El Trabi, el coche de la Alemania comunista, cumple 60 años y suma fans

Por Andreas Hummel (dpa)

Trabi
ARCHIVO – Una hilera de Trabants atraviesa el paso fronterizo de Herleshausen en dirección a la República Federal de Alemania el 11 de noviembre de 1989. Foto: Kai-Uwe Wärner/dpa

Zwickau (Alemania), 4 mar (dpa) – El sueño del coche propio de muchos ciudadanos de la antigua Alemania Oriental se cumplía solo tras una larga espera.

El pequeño coche conocido como Trabi, fabricado en la ciudad de Zwickau, era el objeto de deseo de muchos. Sin embargo, tras la reunificación de Alemania, el Trabant, que era de tecnología anticuada, quedó relegado a un segundo plano frente a los modelos occidentales.

El Trabi se convirtió así en un objeto de burla y pronto pasó a ser una rareza en las carreteras. Pero desde hace algunos años, el pequeño vehículo es considerado un coche de colección y su comunidad de aficionados crece día a día. Y la cifra de matriculación de estos modelos antiguos aumenta.

Quien quiera comprarse un coche de estos debe desembolsar ahora una cantidad de dinero considerable. ¿De dónde proviene el nuevo amor por este coche viejo, que celebra un nuevo aniversario de su creación?

Un motor de dos tiempos, con una potencia de 23 CV, refrigeración por aire, una velocidad máxima de 100 kilómetros por hora y una carrocería de duroplast (un plástico compuesto de resina termoestable) en vez de chapa.

Hace 60 años, la automotriz VEB Sachsenring Automobilwerke presentaba el Trabant 601 al público internacional en la Feria de Leipzig junto a un modelo del coche Horch construido en 1911 para resaltar la orgullosa tradición automovilística de la región.

Hubo otros predecesores, pero con más de 2,8 millones de unidades, el 601 fue el Trabant más vendido y se fabricó hasta 1990.

La revista de automovilismo «Der Deutsche Strassenverkehr» destacaba en la primavera de 1964 su carrocería totalmente nueva, «que corresponde al gusto internacional en el estilo de la moderna línea trapezoidal».

El Trabi 601 ofrecía, en comparación con sus antecesores, más altura interior, mayor espacio en el maletero, ventanillas con manivela y manijas con botones en las puertas.

«Con su mayor espacio interior en el habitáculo, el Trabant 601 se ubica en la cima de los vehículos de su tipo comparable a nivel internacional», elogiaba la revista de la República Democrática Alemana (RDA).

La fabricación en serie del nuevo modelo comenzó en junio de 1964, pero la producción nunca pudo alcanzar el ritmo de la demanda. La consecuencia fue que el plazo de espera de entrega llegó a ser de más de diez años.

Esto se debió también a las particularidades de su carrocería, según explica Bernd Cyliax, de 79 años y que trabajó en VEB Sachsenring. Hoy Cyliax comparte su conocimiento con los visitantes al Museo Horch en Zwickau, en el este de Alemania.

Según recuerda, la carrocería era de duroplast porque en la antigua RDA faltaban divisas y materias primas. «El duroplast está compuesto básicamente por algodón, que llegaba de la Unión Soviética, y resina fenólica de lignito», detalla.

Toda la carrocería, integrada por diez piezas por coche, se prensaba a 180 grados de calor y luego debía ser enfriada. «El proceso de prensado duraba ocho minutos, ese era el problema», dice Cyliax.

Esta particularidad le valió al Trabi apodos como «Plastebomber» (bombardero de plástico) o «Rennpappe» (cartón móvil).

Los coches usados solían ser a menudo más caros que los nuevos debido a los largos tiempos de espera de entrega. Pero quienes conseguían uno, contaban con un fiel compañero que los llevaba hasta el mar Báltico, el lago Balatón de Hungría o a las primeras visitas a Alemania Occidental a fines de 1989.

Luego, fue reemplazado rápidamente por modelos de Volkswagen, Ford u Opel en las carreteras.

Unos 30 años después, sin embargo, el Trabi celebra su regreso como coche de culto, y no solo en el este de Alemania.

Así lo demuestran las cifras de la Autoridad Federal Alemana de Transporte Motorizado (KBA). El número de Trabis matriculados crece desde hace diez años. En 2014 eran 32.300, mientras que el año pasado se superó la marca de 40.000, de los cuales 32.000 están en el este y unos 8.300 en el oeste de Alemania.

Quien quiera comprar uno de estos coches viejos convertidos ahora en clásicos debe pagar cada vez más. Gerd Heinemann, de la consultora BBE Automotive, dice que actualmente se ofrecen a una media de 7.300 euros (unos 7.920 dólares).

La consultora realiza de forma periódica análisis de mercado de vehículos antiguos y nuevos en Alemania.

Según detectó, se llegan a pedir precios de 25.000 euros y más por algunos modelos especiales en Internet. «Los precios seguirán subiendo», sostiene el experto, que considera realista un incremento del cinco por ciento anual.

El hecho de que vuelva a haber más Trabis en Alemania se debe también a las reimportaciones, explica Heinemann.

Pero es sobre todo su sencillo diseño lo que está alimentando su resurgimiento. Esto se debe a que muchas cosas pueden ser reparadas por mecánicos aficionados y, en ocasiones, un Trabant puede reconstruirse por completo en base a una estructura ya existente.

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