Omar Rojas Donato
Mi partido político, vive una acelerada degradación de sus principios históricos, que, junto a una pérdida de identidad política, exhibe sin pudor un abandono de sus deberes de control político que ha confundido con “unidad nacional”. De su experiencia reciente como oposición- ya son seis años- no ha tenido reparos en eludir lo que siempre fue un compromiso cívico con la defensa de los intereses del país, conducta que contradice el papel de un PLN que otrora luchaba y denunciaba los escándalos del gobierno.Junto a algunos sectores de una prensa y formadores de opinión vergonzantes, mi partido se confunde como resultado de un liderazgo limitado por los intereses que defiende, y carente de legitimidad a lo interno de un movimiento político que hoy se encuentra desmovilizado, frente a una sociedad costarricense paralizada.
El abandono desproporcionado de nuestra estructura de base, la desarticulación total de sus vínculos con los sectores o fuerzas vivas de nuestra colectividad, junto al abrupto cierre de la Catalina son la causa de un confuso y deficiente proceso de formación política de las nuevas generaciones, y todo ello expresa de modo directo sus efectos en un castigo del electorado nacional que ha llevado al partido a perder en tan solo 8 años casi treinta puntos porcentuales de su apoyo popular. Pero lo más grave de todo es que el partido dejo de estudiar y dejo de planificar el futuro del país, liberación nacional así, escrito sin mayúsculas, dejo de producir ideas y se olvidó de los deberes de su destino; hoy no sabe y no quiere continuar combatiendo la pobreza y la desigualdad, su prioridad junto al gobierno de turno es la “estabilidad macroeconómica” y el manejo “heroico” de las finanzas públicas.
El partido de las grandes mayorías
En el pasado, Liberación Nacional se caracterizó por ser el partido que llevo a grandes mayorías desposeídas de nuestro pueblo a ser parte de una creciente y pujante clase media, abriendo oportunidades de empleo y brindando acceso a los frutos del crecimiento económico para todos los sectores, hoy Liberación dista mucho de esa condición, hoy ya no nos preocupamos por los salarios crecientes, ni por la educación o la salud de calidad, nuestra agenda se concentra en el éxito de la diversificación de nuestra producción exportable, donde las reglas del libre comercio no encadenan la distribución equitativa de la riqueza. Abandonamos la idea de la justicia, y dejamos que la libertad económica, generará sin control alguno una altísima concentración de la riqueza. Como resultado de ese “crecimiento” en pocas manos, establecimos un record vergonzoso: convertimos a Costa Rica en una de las sociedades más desiguales de América Latina, Durante 30 años dejamos que la política económica del “derrame” combatiera la pobreza y saltara los “obstáculos” de un Estado del Bienestar muy caro, al punto de que la solidaridad llego a ser solo un recuerdo de nuestros mejores años en el gobierno.
¡Hoy estamos en presencia de sectores liberacionistas que tienden a preocuparse más por las condiciones favorables de las pocas familias que importan frijol, que por las condiciones desfavorables de las muchas familias que siembran frijol, esa es nuestra triste realidad!
El tamaño del partido
Liberación Nacional dejo de ser el vigoroso instrumento de la democracia, fuente de la movilización social y el pensamiento moderno, que ganaba los procesos electorales con márgenes por encima del 40% del padrón electoral. No obstante, la causa de su descenso en los afectos del pueblo, no radica en un sistema de multipartidista, porque esa es una fortaleza del régimen democrático costarricense, sino en los errores del pasado que no supimos corregir, ni superar. La suma de todos ellos, no de uno en particular, condujo a los electores a buscar y considerar nuevas opciones electorales, simplemente porque Liberación dejo de lado su respeto por el pueblo, del cual se alejó al punto de que sus candidatos presidenciales nunca más surgieron de el. De este modo el abandono de la ideología costarricense que nos guió, dio paso a un pragmatismo arrogante e ignorante, que no tenía ningún mensaje para las nuevas generaciones, perdiendo el voto joven que el PLN siempre conquistaba, y con ellos, los votos de generaciones que siempre vivieron mejor en gobiernos de Liberación.
Perdimos dramáticamente el tamaño electoral acostumbrado, y todavía estamos esperando un proceso de autocrítica serio y profundo. En tan solo ocho años, desde nuestro último triunfo electoral en el 2010 por el 46,91% pasamos por dos derrotas consecutivas que drenaron y vaciaron el apoyo popular pasando en 2014 al 29,71% y en el 2018 a un 18,63% o sea perdimos 30 puntos porcentuales y en el Balcón Verde la gente se da abrazos, palmaditas por la espalda y se felicita por nada.
