Adaptado del texto original de Eleanor C. Smyth
La estampilla de correos o sello postal nació en Inglaterra, en 1840, hace 181 años, por iniciativa de Sir Rowland Hill. Con anterioridad, durante el periodo prefilatélico, previo a la invención del sello, el costo del servicio de correos, clasificación, transporte y despacho de la carta corría a cargo del destinatario y no del remitente: quien recibía la carta era quien pagaba el porte, no el remitente.
Inglaterra contaba con un servicio postal de primer orden, los envíos eran abundantes y el correo viajaba con regularidad y rapidez, por tierra y mar; sin embargo, la rentabilidad financiera de la empresa estaba siempre en riesgo. Los ingresos apenas cubrían los gastos, las ganancias eran mínimas, eso si no es que declaraban pérdidas.
El episodio clave de esta historia es ahora una anécdota clásica del folclore filatélico, más allá de la veracidad del cuento. Se afirma que Sir Rowland Hill, quien entonces no era “sir” y más bien era un burócrata de nivel medio, se encontraba en el vestíbulo de un hotel cuando sucedió una escena curiosa. Una camarera recibe una carta de un cartero. Y le da vueltas mirándola por ambos lados, hasta que finalmente la devuelve, diciendo que no tiene el dinero para pagar la tarifa. Rowland Hill, como todo un caballero, se ofrece a cubrirle el porte. Pero la camarera no parece interesada y, en cambio, intenta disuadirlo. Cuando el cartero se va y se lleva la carta, Hill y la camarera se quedan solos y esta le explica al “metiche”: dentro del sobre no había contenido, la información estaba escrita en código en la parte externa, de modo que era inútil recuperar la carta porque la joven ya había descifrado el mensaje, con solo ver su escrito en clave en el sobre.
Es imposible saber si este tipo de conductas era lo que erosionaba las finanzas de Correos, pero Rowland Hill quedó profundamente impresionado por el episodio, hasta el punto de imaginar y llevar a cabo una revolución en los servicios postales: el pago previo del servicio, o sea que, en lugar de tener que pagar el destinatario de las cartas al recibirlas, lo hiciera el remitente en el momento del envío. Esta reversión, en primer lugar, habría dado seguridad a la recaudación de las tasas. Sin embargo, Hill intuyó que la aplicación de tarifas más bajas y uniformes, basadas en el peso de los envíos y no en las distancias entre los lugares, aunque producía un ingreso menor por unidad, favorecería la difusión y uso del servicio público de Correos.
Publicó, por su cuenta, el folleto «La reforma de la oficina de correos: su importancia y viabilidad», el que llegó a conocer el Parlamento británico. El proyecto encontró al principio una fuerte oposición, debido al rechazo de quienes veían a Rowland Hill como un advenedizo, pero luego, gracias a la presión de la clase comerciante, las instituciones aprobaron la reforma.
En ese momento, solo quedaba un problema técnico, la creación del objeto con el cual dar fe del anticipo. Hill propuso producir un certificado de valor para colocar sobre la carta, bastante grande para acomodar una impresión en el anverso y con una solución glutinosa en el reverso para pegarlos fácilmente en la carta: el sello postal.
El gobierno lanzó un concurso público con un premio de 600 libras, para recoger ideas sobre la forma y otras características del sello. Casi tres mil propuestas llegaron a la Comisión y los bocetos se presentaron en una exposición en el Palacio de Buckingham, pero ninguna de ellas encontró el favor de Hill, quien decidió asumir la tarea personalmente con un pequeño grupo. Una medalla con el perfil de la reina Victoria sirvió de base para el tema del sello, que apareció en escena el 6 de mayo de 1840, y que pasaría a la historia bajo el nombre de Penny Black, lo que significa el centavo o el penique negro, dado el color de su impresión.
El pragmatismo de la idea -pago anticipado y tarifa uniforme- favoreció su difusión y otorgó al sello la condición de objeto universal. Suiza produjo los primeros en marzo de 1843; Brasil en agosto de ese año, Estados Unidos en 1847 y, de seguido, numerosos estados y países. Hoy no hay ningún país en el mundo que no haya emitido un sello al menos una vez.
Penny Negro
Emitido por el Reino Unido el PRIMER SELLO POSTAL adhesivo -llamado Penny Negro o Penique Negro- el día 1ero de mayo de 1840, el cual fue válido para uso postal desde el 6 de mayo de 1840. Implementando con él un nuevo sistema para el franqueo de correspondencia; introdujo la reforma del sistema postal británico destinado a hacer pagar al remitente según el peso del envío, y no al destinatario y según la distancia como hasta entonces.
El hecho de que la correspondencia fuera pre paga redujo las pérdidas de las empresas de correo y les permitió abaratar el servicio, lo cual generó que fuera más accesible económicamente a toda la población, generalizando su uso y universalización.
Aunque hoy en día pareciera un esfuerzo sin importancia, dado que tenemos correos electrónicos, redes sociales y hasta mensajería instantánea nivel global, la Unión Postal Universal en su momento logró estandarizar las reglas internacionales para el intercambio de cartas y paquetes en un tiempo récord, logrando que para finales del siglo XIX todos los países del mundo, excepto China, cumplieran con dichas normativas. Lo que convirtió al correo en el mayor servicio de intercambio de información que tuvo la humanidad durante varias décadas, hasta la llegada de Internet.