Por Verena Wolff (dpa)
Uno de los destinos soñados cuando se planea un viaje a Estados Unidos es el estado de Oregón, con sus impactantes montañas, parques, lagos y extensa costa.
Los laberintos de arena
Denny Dyke se encuentra en la playa del Parque estatal de Face Rock y recorre con la vista su obra del día. Desde el amanecer, el artista y un equipo de voluntarios ha estado paleando y dibujando círculos y espirales en la arena, todos conectados entre sí.
En la playa de Bandon, en el extremo sur de la costa del estado norteamericano de Oregón, Dyke ha vuelto a crear un laberinto, que incluye atrapasueños, un signo del ying-yang y todo tipo de criaturas marinas.
Alrededor de las nueve de la mañana, cuando el sol comienza a calentar, los vecinos y turistas salen de sus casas, hoteles y autocaravanas y se dirigen a la playa para recorrer el nuevo sendero meditativo de Dyke.
Viajar por la ruta 101 sin garantía de buen tiempo
Los pequeños pueblos a lo largo de la Highway 101, que atraviesa los estados de California, Oregón y Washington, son un constante destino turístico.
Sin embargo, nadie viaja a este tramo de la costa para disfrutar de días de playa y baños de mar porque el agua es muy fría y el clima permanece templado incluso en pleno verano. Pero el viaje por la escarpada costa del Pacífico es espectacular.
En Oregón no hay hay megaciudades, tampoco es destino de personas que intentan saltar a la fama y prácticamente no hay ruido. Es un estado acogedor, que atrae a ecologistas, a esotéricos y a personas que pertenecen a movimientos alternativos o espirituales.
Esto también sucedió con Denny Dyke, quien en realidad comenzó su proyecto hace unos años haciendo dibujos en la arena mientras meditaba.
«Esto le gustó a mucha gente, que no paraba de preguntarme por mis diseños. Así que ahora hago los círculos en la arena con mi equipo unas cuantas veces a la semana», revela el hombre de barba gris y camiseta descolorida sobre su arte efímero, que desaparece con la primera marea. «Así es exactamente como debe ser», añade Dyke.
Residuos plásticos convertidos en esculturas marinas
A diferencia de los círculos de arena de la playa de Bandon, mucho de lo que flota en el océano Pacífico frente a la costa de Oregón no es tan efímero: plástico, espuma de poliestireno, envases o chancletas viejas.
La artista Angela Haseltine Pozzi lleva muchos años preocupada por este problema. «Vamos a las playas de la zona con voluntarios y recogemos la basura que arrastran las corrientes», explica la ecologista.
Los desechos se enjuagan con vinagre y luego se clasifican por colores en un taller. «Ahí es donde nuestros visitantes también se unen. Unos trozos aquí, otros allá», señala Pozzi, cuyas esculturas marinas forman parte del proyecto «Washed Ashore» (Arrastrado a la Costa) y están exhibidas en varios zoológicos y museos en Estados Unidos.
En su galería en Bandon, Pozzi presenta una gran tortuga marina, confeccionada casi en su totalidad con basura verde, un arrecife de coral hecho de residuos de espuma de poliestireno, un esqueleto de ballena realizado con botellas de plástico y un caballito de mar gigante armado con residuos de todos los colores.
«Se necesitan semanas, a veces meses para completar una escultura de este tipo», señala a artista, quien a través de sus obras busca concientizar a la gente sobre los daños ambientales que causa este tipo de basura.
Ballenas grises y orcas
El Parque Estatal de Face Rock también alberga al frailecillo coletudo. Esta ave marina de cuerpo negro, cara blanca, un penacho de plumas amarillentas y pico y patas anaranjadas llega a la costa de Oregón para incubar sus huevos y criar a sus polluelos.
Sin embargo, para observarde cerca a los frailecillos hay que buscar entre las rocas y acantilados o, si esto resulta demasiado tedioso, en el Acuario de la Costa de Oregón, en Newport. Allí se exponen numerosas especies de aves, leones marinos y estrellas de mar, como así también pulpos, medusas y otras criaturas de las profundidades marinas.
Desde la costa es más fácil divisar animales grandes. Dos veces al día sale además de Newport el «Marine Discovery», un pequeño barco que se dedica al avistamiento de ballenas.
Las ballenas grises viven en esta parte de la costa y encuentran su alimento en un arrecife no muy lejos de la playa. De vez en cuando emergen, anunciándose previamente con una fuerte descarga de agua y aire de un metro de altura. Entonces se puede ver su lomo gris oscuro.
Algunas ballenas grises nadan, se alimentan y se reproducen durante todo el año en la costa de Oregón. Se pueden divisar también orcas y ballenas jorobadas cuando migran de Alaska a Hawái y regresan en primavera y en otoño. En muchos lugares a lo largo de la costa se ven leones marinos y focas y también pueden encontrarse grandes grupos de estos mamíferos marinos frente al Faro de Heceta Head.
Otro tesoro natural del estado de Oregón es el «Sea Lions Cave», las cuevas de los leones marinos. En el mayor sistema de cuevas de la costa, cientos de estos mamíferos se refugian durante los duros meses de invierno. En verano, sin embargo, es más probable encontrarlos en los acantilados disfrutando del sol.
La pesca de cangrejos
Con suerte, en Kelly’s Brighton Marina, ubicada más al norte en la ruta 101 cerca de Rockaway Beach, también se pueden ver focas. Además, se puede disfrutar del almuerzo más fresco del estado, ya que los visitantes tienen permitido pescar sus propios cangrejos. Desde pequeñas embarcaciones se lanzan redes llenas de restos de peces.
Si se prefiere la arena al agua, la costa de Oregón ofrece muchas alternativas, como por ejemplo el alquiler de «fat bikes», las bicicletas con neumáticos gruesos.
Asimismo se pueden recorrer las dunas cerca de la ciudad de Florence a bordo de un buggie. Es el vehículo perfecto para la arena, que solo consta de un chasis y asientos, pero tiene un motor potente y ruidoso. No está permitido conducirlo uno mismo.
Cuando el viaje por la carretera a través de Oregón llega a su fin en Astoria, resulta casi extraño estar de vuelta en una gran ciudad con hoteles, restaurantes y mucha gente en las calles.
Los cuatro, cinco o seis días que normalmente se requieren para recorrer la Highway 101 son extremadamente tranquilos. Las vistas del mar son demasiado bonitas y la ruta tiene demasiadas curvas como para querer pisar a fondo el acelerador.
dpa