Derrumbe socialdemócrata

Harold Meyerson

Socialdemócrata

No pretendo decir que conozca cuántas elecciones se han celebrado desde 1945 en los países democráticos de Europa, pero estoy bastante seguro de que las elecciones al Parlamento Europeo presentan los peores resultados de los partidos socialistas, socialdemócratas, laboristas desde el final de la Segunda Guerra Mundial…y posiblemente desde el final de la Primera Guerra Mundial.

En el Reino Unido, el laborismo quedó tercero, consiguiendo un mero 14 % de los votos, al decidir su voto los contrarios al Brexit por los liberal-demócratas más inequívocamente anti-Brexit (que quedaron segundos con un 20 % del voto) y los Verdes (que casi eclipsaron asimismo a los laboristas, al hacerse con un 12 % del cómputo). La ambivalencia del dirigente laborista, Jeremy Corbyn, respecto a la UE es comprensible en cierto plano: mientras muchas de las normas laborales de la Unión reflejan el mayor compromiso con la representación y prestaciones de los trabajadores, la estructura conjunta de la UE, y en especial su unión monetaria antikeynesiana, impone la austeridad en Europa y limita la experimentación izquierdista. No obstante, la incapacidad del laborismo de condenar rotundamente el Brexit como retirada intolerante y racista de una modernidad más universal ha tenido un coste oneroso entre votantes que podrían alinearse con él en las elecciones parlamentarias británicas de sistema mayoritario a un solo ganador.

La imagen de la socialdemocracia no ha brillado más en otros lugares. En Alemania, los socialdemócratas — desde 1945, el segundo o primer recaudador de votos del país — quedaron terceros, recogiendo sólo un 16 % del voto, y renqueando por detrás no sólo de los democristianos sino de los Verdes, que lograron un 21 % de los votos. El partido Die Linke obtuvo sólo el 6 % de los votos. En unas elecciones aparte el sábado, los socialistas no lograron acabar primeros en la ciudad-Estado de Bremen, en la que habían ganado todas las elecciones anteriores desde 1945. Está claro que la decisión del Partido de operar como socio subordinado de coalición con los democristianos de Angela Merkel ha desdibujado su perfil ideológico y política hasta un extremo casi de invisibilidad. Se trata de la peor opción del SPD — tanto para sí mismo como para el país —desde que votó a favor de apoyar la decisión de Alemania de ir a la guerra en 1914.

En Francia, los socialistas quedaron sextos, con el 6 % del voto, mientras que el semiequivalente en Francia del partido que en Alemania se llama Die Linke, La France Insoumise, consiguió también un ingente 6 %. El Partido Verde de Francia consiguió más votos que ambos partidos de izquierda juntos, llegando a un 13 %. Y así ha ocurrido a lo largo de la mayoría de Europa, siendo España la excepción principal, en donde los socialistas, en las pasadas semanas, han quedado primeros en las elecciones generales, municipales y ahora, europeas. Socialismo en un solo país, vaya que sí.

A buen seguro, existían circunstancias atenuantes de la debacle socialista. Las del domingo fueron unas elecciones acerca de la apertura o la cerrazón, enfrentaban a una suerte de cosmopolitismo contra una suerte (intolerante) de nacionalismo. Muchas de las cuestiones que predominan en las elecciones nacionales —muy especialmente, la política económica nacional, que fue antaño la tarjeta de presentación de los partidos socialdemócratas— no estaban en juego. Pero, primero, el ascenso del nacionalismo xenófobo en Europa ha convertido el combate contra ese nacionalismo en una cuestión prioritaria, y a veces en la prioridad, para los progresistas, y en muchos países los Verdes han tenido un papel más destacado al oponerse a ello que los socialdemócratas. Segundo, los cambios a lo largo de décadas en la composición de clase en Europa Occidental han achicado desde hace mucho la base de la vieja clase trabajadora de los partidos de izquierda, y los Verdes parecen cada vez más destinados a recoger los votos de los trabajadores de cuello blanco del centro-izquierda. Y tercero, como en los Estados Unidos, son desproporcionada y comprensiblemente los jóvenes los que se han rebelado contra la crisis del cambio climático, y los que han votado verde en las elecciones del domingo.

Aquí en los EE.UU, el Partido Demócrata está empezando a experimentar sus propios conflictos de verdes-contra-socialdemócratas, que podrían trasladarnos a una segunda edición de la lucha de la joven izquierda versus el viejo sindicalismo que dividió al Partido durante la guerra del Vietnam. Puede que a los demócratas les resulte más fácil equilibrar la batalla de Medicare para Todos contra Medicare para Algunos que idear una forma de tender puentes en la guerra de los verdes-contra-los-sindicatos que se cierne amenazadoramente en el horizonte.

Harold Meyerson columnista del diario The Washington Post y editor general de la revista The American Prospect, está considerado por la revista The Atlantic Monthly como uno de los cincuenta columnistas mas influyentes de Norteamérica. Meyerson es además vicepresidente del Comité Político Nacional de Democratic Socialists of America y, según propia confesión, «uno de los dos socialistas que te puedes encontrar caminando por la capital de la nación» (el otro es Bernie Sanders, combativo y legendario senador por el estado de Vermont).

Fuente: The American Prospect
Traducción: Lucas Antón para sinpermiso.info

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