La objeción de conciencia

Ultima vía para oponerse al totalitarismo liberal de izquierda y derecha posmodernos.

Mauricio Ramírez Núñez

Mauricio Ramírez

La discusión en Costa Rica sobre el tema de la objeción de conciencia para funcionarios públicos que deseen abstenerse de participar por temas morales y de principios a ciertas capacitaciones sobre temas de la agenda globalista occidental de derechos humanos que se vayan a impartir, está siendo mal analizado e interpretado como un ataque despiadado del fundamentalismo religioso a los derechos de las minorías. Pero vayamos un poco más allá de este planteamiento.

Estoy de acuerdo, en esta ocasión los partidos conservadores y religiosos están haciendo uso de ese derecho para marcar su postura y disentir sobre un tema que no comparten o les molesta, por las razones que sean, correctas o incorrectas, eso no lo estamos discutiendo aquí, cada quién tiene libertad de pensamiento y de expresión, así que no es el punto criticar ni disciplinar a nadie, aunque creamos que tenemos la razón. El punto es que vivimos bajo un nuevo totalitarismo liberal posmoderno, tanto de izquierda como de derecha que se ha convertido en una verdadera dictadura del mercado, con una visión tan fanática y llena de dogmatismo como la que criticamos de otros sectores y grupos de la sociedad.

El mundo de la posmodernidad creó la posverdad, donde ya la verdad es lo que menos importa y ésta se ha separado absolutamente de los hechos, ya no tiene razón quién demuestra algo, sino quien convierte cualquier opinión en tendencia generalizada y de masas, en especial, si hay algún nicho nuevo de mercado por abrir. Esto me recuerda esto a “la rebelión de las masas” de Ortega y Gasset, en la misma medida que me evoca a Nietzsche cuando decía: “no hay verdad, solo interpretación de los hechos”. A cualquiera le parecería progresista y avanzado, para mi lo era, pero como dice el filósofo italiano Mauricio Ferraris, ha sido el combustible para la legitimación de cualquier tipo de movimiento; desde los supremacistas hasta los terraplanistas y anti vacunas.

El sistema hoy domina no con el castigo y la disciplina, como decía Foucault en su momento, sino a través del placer, el goce y la transparencia, como lo expone el filósofo surcoreano Byung Chul-Han. Él desarrolla el concepto de psicopoder y explica ampliamente lo que llama de diversas maneras; sociedad del cansancio, dictadura de lo igual, sujeto del rendimiento, entre otros. Lo que nos plantea es que nos quieren tan «iguales», que quien realmente piense diferente es «expulsado» de forma violenta del «orden imperante», y esa carrera interminable de todos y todas por querer «encajar» en los estándares de la «normalidad», deviene en depresión, auto destrucción y ansiedad, síntomas de la sociedad de consumo e hiperproducción neoliberal (izquierda-derecha) actual. Por ello, las formas de resistencia u oposición a una sociedad como esta son cada vez más violentas y muy poco democráticas, se requiere de un nivel de madurez y conciencia más amplio para poder sobrepasar estos parámetros y así reconciliar los opuestos bajo una nueva visión realmente integradora, pluralista y humanista.

Planteo esto no para justificar la postura de los partidos ultra conservadores, quienes en este caso están haciendo uso de la objeción de conciencia para un fin específico, sino para demostrar que en el mundo de hoy, tanto en la derecha como en la izquierda liberal no hay escapatoria o forma de oponerse, sino es por mecanismos de este tipo. El profesor Pedro Toranzos define la define de la siguiente manera: “la negativa de un individuo a cumplir lo mandado por una concreta norma del ordenamiento jurídico, por entender que su cumplimiento es incompatible con el respeto debido a un determinado valor moral percibido por la propia conciencia. En sentido amplio, puede entenderse la objeción de conciencia respecto a toda norma que en una organización humana proviene de un nivel jerárquico superior, y que se considera inmoral en cuanto exige una conducta que el sujeto considera inmoral en sí misma, o como cooperación ilícita a la conducta inmoral de otros. De este modo, el concepto de objeción de conciencia, que históricamente se había vinculado a la prestación del servicio militar, se utiliza hoy cada vez en un mayor número de ámbitos y situaciones”.

