El lobo llegó a #CostaRica

Kevin Casas

Kevin Casas

Y no se irá en mucho tiempo. Debemos entender tres cosas:

  1. Costa Rica no ha vivido una crisis similar en el último siglo.
  2. La crisis apenas empieza.
  3. La salida depende de que el sistema político tenga una respuesta proporcional a su gravedad.

Yo vivo en Suecia. Este país es el ejemplo claro de que mantener abierta la economía mientras no esté controlada la emergencia sanitaria no reduce el impacto económico. Por el contrario: lo prolonga. Eso es terrible de decir y duro de entender, pero es así.

Controlar el contagio debe ser la prioridad, al tiempo que se generan los mecanismos de apoyo financiero y social para mantener a flote a cientos de miles de familias y negocios afectados. Eso costará mucho, mucho dinero, pero sin ello no habrá paz social.

Preservar la paz social debe ser la prioridad, como lo fue durante los años 80s. De ese legado histórico somos custodios. Esto requiere de que todos los grupos políticos y sociales comprendan lo que está en juego y actúen con responsabilidad.

Desde la distancia no noto eso. Lo que veo es a muchos grupos y líderes tratando esta crisis como si fuera una crisis normal y haciendo cálculos de cortísimo alcance mientras el rancho arde. Cuidado: por pelear por las migajas nos podemos quedar sin el pastel.

Este es el momento de deponer intereses personales y sectoriales y pensar en el país. Esto implica forjar consensos amplios en torno a reformas muy profundas. Es necesario renegociar el contrato social, cuya ruptura esta crisis ha mostrado con toda crudeza.

Es preciso redefinir la distribución de cargas entre grupos y la relación entre Estado, sociedad y mercado. Nuestro Estado es profundamente obsoleto y trabaja, casi siempre, para evitar que el mercado opere.

El reciente informe de OCDE muestra que no tenemos ni un Estado ni un mercado funcional. Lo que tenemos, como resultado inevitable, es un país injusto.

Si entendemos la magnitud de la crisis, sabremos que no es de proyectos de obra pública o reformas cosméticas de lo que deberíamos hablar como respuesta a lo que sucede y sucederá.

En este momento deberíamos hablar de venta de activos no esenciales del Estado, de una reforma tributaria profunda y progresiva (mucho más que la aprobada hace poco), de una renegociación de la deuda pública.

Deberíamos hablar de todas las medidas necesarias para moderar el abrumador peso de los salarios del sector público sobre los hombros de la sociedad y de reglas que pongan fin al perenne desequilibrio fiscal en el que el país vive desde hace 50 años.

Sobre todo, deberíamos reformar un Estado anquilosado, en el que nadie manda y nadie decide, que ni siquiera para hacer estatismo sirve.

Ese monstruo es un engendro colectivo en el que han participado casi todos los partidos, unos porque lo crearon (¡creamos!) y otros porque se dedicaron por años a defender sus excesos más impresentables, como si fueran un dogma religioso.

Si no reformamos el Estado ahora no lo vamos a hacer nunca. Necesitamos tanto Estado como sea necesario y no menos, pero lo necesitamos para proteger a los sectores más vulnerables y más golpeados por la crisis, no para defender a los enchufados.

Esa es la tarea que los actores sociales y políticos tienen entre manos: forjar acuerdos con un sentido histórico y estratégico. Y explicar a la gente que el status quo y el nadadito de perro, ahora sí, dejaron de ser una opción.

Lo que le espera al país es una caminata por el desierto. Pero ningún líder político puede pedir responsabilidad y sacrificios a la gente si no se muestra capaz de actuar con responsabilidad y de sacrificar sus propios intereses.

Todo ello requiere que el liderazgo del país entienda que esta crisis no tiene precedentes, que sea capaz de explicar a la sociedad que los sacrificios serán prolongados y que enfrente decisivamente la coyuntura, viendo más allá de esta.

Sin ese liderazgo responsable y patriótico #CostaRica deberá resignarse a dilapidar una generación completa en sus niveles de desarrollo y una buena parte del legado de su historia excepcional. Y eso sería terriblemente injusto con nuestros antepasados y nuestr@s hij@s.

@KevinCasasZ

Fuente Twitter

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