El Parque de Tongariro, una ruta de senderismo soñada en Nueva Zelanda

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Vista aérea del macizo de Tongariro, formado a partir de las erupciones de seis volcanes. Foto: Michael Juhran/dpa

El neozelandés Joe Easley se toma muy seriamente sus obligaciones como guía. En el aparcamiento de Mangatepopo reúne al pequeño grupo de excursionistas que quiere cruzar la meseta volcánica de Tongariro y lanza una serie de advertencias.

”Si durante el trayecto se escucha una explosión, miren primero hacia arriba por si vuelan fragmentos de roca. Y en caso de que se expanda flujo de lava por el valle, la montaña opuesta ofrecerá rescate”, señala de un modo que suena muy dramático.

Cuando el grupo compuesto por turistas de diferentes países lo mira de forma interrogativa, el guía sonríe. “Bueno, una erupción es muy poco probable, pero según las estadísticas está pendiente. Al fin y al cabo estamos viajando por la zona volcánica más activa de Nueva Zelanda”, explica.

Antes de distribuir los almuerzos para llevar y los bastones de senderismo, Easley hace una breve digresión sobre la historia del primer parque nacional situado en el centro de la Isla Norte de Nueva Zelanda, que existe desde 1887. El Parque Nacional de Tongariro se encuentra a unos 340 kilómetros al sur de Auckland.

Una leyenda maorí en torno al volcán Tongariro se remonta al siglo XIV. Uno de sus sacerdotes quedó atrapado en una tormenta de nieve mientras escalaba las montañas volcánicas.

Según la leyenda, para no morir congelado el sacerdote pidió ayuda a los dioses de su tierra natal “Hawaiki”. Los dioses escucharon su súplica y le enviaron demonios de fuego, que lo salvaron de una muerte segura. Al mismo tiempo desataron las fuerzas volcánicas en toda la región. Desde entonces, las montañas y los lagos que rodean el monte Tongariro figuran entre los lugares sagrados de los maoríes.

Un recorrido corto, a muchos metros de altitud

Los tres volcanes activos Tongariro (1.968 metros), Ngauruhoe (2.291 metros) y Ruapehu (2.797 metros), que es el más alto del país, están situados en una meseta elevada.

Con algo menos de 20 kilómetros, el recorrido puede no parecer muy largo. Pero la altura es desafiante: hay que subir casi 1.200 metros. El sitio web oficial de la ruta de senderismo alpino recomienda un ”buen estado físico”. La caminata dura entre siete y ocho horas.

Los primeros 90 minutos de la excursión son bastante fáciles. Desde el punto de partida, al final de la carretera de Mangatepopo, hasta los “manantiales de soda”, las pasarelas conducen por largos tramos a través de las praderas húmedas.

Detrás de los “Soda Springs”, el sendero deja el valle de Mangatepopo, que fue esculpido por los glaciares del periodo glacial. El camino se vuelve más empinado. En la “Escalera del Diablo” el sendero serpentea hasta el Cráter Sur.

Dos excursionistas chinos y una pareja australiana deciden regresar y se pierden el espectáculo natural en la meseta del cráter. Densas nubes de niebla atraviesan el paisaje lunar cubierto de piedra. De vez en cuando, aparecen las figuras de los excursionistas. Uno siente estar en un mundo irreal y encantado.

Al llegar al borde de la caldera, el terreno que sigue recuerda la formación de la corteza terrestre hace siglos: por un lado, campos de lava negros como el carbón y por el otro, el cono volcánico del Ngauruhoe casi perfectamente formado.

El Monte del Destino del Señor de los Anillos

El director Peter Jackson no podría haber tenido mejores escenarios cuando buscaba localizaciones para su adaptación cinematográfica de la trilogía de “El Señor de los Anillos”.

Los campos de lava que rodean a los imponentes volcanes se convirtieron en Mordor, el oscuro reino del villano Sauron, mientras que el monte Ngauruhoe sirvió de modelo para el Monte del Destino, la montaña de fuego en cuyas cámaras se hundió el anillo de Sauron del hobbit Frodo.

Mientras que el volcán de la historia de Tolkien sigue las órdenes de Sauron y entra en erupción destructiva al final de la “Tercera Edad”, hoy el imaginario Monte del Destino muestra su lado pacífico cuando las cortinas de nubes que lo rodean se abren de vez en cuando. Desde la última erupción en 1977, la montaña que escupe fuego se está tomando un descanso.

El Monte Tongariro también parece estar sumergido en un sueño profundo. “Eso puede cambiar rápidamente”, señala el guía y cuenta sobre la última erupción menor de la montaña en 2012, que duró solo unos minutos. Pero eso fue suficiente para que los fragmentos de rocas destrozaran el techo del refugio de Ketetahi.

Un sendero empinado conduce al “cráter rojo”, el punto más alto del cruce de Tongariro a una altura de casi 1.900 metros. El aire huele a azufre. Al fondo, nubes de vapor se elevan desde el valle de Oturere.

El pronunciado descenso comienza sobre un pedregal resbaladizo. La vista panorámica de los lagos “Esmeralda” y “Azul”, los volcanes y los valles obligan a parar una y otra vez.

Las multitudes de visitantes molestan a los maoríes

Una vez abajo, hay que hacer una pausa para comer a orillas del lago. Decenas de excursionistas aprovechan para descansar, pese al olor a azufre que se escapa de los manantiales y las grietas. En los días soleados suelen contarse miles de personas en el parque.

Para los fanáticos de “El Señor de los Anillos”, el parque ofrece excursiones especiales para visitar los sitios donde fue filmada la película.

La trilogía cinematográfica causó un importante aumento del número de visitantes, lo que es visto de forma crítica, especialmente por los maoríes, cuyos lugares sagrados están siendo despojados de su tranquilidad. Entretanto, se está considerando la posibilidad de limitar el acceso de turistas.

Joe parece visiblemente molesto cuando ve a un grupo de excursionistas comiendo sus bocadillos a orillas del “Lago Azul”. Para el guía se trata de un comportamiento totalmente irrespetuoso en un lago que es absolutamente “tapu” (sagrado) para los maoríes.

dpa

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