Del 2010 al 2020 hemos descendido otro 27,11% en Gobiernos Locales, pasamos de 59 alcaldías en el 2010 a 50 en el 2016 y a 43 en el 2020. Pero no pasa nada, en el Balcón Verde nuestros “dirigentes” dicen que son procesos aparte y realidades distintas para ganar en el 2022.
Hoy, la crisis se profundizo, en las elecciones municipales pasadas (2020), donde perder alcaldías o ganarlas repitiendo liderazgos, no son otra cosa que la expresión profunda de una crisis partidaria que tenemos en los cantones, donde comenzamos a experimentar quedarnos sin representación en algunos concejos municipales, pero no pasa nada en el Directorio Político Nacional, la pregunta que nadie contesta es: ¿vamos bien?
Lo que observamos es que nuestros “líderes” cantonales son tan “exitosos” para dividir, que ya en muchos territorios cantonales y distritales, existen cuatro y hasta cinco partidos políticos diferentes que nos ganan electoralmente. Pero seguimos escuchando sus voces arrogantes, que excluyen a todo lo que no consideran un “verdadero liberacionista” con lo que, desde la Alcaldía, reprimen la crítica y acentúan la persecución que algunos torpes liderazgos locales promueven.
La norma en Liberación, es excluir, restar, reprimir, y ahora “dividir”, todo un menú de la especialidad del nuevo liderazgo “pragmático” e ignorante, pero con dinero de sobra para manipular la actividad política interna, porque los procesos democráticos están en manos de bufetes, empresarios y grupos económicos poderosos que pueden pagar y controlar las distritales, y que con la ayuda de cúpulas locales se ejerce control jerárquico y vertical que finalmente termina definiendo el rumbo de las Asambleas del partido. Esa es la razón por la cual dejamos en muchos territorios de ser la opción ganadora y nos dejamos desplazar hasta por cuatro o cinco corrientes políticas diferentes que recaudan del mismo pueblo, recursos propios para poder participar con lo que otrora fueron nuestros dirigentes.
Y lo más grave de todo esto es que seguimos como si nada pasara (antes de la pandemia) mientras el tiempo de unir, el tiempo de sumar, el tiempo de organizar el tiempo de transformarnos, de revisarnos, de evaluarnos con la mas profunda auto-critica, se desperdicia en manos de una “dirigencia” ciega, sorda y muda.
Hoy estamos con zonas electorales, en donde pasamos a hacer la sexta opción electoral y los aplausos en el balcón hacen eco de felicidad por que ganamos mas alcaldías que otros partidos. De esta forma eludimos el fracaso y la autocrítica interna, y procedemos a aplaudir.
Partido con un liderazgo plutocrático
Liberación Nacional perdió el respeto por el ciudadano de a pie, que hoy nos ve como un partido de gente acomodada, expertos en realizar asambleas con normas que conllevan a eliminar la representación de los sectores y las fuerzas activas de las comunidades, hoy nuestras reuniones son en hoteles cinco estrellas o en clubs privados, porque somos incapaces de exponernos a la gente, en una plaza o cancha de fútbol y discutir junto al pueblo nuestro destino. Nos tildan con razón de soberbia, arrogancia y amigos del poder económico, socios del gran capital y lo peor de todo: sin norte ideológico; esas aseveraciones, se fundamentan en el desfase generalizado de nuestra agrupación, en la ausencia de pueblo, y la falta de contacto con la realidad. Dejamos de sentir el olor y el dolor del pueblo: del pequeño agricultor costarricense, del pescador artesanal, del micro emprendedor y el pulpero de la esquina que desapareció por la presión económica y cultural. Nuestros dirigentes de zapatos de charol y camisas de marca, no se embarrialan, no se sudan, no se molestan por entender el sentimiento popular, eso se lo dejan a voluntarios interesados y asalariados sabe Dios de que fuente de financiamiento.
Pero si dejar de sentir es un drama, dejar de pensar, es una tragedia, porque como lo señalaba al inicio, esa tarea se la dejamos a unos consultores de mercadeo que elaboran campañas en un fin de semana con ideas que intentan “vender”, pero no transforman la vida de los costarricenses. Tenemos una organización vertical donde las autoridades partidarias, no son más que estructuras formales, donde no se concitan el carácter, la experiencia o la representación del pueblo.
Nos ven como figuras tecnocráticas, estiradas, flojas intelectualmente, débiles políticamente y con un liderazgo fracasado. Sencillamente los miembros de nuestros órganos superiores, no mandan, no deciden, no trabajan, no producen políticamente decisiones que comprometan los intereses que representan. Lamentablemente en mucho de los casos nuestra fracción legislativa termina siendo presa de la indefinición programática del partido.
