Vicenç Navarro*
En la reciente reunión del Partido Socialista Europeo que tuvo lugar en París el 17 de abril, destinada a promover su candidatura a las elecciones europeas, se presentó la campaña de las elecciones europeas bajo el lema “La austeridad en Europa es un error”. El Partido Socialista Europeo tenía como objetivo poner la crítica a las políticas de austeridad en el centro de su campaña electoral para las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Estas políticas se han llevado a cabo en la Unión Europea con el apoyo y estímulo de lo que se conoce como la Troika, es decir, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE). El meeting parecía un éxito de convocatoria, con el auditorio lleno a rebosar. De los discursos pronunciados parecería que la campaña electoral iba a ser entre dos polos, los que favorecen la austeridad (que incluye la política de recortes y de disciplina fiscal, reduciendo el déficit público a base de recortes del gasto público) y los que se oponen a ella, liderados, según la mayoría de ponentes en el congreso, por los partidos socialistas representados allí. Tal estrategia sería muy necesaria y útil, y además rentable políticamente, pues la impopularidad de las medidas de austeridad es enorme.
Delegaciones de todos los partidos socialistas existentes en la UE estaban presentes. Y entre ellos, la Sra. Elena Valenciano, del PSOE.
Repito que el eslogan “La austeridad en Europa es un error” es un muy buen eslogan. Tales políticas llevadas a cabo por la mayoría de gobiernos de la Eurozona han dañado enormemente el bienestar de las clases populares de los países donde tales políticas se impusieron a la población. Y utilizo el término impuestas deliberadamente, pues quiero remarcar que en ninguno de estos países tales políticas de austeridad (con grandes recortes de gasto público, incluyendo gasto público social) estaban en las ofertas electorales de los partidos gobernantes. Pero además de dañinas, estas políticas fueron contraproducentes (tales como unos pocos señalamos) agravando todavía más la enorme recesión económica que tales países están experimentando. De ahí la urgente necesidad de que tales políticas se paren y se reviertan, sustituyéndolas con políticas expansivas de gran calado (como algunos pocos hemos estado aconsejando durante estos años, sin que ningún gobierno atendiera tales propuestas). Se entiende, pues, mi acuerdo y bienvenida con el eslogan “La austeridad en Europa es un error”, aunque yo hubiera preferido “La austeridad fue un gran error, y continúa siendo un gran error”.
Añadiría esta referencia al pasado porque entre los partidos gobernantes que iniciaron tales políticas de austeridad (que luego fueron expandidas por los gobiernos de derechas) fueron los partidos miembros del Partido Socialista Europeo, incluido el PSOE. Fue el gobierno socialista presidido por el Sr. Zapatero el que inició tales políticas en España, con recortes sustanciales del gasto público, cambiando incluso la Constitución, con una reforma que, en la práctica, condena al Estado español a una austeridad constante (ver mi artículo “Falsedades sobre la reforma”, en Público, 08.09.11).
Y el Partido Socialista español (dirigido ahora por el que fuera vicepresidente del gobierno Zapatero, el Sr. Rubalcaba) no ha hecho ninguna autocrítica. Todo lo contrario, ha continuado defendiendo aquellas políticas de austeridad, presentándolas como necesarias para evitar el Rescate, que nos hubiera significado un enorme sacrificio, ignorando que sí habían alternativas, como Juan Torres, Alberto Garzón y yo documentamos en el libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España.
Esta ausencia de autocrítica hace perder la credibilidad de la Sr. Elena Valenciano, cuando se presenta como la gran crítica de las políticas de austeridad. Es también esta ausencia de autocrítica que está debilitando enormemente el atractivo electoral del PSOE, pues su postura antiausteridad adoptada ahora se ve como meramente oportunista, con escasa credibilidad. Los dirigentes de tal Partido tienen que ser conscientes de que esta ausencia de tal autocrítica está teniendo un coste político elevado. Resultado de la enorme impopularidad de las políticas de austeridad iniciadas por el gobierno del PSOE, este partido tenía que haber realizado un análisis crítico de aquellas políticas realizadas por el propio partido, con una abertura a las voces críticas. Y esto no ha ocurrido. Y tampoco ha ocurrido en muchos de los partidos socialistas gobernantes en la UE, que constituían la gran mayoría de gobiernos en la UE y ahora son una minúscula minoría.
