Costa Rica, entre mito y realidad

Marilza de Melo Foucher

Costa Rica, entre mito y realidad

Tenía gran curiosidad de descubrir Costa Rica, país sin fuerzas armadas, con principios de gobernación democrática que toma en cuenta la protección de la naturaleza y una gestión que asegura la sostenibilidad del desarrollo. Esta es la imagen que mucha gente en Europa tiene de ese país. Y es así como las guías de turismo, los artículos que se publican en Europa, los programas de instituciones internacionales sobre asuntos ambientales y desarrollo sostenible, mencionan Costa Rica como un país de paz y modelo de desarrollo a seguir por los otros países de América Latina. ¿Será realmente Costa Rica el nuevo paradigma del desarrollo? Para mí, esta pregunta necesitaba una respuesta. Además de diversas lecturas y un buen itinerario de viaje preparado con la ayuda de un amigo local, la mejor respuesta consistía en ir y así cruzar las informaciones con testimonios de actores locales implicados en los asuntos ambientales, culturales, educacionales y otros…

Algunos Datos Geográficos

Costa Rica es un país con sólo 51,100 kilómetros cuadrados, 200 kilómetros de litoral en la costa del Caribe, 1,016 kilómetros en la costa del Pacífico y 4,61 millones de habitantes. A pesar de su pequeña superficie, comparado a otros países de América Latina, el país tiene una naturaleza de gran diversidad, lo que hoy en día se llama biodiversidad, así como diferentes ecosistemas admirados por todos aquellos que tienen conciencia ecológica y a quienes les gusta observar una naturaleza exuberante. Los bosques dominan en el país, siendo los bosques tropicales los más importantes entre todos los diferentes tipos de bosques, humedales, manglares y sabanas. Además, 24,3% del país está cubierto de pastizales, cultivos y plantaciones.

Actualmente existen en Costa Rica 123 reservas privadas y 28 parques nacionales. La legislación de Costa Rica define nueve categorías de manejo de áreas silvestres protegidas en el país bajo la dirección de un sistema de protección nacional (Sistema Nacional de Areas de Conservación-SINAC) en conformidad con la Ley Orgánica del Ambiente de 1995 (N° 7554, artículo 36). Su manejo puede ser, en ciertos casos, confiado a particulares. Estas categorías son: parques nacionales, reservas biológicas, reservas forestales, zonas protectoras, refugios nacionales de vida silvestre (públicos, privados o mixtos), humedales (incluyendo los manglares), monumentos naturales, reservas marinas, zonas marinas protectoras. Sin mencionar los numerosos volcanes que se despiertan de vez en cuando para el gran placer de los turistas. Sus parques naturales constituyen lugares ideales para escuchar los diferentes ruidos de la naturaleza… pero también el silencio.

¿Desarrollo sostenible o monetización de la naturaleza? El mercadeo ecológico

Según los informes, la política de protección ambiental comienza en Costa Rica en los años 50, 60, creando reservas privadas, aunque no existe aún una conciencia ecológica. Son los extranjeros que contribuyeron a la conservación ambiental creando las primeras reservas forestales. Una de mis primeras interrogaciones fue de saber si las cadenas hoteleras que invertían en el ecoturismo tenían una conciencia ecológica. La primera respuesta fue: “la conciencia verde de la mayoría de los promotores del ecoturismo y de los políticos locales está más estrechamente vinculada al dólar que a una preocupación por la conservación de la biodiversidad a largo plazo”.

Y, de hecho, a lo largo de todo mi viaje me di cuenta que ecoturismo y desarrollo sostenible no estaban íntimamente ligados. Fue así que hice varias entrevistas y registré diversos testimonios, principalmente de jóvenes que trabajan en el área de ecoturismo, en los parques y reservas naturales así como en los organismos gubernamentales y ONGs ambientales. Guardo el anonimato de todos ellos, como les prometí, en vista de sus implicaciones profesionales.

El turismo es hoy en día la fuente de ingresos más importante del país. Detrás del discurso oficial sobre la protección ambiental, la realidad es completamente diferente. Las empresas de turismo han invertido de manera considerable en la gestión de asuntos ligados a la naturaleza. Existe una abundancia semántica en el vocabulario turístico: turismo responsable, turismo sostenible, eco-turismo, turismo verde, entre otros. En la costa del Pacífico se ha invertido masivamente en el turismo y ahora está amenazada por las construcciones, lo que inquieta profundamente a los ecologistas de Costa Rica. Después de haber degradado enormemente la fauna y la flora, las grandes empresas hoteleras invierten en la naturaleza, motivadas más bien por el provecho que pueden obtener y no por la sostenibilidad de los recursos naturales. Se sirven del lenguaje del ecoturismo para atraer el cliente, preocupados por la rentabilidad y no por la protección del ambiente.

