Lecciones del sabio feo
El rabino Joshua no era un hombre guapo1.Claro que eso importaba poco, porque tenía otras muchas cualidades. Ante todo, Joshua era un gran sabio y un excelente profesor. Cuando tenía que darle una lección a alguien, sus palabras se clavaban como flechas en el corazón de quien lo oía.
Un día, la hija del emperador Adriano2 se quedó mirando al rabino Joshua y exclamó:
—¡Qué lástima que tanta sabiduría esté encerrada en un recipiente tan feo!
Cualquier otro habría respondido con una burla o un insulto, pero el rabino Joshua no era así. En lugar de defenderse atacando, le preguntó a la hija del emperador:
—¿Vuestro padre tiene una bodega enorme, ¿verdad? ¿Sabéis en qué tipo de recipientes guarda el vino?
—En tinajas de barro, por supuesto.
—Pero el vulgo3 también guarda el vino en tinajas de barro… Dada vuestra importancia, deberíais almacenar el vino en recipientes hechos de un material más noble, como el oro o la plata.
La muchacha pensó que el rabino tenía razón, así que fue a hablar con su padre y le propuso que guardara los vinos en recipientes de oro y plata. El emperador, que tenía cosas más importantes en qué pensar, le contestó que así lo haría, pues nunca le negaba nada a su hija. Todo el vino de la bodega, pues, fue guardado en vasijas de oro y plata.
Al poco tiempo, el vino se avinagró4. Entonces, el emperador fue en busca de su hija y le preguntó:
—¿Quién te aconsejó guardar el vino en recipientes de oro y plata?
—El rabino Joshua.
Adriano mandó llamar de inmediato el rabino y, en cuanto lo vio aparecer, le dijo:
—¿Por qué le aconsejaste a mi hija que guardáramos el vino en recipientes de oro y plata? Según parece, el vino sólo se conserva bien en recipientes de barro…
—Así es –respondió el rabino, que añadió mirando a la hija del emperador—: El buen vino suele guardarse en los recipientes más modestos. Del mismo modo, el cuerpo de un hombre feo puedo albergar a un gran sabio. Ahora ya lo sabéis.
Fue un buen día para la hija del emperador, porque, con una sola frase, aprendió dos buenas lecciones.
Otro día, el rabino Joshua paseaba con un amigo. Iban hablando de los temas más diversos, y el rabino demostraba una gran sabiduría en todo lo que decía. Su amigo, admirado, exclamó:
—¡Qué suerte tengo de contar con tu amistad, rabino Joshua! Si no existieran sabios como tú, ¿de quién íbamos a aprender las grandes verdades de la vida?
—Cualquiera puede enseñarnos lecciones valiosas. De los niños, por ejemplo, podemos aprender muchas cosas, siempre que les prestemos la debida atención.
—¿De los niños?
—¡Desde luego que sí! La semana pasada, sin ir más lejos, una niña me dio dos grandes lecciones. Yo iba de viaje, y llegué a un punto donde se cruzaban dos caminos. Como no sabía cuál tomar, me acerqué a una niña que recogía flores al margen del camino.
»—Buenos días, pequeña –le dije—. Me parece que me he perdido. ¿Sabes cuál de estos dos caminos lleva a la ciudad?
»—Puede ir por cualquiera de los dos –me respondió a la niña—, aunque son caminos muy distintos.
—¿Y en qué se diferencian?
—El de la derecha es largo pero corto, mientras que el de la izquierda es corto pero largo.
»No lo dudé: elegí el segundo camino, el que era “corto pero largo”. Eché, pues, a andar, y al principio todo fue bien. La ciudad parecía muy próxima, y me alegraba pensar que enseguida llegaría a mi destino. Sin embargo, en cierto momento el camino quedó interrumpido por un barranco. Al otro lado se veía la ciudad, y estaba en verdad muy cerca, pero el barranco era muy profundo, y habría sido una locura bajar por él. Enseguida comprendí que lo más sensato era darse media vuelta, y eso fue lo que hice. Cuando llegué de nuevo al cruce, la niña seguía allí.
»—¿Por qué me dijiste que el camino de la izquierda era corto? –le pregunté.
»A la niña le entró la risa.
»Ya os avisé de que era un camino corto pero largo. Es corto porque, por ese lado, la ciudad queda muy cerca, pero es largo porque, al ver la profundidad del barranco, habéis preferido volver atrás. Está claro que os convenía más seguir el camino de la derecha: es largo, pero no encontraréis en él ningún obstáculo.
»Cuando estaba a un punto de irme, vi que la niña llevaba una cesta tapada con un paño, y le pregunté:
»—¿Qué llevas en la cesta?
»La niña se volvió y me respondió con rotundidad:
»—La cesta tapada, señor, para que los demás no vean lo que no quiero que vean…
»Y, diciendo esto, la niña se marchó, con la cesta colgada del brazo, en dirección a su casa.
»Ya ves, amigo mío, que de aquella niña aprendí dos buenas lecciones. La primera es que, cuando uno pregunta algo, conviene escuchar con atención lo que responden. Y la segunda es que hay cosas que no se deben preguntar.
Peninnah Schram
El rey de los mendigos y otros cuentos hebreos
Barcelona, Editorial VICENS VIVES, 2012
1. El rabino Joshua Ben Hananya fue un personaje histórico que vivió entre los siglos I y II. Era un hombre extraordinariamente sabio, experto en la interpretación de la Toráh, y divulgaba sus conocimientos de forma oral, por medio de la conversación con los creyentes.
2. Adriano fue emperador de Roma entre 117 y 138, período en que Israel, la patria de los hebreos, era una provincia del imperio romano. Como es frecuente en los cuentos tradicionales, la presente historia mezcla lo histórico con lo ficticio. Así, se le atribuye al emperador Adriano una hija que, por lo que sabemos, nunca tuvo.
3. vulgo: gente del Pueblo, gente de clase baja.
4. avinagrarse: ponerse agrio, echarse a perder.
El Proyecto CUENTOS PARA CRECER consiste en la publicación de relatos destinados en especial a niños y adolescentes, así como a todos los que encuentran placer en la lectura.
Debido al tipo de historias ofrecidas, este proyecto permite reflexionar sobre una serie de valores considerados esenciales para el desarrollo del carácter, como la tolerancia, la solidaridad, el espíritu de diálogo y la honradez, proporcionando además un valioso instrumento de aprendizaje.
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