no hay”. Probablemente otra cara a punto de convertirse en llorosa conmovió a la indiferente atendedora, por lo que al rato dijo, voy a ver si pueden hacer más albóndigas. Y nuevamente no dijo si sí o si no, pero al rato llegó con una nueva ración de suculentas y deliciosamente aromáticas albóndigas.

La visita generó un nuevo récord en la agitada historia del Patrulla: se probó en su totalidad el menú de la reseñada, y ¡tres veces! Apenas para informar a Guiness.

Eso sí, la cuenta fue ridículamente barata. Al parecer no siempre es así y los comensales pueden optar por unos cuatro o cinco productos de la cocina. Y en un intento para atraer a las nuevas generaciones, los jueves hasta hay música trova en vivo. Pero bueno, ese día a la Patrulla no le fue tan bien, lo único que se pudo disfrutar fue la simpaticura de la salonera y las deliciosas albóndigas por triplicado.

Mala suerte, no nos tocó el menú francés
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