Costa Rica se ha convertido en el paraíso del “oro verde”.

La contradicción entre el desarrollo sostenible y el modelo económico

Algunas de las personas interrogadas señalaron las contradicciones entre el discurso oficial sobre el desarrollo sostenible y el modelo económico costarricense, incapaz de garantizar un beneficio social asociado a la calidad del ambiente. El sistema de producción agrícola reduce la diversidad biológica, es decir que un ecosistema es transformado en un agrosistema. Además, la utilización excesiva de pesticidas no reglamentarios provoca desastres ambientales y humanos. Uno de los ejemplos más claros es la expansión del modelo agro-industrial que ha hecho de Costa Rica el líder de la exportación de frutas, principalmente la piña. La producción intensiva de la piña ha provocado importantes estragos ambientales y pone en peligro la salud de los trabajadores rurales y de las comunidades que viven alrededor de las plantaciones. Sin hablar de las malas condiciones de trabajo y de los bajos salarios. Recientemente (marzo 2015) la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) ha recibido en audiencia los argumentos de las comunidades rurales de Cairo, Francia, Luisiana y Miao (en la región de Siquirres) que han visto sus capas freáticas contaminadas por las empresas productoras de piña. Desde julio 2007 más de 6000 personas de esas comunidades rurales consumen el agua potable distribuida en camiones cisternas por el servicio público.

Todo eso destruye la imagen del mito nacional del desarrollo sostenible.

El discurso idílico sobre el ambiente no concuerda con la realidad. Las contradicciones no son tan recientes, como me indicó un joven agrónomo especialista en cuestiones ambientales. Me explicó que las grandes plantaciones bananeras se establecieron generalmente en detrimento de los bosques tropicales. La desforestación, la utilización intensiva de pesticidas y la constante presencia humana terminan siempre por destruir la biodiversidad. La plantación bananera no corresponde al hábitat natural de la fauna y la flora local. La fauna de esas plantaciones es muy pobre, constituida principalmente por parásitos contra los cuales luchan aún hoy en día. Costa Rica se ha convertido en un mercado de dumping para las transnacionales donde pueden vender productos químicos y pesticidas prohibidos en Europa o sometidos a un control estricto de utilización. Además, A pesar de su arsenal jurídico sobre asuntos ambientales, Costa Rica no parece tener la capacidad institucional y humana para aplicar sus leyes ambientales (LA Thrupp 1988, pp 44-46. Organización de Naciones Unidas, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2000, p. 93).

Yo había leído ya algunos artículos al respecto, entre ellos el informe sobre el estado del desarrollo humano y sostenible de la nación (2010). Según este informe, en 2009 Costa Rica ha importado más de 300 toneladas de sustancias que contienen bromometano, un producto agroquímico clasificado como destructor de la capa de ozono. Además el informe señala la contaminación del agua por materias fecales y productos químicos, en aumentación desde 2001.Discutí sobre este informe con una joven franco-costarricense que ha estudiado el desarrollo sostenible y que trabaja en un “lodge” del sector del ecoturismo para saber si se había mejorado la situación. Según ella, lamentablemente no hay mejora alguna debido a la expansión agrícola y urbana, que no respeta las reglas de protección de las fuentes agua para consumo humano.

La utilización desmesurada de pesticidas en el pasado por las grandes plantaciones bananeras ha dejado huellas hasta ahora, cuando se trata de convertir y valorizar esas tierras en cultura agrícola. La degradación de los suelos no parece preocupar a los dirigentes de Costa Rica, que continúan permitiendo la expansión de grandes plantaciones dedicadas a la exportación.

Otro hecho que llamo mi atención fue la cantidad de basura y la casi inexistencia de tratamiento de aguas usadas en numerosos lugares turísticos.

Estos testimonios de hombres y mujeres involucrados en asuntos ambientales y de desarrollo desmitifican la imagen positiva de la práctica del desarrollo sostenible. Sin embargo, no hay que negar los progresos realizados en la conservación de la naturaleza si se compara con otros países de Latinoamérica. Muchos de esos testimonios hacen bien la diferencia entre conservación de la naturaleza y desarrollo sostenible y lo que ellos denuncian es que el discurso sobre el concepto de sostenibilidad utilizado por los organismos gubernamentales no corresponde a la realidad del país.

