Ferrocarril, ciclovías y dumping ambiental

M.Sc. Jorge Mora Portuguez

Jorge Mora Portuguez

La Municipalidad de Cartago impulsa tres proyectos de gran importancia para nuestro país: la renovación del ferrocarril y sus estaciones; la construcción del bulevar; y la nueva ciclovía alrededor de la Vieja Metrópoli.

Proyectos que sin duda contribuirán a resolver varios de los más graves problemas urbanos, como son el congestionamiento vehicular, la contaminación atmosférica por emisiones y ruido, el estrés, la violencia vial, el sedentarismo, entre otros males.

No solo se embellecerá la ciudad, que tanto lo necesita, sino que además se brindarán alternativas, similares a las que existen en los países más avanzados; que harán posible a una buena parte de la población trasladarse desde sus casas a pie o en bicicleta; dejar estas en un estacionamiento seguro en la estación; y dirigirse en tren a sus trabajos y centros de estudio en La Unión, Curridabat, San Pedro o San José (donde también se van a construir ciclovías); seguir en tranvía hasta la Sabana; o tomar otro tren hasta Pavas, o Heredia. Todo en menos de la mitad del tiempo que le tardaría a un vehículo particular hacer estos mismos recorridos y a un costo mucho menor.

En nuestras ciudades, a un vehículo particular le toma unos 20 minutos recorrer una distancia de 3 Km; mientras que a una bicicleta le toma solo 8 minutos. Se ha comprobado que en un espacio vial de 3.5 metros de ancho, en el lapso de una hora solo pueden movilizarse 2000 personas en autos y 9.000 si fueran en autobuses. En cambio en ese mismo lapso se podrían movilizar 14 mil personas en bicicleta, 19 mil a pie o 22 mil si lo hicieran en tranvía.

Sin embargo algunos sectores, que consideran afectados sus intereses particulares, han orquestado una campaña en contra de estos proyectos, que ha tenido eco en algunos medios de comunicación; argumentando falsas preocupaciones ambientales.

Pretender exigir un estudio de impacto ambiental por estas obras es tan absurdo como exigírselo a una Municipalidad que repella una calle; que hace una nueva acera; o a un particular que reconstruye su casa o limpia un lote baldío.

Utilizar de pretexto una falsa preocupación por el ambiente para frenar estos proyectos, no es más que una nociva práctica de dumping ambiental; ya que su propósito real no es proteger el medio ambiente; sino proteger los intereses de los grupos económicos y políticos que se sienten amenazados por dichos proyectos.

Los estudios de impacto ambiental (EIA) son instrumentos diseñados para evaluar el posible impacto negativo de un proyecto sobre el ambiente y la sociedad; y tomar las medidas correctivas para compensar o evitar dicho impacto. Sin embargo de acuerdo con nuestra legislación estos son para proyectos nuevos, o bien para transformaciones en proyectos anteriores que puedan tener impactos significativos sobre el ambiente.

En este caso no estamos ante ninguna de esas circunstancias como la propia SETENA lo ha reconocido. Las obras de renovación del ferrocarril se hacen sobre la vía ya existente; no se está ampliando, no se está desviando, no se están cortando árboles, afectando nacientes, o haciendo ninguna otra afectación al Medio.

Las estaciones de ferrocarril se están reconstruyendo en el mismo lugar donde estaban las antiguas, en espacios urbanos, no naturales, remodelando los edificios viejos, adaptándolos a los tiempos y requerimientos modernos.

El bulevar se está haciendo en la avenida 4, no en un bosque o área natural alguna. Sino sobre la calle que ha existido por décadas y sin impacto sobre el ambiente.

La ciclovía se está construyendo en un circuito de casi 7 kilómetros de diámetro, dentro de la ciudad, utilizando una pequeña porción de las calles existentes por lo que tampoco afecta en modo alguno al ambiente.

Debemos deplorar esta campaña que se escuda tras una falsa preocupación por el ambiente; los beneficios ambientales y a la salud que traerán estos proyectos, así como otros similares que se impulsan en Montes de Oca y San José, son mucho mayores que los posibles impactos negativos que pudieran tener.

El país no puede seguir pagando la actual factura petrolera, es imprescindible reducir el consumo de combustibles fósiles, no solo por sus altos precios, sino también para mitigar las emisiones atmosféricas que contribuyen con el cambio climático global, y cuyos efectos los sufrimos cada vez más intensos en nuestra Región.

Los vehículos particulares ocupan el 70% del espacio público, generan el 70% de las emisiones atmosféricas, pero transportan a menos del 30% de la población que a diario se mueve en nuestras ciudades. Hay que invertir este patrón, hacer que los bulevares peatonales, los medios de transporte colectivo (autobuses eléctricos o de gas, tranvías, ferrocarriles) y las ciclovías dominen el espacio público, acompañados de parques, plazas, jardines y árboles. Hacer que ese 70% de la población, que no utiliza vehículos particulares, pueda disfrutar de la mayor parte del espacio público de las ciudades.

Si nuestro país pudo consolidar uno de los sistemas de áreas protegidas más emblemáticos del mundo, si logramos invertir la tasa de deforestación y recuperamos la cobertura boscosa, también es posible recuperar nuestras ciudades, hacer de ellas mejores lugares para la vida, más sostenibles, más humanas.

Los gobiernos locales cuentan con facultades legales suficientes, de acuerdo a la Constitución Política y al Código Municipal, para impulsar estas grandes transformaciones. San José, Cartago y próximamente Montes de Oca serán dignos ejemplos a seguir.

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