Hoy el Partido Liberación Nacional, lo dirige una fracción legislativa que desde hace dos años no disimula sus contribuciones al gobierno, y cumple roles de fracción oficialista en ausencia de un contrapeso en la conducción del liberacionismo, con las excepciones de diputados liberacionistas que han sido excluidos de la “estrategia política” la ruta errática que lleva Liberación la define una fracción y no el partido Hay 17 diputados (as), uno excluido, donde son los menos los que se oponen y son los más los que hoy se atrevan a arrogarse la representación del pueblo liberacionista, lo que dice mucho de la confusa y precaria identidad que guardan con el origen histórico de un movimiento político que ha hecho cosas más grandes y mejores que las que está fracción ha realizado hasta ahora.
Urge volver al dialogo permanente, sin divisiones, y ni exclusiones. Le tememos a la auto-critica. Nuestras autoridades la evitan a toda costa, por temor a que las bases les señalen como responsables del deterioro político de la agrupación, mientras que la fracción legislativa de alguna manera es cómplice, de esta ruta que evita toda forma de critica partidaria, quizá por ser parte del mismo problema y no de la
solución.
El partido secuestrado
El concepto del partido fuerte y unido quedo atrás. Nunca más se volvió a preguntar en Liberación: ¿estamos todos?
Hoy las autoridades se preocupan por mantener sus posiciones a costa de alejar cada vez mas al partido del sentimiento y el calor del pueblo.
El distanciamiento con la realdad país ya no importa, lo que importa es: “nosotros mandamos, estamos en el poder y tomamos las decisiones” -¡Por Dios! ¿De donde vino tanta soberbia política?
Como es posible que después de perder 30 puntos porcentuales y en ciertos territorios haber pasado hasta ser la sexta opción electoral, no nos evaluemos y no emprendamos las medidas correctivas para reversar la situación crítica que nos abraza y nos estrangula.
¡NO! La línea es seguir como si nada pasara. –¡Que ciegos estamos! El partido debe de regresar a las comunidades a los sectores gremiales, a los forjadores de microempresas, a resolver con organización política y social, las demandas del pueblo de las mayorías que demandan vivienda, agua, salud y educación de calidad, caminos, etc. Y eso no es posible, si no abrimos al partido y lo soltamos del secuestro, de la “distritalización” de los sectores. Mientras no volvamos a los sectores liberacionistas con independencia organizativa e independencia de los territorios, no lo lograremos. URGE separar los procesos, urge independizar las estructuras sectoriales y darle vida propia a cada estructura sectorial, para que ellos sean forjadores de pensamiento, conciencia y lucha en ideario liberacionista. URGE SOLTAR AMARRAS.
Por supuesto que ese esfuerzo debe de estar acompañado de representatividad, esos sectores debidamente organizados deben de participar de las principales decisiones de nuestra organización incluyendo la formula presidencial, la elección de los diputados y nuestras propuestas de como debemos integrar nuestras papeletas municipales
Para lograr esas y otras importantes reformas, debemos incrementar los aportes de la deuda política para mantener el partido, o sea aumentar los gastos de organización; requerimos mas recursos para emprender la reconstrucción partidaria y mas recursos para emprender otro gran reto, cual es la formación política y el estudio, sobre todo en las nuevas generaciones.
Existen otros temas de igual importancia, como lo son:
- la representación de paridad de género, para los encabezamientos de nuestras papeletas;
- la representación justa y proporcional de los jóvenes en nuestra estructura y toma de decisiones y con ello garantizar la renovación permanente de las nuevas generaciones en el partido;
- así, como la representatividad de los grupos organizados a lo interno con el propósito de mantener la unidad partidaria, estamos obligados a eliminar la llamada “mesa gallega”;
- y la representación justa y proporcional de las zonas de mayor densidad electoral con respecto a las de menor peso demográfico.
La circunstancia nos obliga a ser austeros
En razón de la emergencia nacional, debemos de revisar el como implementar nuestros tres primordiales procesos
- Escogencia del candidato (a)
- Escogencia del nivel primario de renovación de estructura
- Escogencia de nuestros diputados (as)
Para ello debemos pensar, en que nuestra dirigencia no tenga que gastar cifras importantes de dinero, debemos de buscar los mecanismos, para que la inscripción sea gratuita, y si no, que sea a menos del costo real, de lo contrario solo estaremos entregando (una vez mas) el partido a los sectores adinerados y evitando y limitando el libre ejercicio democrático de la participación, en un contexto de pandemia, es urgente actuar.
