Hermosa, coqueta y frágil: Hace 100 años nació Vivien Leigh

Por Afra Gallati

Vivien Leigh

Londres, 3 nov (dpa) – Encarnó a la impulsiva y coqueta Scarlett O’Hara en «Lo que el viento se llevó», fue la joven y enérgica protagonista de «César y Cleopatra» y la Blanche DuBois de «Un tranvía llamado deseo»: Vivien Leigh fue un ser extraordinario, afirma Jo Botting, del Instituto Británico de Cine (BFI), que el martes celebra el centenario del nacimiento de la actriz.

«Era guapa, lista, ingeniosa, tierna y elegante», señala el experto. «Pero también tenía un lado oscuro.» En 1967, cuando apenas tenía 53 años, murió a causa de una tuberculosis.

Vivian Mary Hartley, como reza en realidad su nombre de pila, nació en la ciudad india de Darjeeling el 5 de noviembre de 1913, en el seno de una familia acomodada. Se educó en el convento del Sagrado Corazón de Londres y allí comenzó a asistir a clases de teatro. Años después, estudió tres semestres en la Real Academia de Arte Dramático (RADA) de la capital británica.

En 1932 contrajo matrimonio con el abogado Herbert Leigh Holman, con quien tuvo una hija. Pocos años después vio por primera vez sobre los escenarios al actor Laurence Olivier, se enamoró de él y dejó a su marido e hija para emprender una vida juntos. Se casaron en 1940, pero más tarde acabaron separándose.

La vida personal de Leigh estuvo marcada por constantes turbulencias. Tenía un lado oscuro y débil que la obligaba a enfrentarse con distintos demonios: depresiones, trastorno bipolar, alcohol… Pero pese a todo, siempre siguió adelante. «Era una de esas personas que tuvo que luchar contra un enorme sufrimiento, pero nunca se dio por vencida», afirma Botting.

Su carrera como actriz comenzó con pequeños papeles en el cine, mientras paralelamente se dedicaba al teatro. Su primer gran éxito sobre las tablas lo cosechó en 1935 con «La Máscara de la Virtud» y en 1949 interpretó a DuBois en la obra de Tennessee Williams «Un tranvía llamado deseo» en el Aldwych Theater de Londres.

Leigh trabajó duro para hacerse un nombre y mantenerlo, apunta el experto del BFI. «Nunca se durmió en los laureles. Como actriz de teatro tenía sus limitaciones, por ejemplo una voz débil. Pero eso nunca la detuvo, sino que intentó superarlo.»

En el cine, su papel más recordado es el de Scarlett O’Hara en «Lo que el viento se llevó», con el que en 1940 cosechó su primer Oscar. Para el segundo tuvo que esperar casi 10 años, y fue de nuevo encarnando a Blanche DuBois junto a Marlon Brando en «Un tranvía llamado deseo» (Elia Kazan).

Según Botting, su papel favorito fue el de Myra Lester en «El puente de Waterloo», un personaje que experimenta una transformación extrema a lo largo del film. Y aunque Leigh no siempre recibió buenas críticas por su trabajo, apunta el experto, fue una intérprete extraordinaria. «Era capaz de transmitir complejas emociones con apenas un gesto.»

Aún hoy la actriz sigue fascinando, especialmente por su belleza. Con motivo del centenario de su nacimiento, la National Portrait Gallery de Londres ha organizado una muestra con fotografías, carteles originales de sus películas y dibujos. «La parte trágica de su vida privada contribuyó seguramente a convertirla en un icono», sostiene Botting. «Su mito sigue vivo.»

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