Crisis, guerra, inflación: ¿vive Alemania un regreso al pasado?

Por Christoph Driessen (dpa)

dpa
Una «Cruz de Hierro» de madera delante de las tumbas con placas con los nombres de los soldados de la Wehrmacht alemana muertos en la Segunda Guerra Mundial. Foto: Klaus-Dietmar Gabbert/dpa

Berlín, 28 dic (dpa) – Lavarse los dientes, ducharse y consultar las noticias sobre la guerra se ha convertido en el nuevo ritual matutino para muchos en Alemania.

En la pantalla del teléfono celular aparecen términos arcaicos como «asedio», «batalla», «obuses» y «cerco». En cierto modo, esto recuerda a la Primera Guerra Mundial, cuando en innumerables hogares alemanes colgaba un mapa de Bélgica y el norte de Francia.

Con pequeñas banderas se iba marcando sobre los mapas el curso actualizado del frente bélico en la guerra. Los periódicos matutinos proporcionaban la información necesaria.

Con la guerra, la inflación y quizás pronto viviendas frías, los relojes parecen retroceder en el tiempo. «Todas las cosas terribles que creíamos haber dejado atrás están volviendo», escribe el historiador israelí Yuval Noah Harari, autor de «Sapiens. De animales a dioses: Breve historia de la humanidad».

En efecto, en la lucha contra el hambre y la pobreza, la guerra de agresión rusa ha hecho retroceder años a la comunidad mundial.

En lugar de en educación, sanidad y sistemas sociales, ahora se invierten miles de millones en armamento. Es la «tormenta perfecta» que se ha estado gestando.

«Nuestro mundo está en grave peligro», advirtió en septiembre el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, en la apertura de la Asamblea General de la ONU. Según dijo en aquella oportunidad, hasta 1.700 millones de personas -más de una quinta parte de la humanidad- están amenazadas por el hambre y la pobreza.

Durante mucho tiempo, la gente se convenció de que la historia solo conocía una dirección, ir hacia más civilización, progreso y coexistencia pacífica. Pero eso parece haber sido un error.

¿Se ha subido la humanidad a una máquina del tiempo rumbo al ayer? La pregunta va dirigida a Sir Ian Kershaw, uno de los historiadores contemporáneos más importantes. «Hay que tener mucho cuidado con estos paralelismos históricos», respondió el británico de 79 años a dpa.

«Por supuesto que vivimos tiempos de crisis, pero las crisis son completamente diferentes. No es una repetición. Eso es una conclusión errónea de la historia», afirmó.

Dominik Geppert, historiador de la Universidad de Potsdam, coincidió. «No es que hayamos sido devueltos a una época anterior, sino que debemos reconocer que no hemos podido evaluar bien la época en que nosotros mismos vivimos», dijo.

En su opinión, la idea de que Europa ha dejado atrás de manera definitiva los conflictos bélicos es manifiestamente falsa.

«Esto es sorprendente y molesto sobre todo para nosotros en Europa Occidental y Central. Pero alguien que vive en los Balcanes, en un Estado africano o en el sur de Asia ha vivido la guerra de forma reciente en su región», declaró el historiador.

Geppert señaló que la imagen color de rosa se debe a que los alemanes, en particular, cuentan con un largo periodo de prosperidad, estabilidad y equilibrio social a sus espaldas.

«Esto nos ha llevado a esperar que la situación continúe siempre así y que el resto del mundo también evolucione en esta dirección. En el proceso hemos olvidado cómo reconocer los indicios de peligro y no estamos acostumbrados a pensar en lo peor», dijo.

Las personas que hoy tienen 50 o 60 años confirmarán a menudo que sus abuelos tenían una actitud muy diferente ante la vida.

Por ejemplo, el primer canciller alemán, Konrad Adenauer, nacido en 1876, era una persona profundamente pesimista. «Se le llamaba ‘estadista de la preocupación’ -dijo Geppert- porque, con la experiencia biográfica de dos guerras mundiales y sobre todo también de la dictadura nazi, siempre pensaba que lo peor era posible».

«Para nosotros, en las últimas décadas ha ocurrido más bien lo contrario, siempre hemos partido desde el punto de lo mejor posible», precisó.

Esto no incluye a la generación de la iniciativa Fridays for Future, muy caracterizada por un sentimiento de amenaza, pero que, sin embargo, hasta ahora siempre ha estado relacionada casi exclusivamente con el cambio climático.

El historiador alemán destacó el hecho de que muchos de estos jóvenes manifestantes se hayan ido dando cuenta solo gradualmente de la contradicción existente entre su condena de la guerra y defensa del medio ambiente por ejemplo cuando se trata de la energía nuclear como sustituto del gas ruso.

No es de extrañar que muchas personas miren al futuro con preocupación. El futurólogo Horst Opaschowski, que encarga periódicamente sondeos con entre 1.000 y 2.000 encuestados a la consultora de opinión Ipsos, consideró que los alemanes nunca han tenido temores tan fuertes sobre el futuro como en la actualidad.

El miedo a la inflación es especialmente grande en Alemania, porque la mitad de la población no tiene casa propia, sino que alquila.

Además, la experiencia histórica de la hiperinflación de 1923 sigue presente: en aquel momento, los activos de la clase media alemana fueron destruidos de un plumazo por la devaluación del dinero.

Los políticos envían señales contradictorias ya que, por un lado, advierten de un invierno muy duro; por otro, aseguran que el Estado paternalista evitará lo peor.

«El resultado es una indeterminación fantasmal, un espacio difuso de miedo», explicó el psicólogo Stephan Grünewald, director de la consultora Rheingold. «Surgen imágenes de un apagón: nos sentamos en el frío y la oscuridad. Esto moviliza los miedos primarios», afirmó.

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