Callando las voces de protesta
Cuando un grupo de jóvenes españoles pertenecientes a la asociación Marea Granate (que incluye a exiliados que han tenido que dejar España como resultado de la recesión económica) interrumpieron el discurso de la Sra. Elena Valenciano en París, en la reunión del Partido Socialista Europeo, con pancartas en las que se leía “La austeridad en Europa es también vuestro error” y “Estamos aquí por culpa de vuestra política”, se respondió con un abucheo general hacia los manifestantes por parte de la audiencia socialista, siendo empujados los jóvenes españoles fuera del hemiciclo. Fue otro gran error, porque los jóvenes españoles estaban cargados de razón. Lo que debería haber ocurrido es una autocrítica (ausente en la reunión), como prólogo para la presentación de propuestas alternativas a la austeridad, que habrían ganado credibilidad con esa necesaria pero inexistente autocrítica.
Tampoco hubo ninguna crítica hacia las medidas que estaba ya preparando el nuevo primer ministro socialista francés, el Sr. Valls, que son muy semejantes a las que desarrolló el gobierno del PSOE presidido por el Sr. Zapatero. El parecido entre las políticas propuestas por Valls y las realizadas por Zapatero, así como la argumentación presentada, es muy notable. Y el Partido Socialista Europeo no ha dicho ni pío. ¿No se dan cuenta del enorme coste político que les significa mantener tanto silencio? La distancia entre los grupos dirigentes de los partidos componentes del PSE y sus bases electorales es enorme. Y está todavía aumentando más. Hoy en Francia el partido de la ultraderecha (el único en Francia que utiliza explícitamente en sus discursos el término clase trabajadora) tiene un apoyo electoral mucho mayor que los socialistas (según las últimas encuestas, el 23% de los franceses votarían al partido de Le Pen en las elecciones europeas, y solo un 18,5% a los socialistas). Hollande, cuya victoria había levantado los ánimos de la socialdemocracia europea, pues se había presentado como la alternativa al gobierno Merkel, forzando un cambio, claudicó muy rápidamente, convirtiéndose en uno de los presidentes menos populares que Francia haya tenido en los últimos veinte años. Hoy estamos viendo un revuelo considerable dentro del Partido Socialista francés, con una protesta creciente frente al gobierno socialista por parte de las bases de dicho partido. Sorprende que no ocurriera una rebelión semejante en el PSOE, y solo una vez se oyó, entre sus primeras figuras, a alguien en contra del cambio de la Constitución (para solidificar en piedra la austeridad). Fue Josep Borrell quien indicó que él hubiera votado en contra si hubiera sido parlamentario. Por lo demás, hubo un silencio ensordecedor que ha continuado hasta ahora.
Los dirigentes del PSOE parecen no darse cuenta de que sin una autocrítica de la manera como su gobierno respondió a la crisis (típicamente neoliberal, diferente en profundidad, pero no en dirección de las políticas del gobierno Rajoy) sus propuestas ahora no se perciben como creíbles. De no ser que exista esta autocrítica, sus promesas se verán que tienen un objetivo meramente electoral para continuar las políticas de austeridad una vez estén en el gobierno. ¿Qué no se dan cuenta? Y además se lo ponen muy fácil al Presidente Rajoy, que constantemente contesta a las críticas del Sr. Rubalcaba diciendo “¿por qué lo que sugiere usted ahora no lo hizo cuando estaba en el gobierno?”. Esta imagen de continuidad que tal partido está dando, le está dañando enormemente.
El Estado del Bienestar en Europa fue resultado, primordialmente, de la familia socialdemócrata. De ahí su enorme popularidad. Pero de ahí también el enorme desencanto cuando respondieron a la crisis con los mismos instrumentos y políticas que las derechas. Fueron la versión “light” del neoliberalismo. A no ser que haya un cambio profundo en tal familia socialdemócrata, con un cambio radical de sus políticas públicas, su futuro estará en cuestión. Y esto sería una pérdida para Europa y para España.
*Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Es también profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University (Baltimore, EEUU) donde ha impartido docencia durante 45 años. Dirige el Programa en Políticas Públicas y Sociales patrocinado conjuntamente por la Universidad Pompeu Fabra y The Johns Hopkins University. Dirige también el Observatorio Social de España.
Artículo publicado en Público.es