Para ello debemos de simplificar procesos y gastos, eso nos lleva a evaluar la conveniencia de iniciar la renovación con Asambleas Cantonales y no así con Distritales (por lo menos en esta oportunidad)
La convención Nacional deberá realizarse con un empadronamiento previo, tomando como base los 429.829 que participamos en la convención del 2017 y abriendo un periodo razonable para que:
- Los que eran menores de edad puedan empadronarse (hoy con 18, 19, 20 y 21 años).
- Los electores de organizaciones sociales que no quisieron participar y decidan hacerlo, también puedan empadronarse.
- Los nuevos aspirantes a cargos de elección popular ya sea: nacional, provincial, cantonal o distrital, también puedan en la justa dimensión de la libre participación puedan empadronar a sus seguidores.
La elección de nuestros diputados, debe ser mas de la estructura del partido y menos del “antojadizo” deseo del candidato de turno. Debemos eliminar la “dedocracia” y darle fuerza a la voluntad democrática de las mayorías. Los diputados llamados nacionales (con el respeto para los que en la historia han realizado aportes importantes) hoy no se justifican, es un ANACRONISMO de la política nacional, que pase en partidos pequeños se entiende, pero en organizaciones grandes hoy solo tiene como fin mantener y concentrar el poder de aquellos que se acostumbraron a colocar al candidato inexperto pero de sus preferencias sin tener que luchar desde la base.
Esa maliciosa practica antidemocrática solo otorga una forma de poder subordinado a quien a lo impone, dado que no se lo merece y los mas grave de todo es que resulta en una práctica antidemocrática que desestimula la participación de 20 cantones y 124 distritos administrativos con mas de un millón de votantes, en la Provincia de San José, lo que reduce cada vez más el apoyo popular en la provincia cuyos márgenes de distanciamiento electoral se acrecientan en cada campaña. Y cuando se pierde la Provincia de San José, se le dice ADIOS AL PODER EJECUTIVO. Esto está probado estadísticamente.
Hemos llegado a un momento político donde con sensatez debemos preguntarnos con sana y sincera auto critica, ¿qué queremos? un candidato (cualquiera que sea) que le quite los cuatro espacios estratégicos a la dirigencia de San José o ganar las Elecciones Nacionales. Los candidatos “nacionales” no son otra cosa que Diputados Electos, es decir la expresión del oportunismo político más innoble que ha vivido el partido. ¡Obvio que no solo por eso se pierde una campaña nacional, pero fijo que sin el triunfo de la Provincia de San José, no se gana la elección nacional! El que quiera ser diputado que se postule en igualdad de condiciones en una Asamblea Nacional, ese el camino natural.
Volver al pensamiento
El Partido Liberación Nacional está obligado a volver a ser la columna vertebral del pensamiento de la patria. O volvemos a sistematizar la cultura partidaria por el estudio y la formación critica, creadora de ideas para una adecuada planificación del desarrollo y el crecimiento del país, o seremos superados por la historia por haber olvidado la razón de ser nuestra existencia política.
URGE un congreso Programático, (algunos les gusta el termino ideológico) que redefina el norte del partido, pero antes debemos de asegurarnos la CONDICIÓN VINCULANTE de sus acuerdos. No porque se quiera imponer al Candidato un programa de Desarrollo, es porque el candidato se presenta con un programa partidario que es respaldado por la dirigencia y por los electores costarricenses. Hacer programas de gobierno de fin de semana designando un grupo de intelectuales y consultores, lo hace cualquier partido. En Liberación Nacional, los planes y programas se elaboraban antes de las elecciones y eran del conocimiento público, interno y externo. Se defendían en las campañas y se divulgaban con claridad. Hay que volver a unir, al Candidato, el programa y el partido. De lo contrario, solo podremos ofrecer a los costarricenses lemas, frases cortas y compromisos políticos de corto plazo. Nuestro programa es la base del Plan Nacional de Desarrollo del siguiente quinquenio así lo dice la ley y hay que cumplirlo, no es un capricho o vanidad intelectual de unos cuantos, sino el compromiso de un partido entero.
Hoy estremecen nuestras mentes, las respuestas a las demandas urgentes de cómo reducir el déficit fiscal y el tamaño del Estado, en donde tenemos mucha responsabilidad. Pero eso solo es parte del problema. El problema más grande es la unidad del país, la solidaridad, y la justicia no como aspiraciones, sino como realizaciones concretas del partido que una vez las hizo posibles y que tiene la obligación moral de redimirlas nuevamente.
Sin embargo, los niños que han nacido y están naciendo en esta década requieren justamente vivir en una Costa Rica mejor de la que nos toco a nosotros vivir, y solo ese reto nos obliga a esforzarnos y dar lo mejor de nosotros para que esa niñez y esa juventud costarricenses de las próximas dos décadas, en medio de la cuarta revolución tecnológica, sea más libre, más justa y más prospera que la nuestra.