Demos “vuelta a la hoja” y pensemos que si en lugar de un gobierno PAC, tuviésemos un gobierno NR con Fabricio a la cabeza, que sacaran dos o tres diputados más de los que tienen actualmente y aprobaran una ley que obligue a todos los empleados públicos a rezar todos los días antes y después de salir de su jornada laboral, sean creyentes, ateos, agnósticos o practiquen otras formas de espiritualidad, o que les obliguen a llevar cursos sobre sexualidad y técnicas de planificación familiar desde una visión cristiana, impartida por un pastor evangélico bajo el título de actualización en derechos humanos, ¿no utilizaríamos la objeción de conciencia para oponernos y buscar se respete la diversidad de pensamiento y creencias, la libertad de conciencia? Si satanizamos la objeción de conciencia estoy seguro que estamos disparándonos en el pie sin duda alguna.

Quizás ustedes me dirán; sí pero es diferente, por esta y otra razón, pero yo les digo; es lo mismo, pero desde el otro lado. Quienes no comparten una forma de ser determinada deben aprender a respetarla y reconocer sus derechos sin ningún tipo de discriminación, pero NO está obligada a someterse a adoctrinamientos si su conciencia no lo considera necesario; ya sean religiosos, políticos o ideológicos, aquí «parto el ayote por la mitad», para todos por igual. Tampoco se vale confundir esto que digo con la educación, es otro tema que no se debe mezclar y que los grupos conservadores sí tienden a hacerlo. Aquí lo que tenemos son grupos de izquierdas y derechas, ambos liberales con actitudes revanchistas, con más ganas de «aplastar al enemigo» e imponer su verdad, que de dialogar y ponerse de acuerdo en temas país básicos, entendiendo que la democracia es diversidad en su más amplia concepción pero también, sentido de común unión.

Precisamente aquí radica el carácter violento y autoritario de ambos bandos, no entienden esto y unos en nombre de la mayoría quieren callar o no otorgar derechos a las minorías, mientras por otro lado, tenemos minorías pensando que obligando a la gente a llevar talleres, charlas y usar lenguaje inclusivo, la violencia de género, la discriminación por preferencia sexual y otras violaciones a derechos humanos se van a acabar. Es tan ingenuo como pensar que con la llegada de Biden al poder en los EEUU, el racismo se terminó, la deportación masiva de migrantes y las jaulas para los mismos en el país de la libertad ya no existen, eso son solo posturas mediáticas y juego de palabras electorales que no responden en nada a la realidad de las cosas.

En el fondo, y esto es lo más grave de todo, no hay ya una discusión seria en torno al neoliberalismo como modelo económico dominante y destructor de la naturaleza y las personas, pedimos coherencia a los gobiernos por temas de derechos humanos (reducidos solo a temas de algunas minorías, no todas tampoco), pero olvidamos que el hambre, la desigualdad, las comunidades indígenas, los agricultores, pescadores y la pobreza son también luchas justas y súper necesarias de derechos humanos. La educación de calidad, pública, universal, la salud pública, los derechos de las personas trabajadoras, la paz y un ambiente sano también. Todo ello pasa por el debate sobre el modelo económico, de pensar ahora con la era digital en nuevas formas de propiedad, comunidad y bien común, de repensar lo público, eso es realmente revolucionario y sería trascender el fundamentalismo de mercado que tiene tanto a la izquierda como a la derecha en una caverna al estilo platónica de siglos pasados. En eso deberían enfocarse los cursos que sí todos y todas deberíamos de llevar.

Recordemos esta famosa parábola que alberga gran sabiduría ancestral: “todo es dual, todo tiene polos; todo tiene un par de opuestos; semejantes y diferentes son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se encuentran; todas las verdades no son sino medias verdades; todas las paradojas pueden ser reconciliadas”. Costa Rica merece un nuevo estado de conciencia y una nueva forma de entender y hacer política, los tiempos han hablado y la situación cada vez nos “aprieta” con más fuerza. Ser progresista en el mundo de hoy no es solo apoyar ciegamente causas concretas de forma inamovible, es ante todo reflexionar, cuestionar, profundizar y entender al otro, tenga o no tenga razón, ya sea para mostrarle otras opciones o quizás convencernos nosotros sobre la posibilidad de otras formas de hacer las cosas y de llegar a nuevos acuerdos como personas, sin etiquetas.

Académico

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Un comentario

  1. Gustavo Elizondo

    Cómo dice el refrán don Mauricio, una cosa es lo que piensa el burro y otro muy diferente lo que piensa el que va arriba, la propuesta de objeción de conciencia impulsada por los fundamentalistas que pululan en la Asamblea, claramente lleva la intención de desaparecer de la estructura pública los derechos de las minorías, especialmente LGBT. Es muy diferente a nuestra propuesta de estado Laico, donde pasa lo que usted indica con respecto a las costumbres religiosas.

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