Discusión final

Las informaciones que recogí durante el viaje sirvieron de base para la discusión que tuve con el sociólogo y educador popular Oscar Jara y así pude profundizar algunos temas bajo el punto de vista de la ecología política. El me informó que los años 60, 70 fueron marcados por una política progresista que puso en práctica la idea de utilizar energía renovable y dejar progresivamente en desuso la energía termoeléctrica. Así nació el concepto de energía limpia. Durante ese período fueron concebidos los parques nacionales como espacios de conservación y de esparcimiento, con senderos de marcha en el bosque así como áreas de reposo durante el día. Costa Rica comienza entonces a crear un sistema nacional de protección ambiental que está hoy bajo el Ministerio del Ambiente. Sin embargo, según Oscar Jara los parques nacionales van a surgir como islas en diferentes lugares del país, sin formar parte de una política de desarrollo sostenible a nivel nacional. Según el sociólogo y los testimonios recogidos, la política de desarrollo sostenible es más una política de mercadeo ecológico que una política de gobernación. Se trata en realidad de un mito político alejado del modelo concebido de manera integral para el desarrollo territorial del país. Al Estado Costarricense le queda la responsabilidad de establecer un gobierno eficaz en el campo económico así como en el de lobbying internacional. Hay que anotar que ese modelo de capitalismo neoliberal es denunciado por los movimientos y organizaciones ambientales como una amenaza a la protección de la biodiversidad ya que, a largo plazo, no es justo socialmente ni ecológicamente sostenible. El desarrollo sostenible se basa en la búsqueda de la interacción y la coherencia de las políticas sectoriales, y la práctica neoliberal es incompatible con este modelo.

El sociólogo y educador popular hizo un excelente resumen del impacto negativo de las políticas neoliberales. “En los años 90 comienza la aceleración de las políticas neoliberales que van a afectar la evolución de las iniciativas de desarrollo sostenible. El proceso de privatización de las tierras va a progresar y se va a imponer una nueva concepción del turismo. Toda la zona costera va ser consagrada a la inversión turística, alejada de la concepción ecológica y sin política de desarrollo sostenible. Las zonas costeras estando dotadas de hermosas playas y próximas a los parques naturales, las grandes cadenas hoteleras van a vender el concepto del ecoturismo. Las grandes cadenas hoteleras extranjeras se dan cuenta rápidamente que el turismo ecológico es muy rentable, que Costa Rica representa une forma de oro verde, y las inversiones en el turismo van a seguir progresando”.

Durante la entrevista con un joven que trabaja en una ONG ambiental, este punto de vista me fue confirmado. “La privatización de la naturaleza genera buenas fuentes de ingresos y crea una ventaja sobre otras formas de turismo. Es una política puramente comercial y Costa Rica se convierte en un refugio para ese tipo de inversión. Son las grandes cadenas hoteleras que compran los terrenos en Costa Rica con apoyo del gobierno y, hasta ahora, sin ningún control de las reglas ambientales. Por ejemplo, gran parte de las aguas usadas son vertidas en los ríos y en el mar, y el reciclaje de la basura es casi inexistente”.

Otra información pertinente y objeto de polémica es que Costa Rica es el primer país que utiliza el sistema de bonos de la conservación de la naturaleza a cambio de la deuda externa considerada como no reembolsable a fines de los años 80. Un gran número de empresas hoteleras extranjeras van a adquirir las reservas y utilizar el ecoturismo sin promover el desarrollo sostenible del país. Los beneficios del mercadeo ecológico no contribuyen siempre al desarrollo económico, social y cultural de las comunidades locales y más bien sirven a los intereses privados de innombrables extranjeros que se han apropiado de numerosas reservas naturales.

El desafío del desarrollo sostenible no parece haber tenido mucha influencia en la administración pública, que continúa a privilegiar el desarrollo dentro de una óptica económica.

Los criterios de sostenibilidad en el paraíso tropical del “oro verde” no son siempre puestos en práctica. El “turismo sostenible” es un turismo que respeta y conserva a largo plazo los recursos naturales, culturales y sociales y que contribuye de manera justa y positiva al desarrollo económico y al bienestar de las personas que viven y trabajan en ese espacio. El desarrollo sostenible no debe ser utilizado únicamente como argumento de mercadeo del ecoturismo; debe más bien asegurar a las comunidades locales una parte de los recursos así como contribuir al mejoramiento de sus condiciones de vida, ya que ellas son también protagonistas de las proposiciones del desarrollo local y no solamente mano de obra barata.

Oscar Jara me mostró varios videos de las últimas manifestaciones de diversas organizaciones sociales y ambientales que permiten ver la enorme vitalidad y creatividad de los jóvenes de Costa Rica, innovando en el militantismo y en la lucha por un modelo de gobernación democrática en el que los recursos naturales y las diferentes culturas no son considerados como mercancías.

ALAI, América Latina en Movimiento

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