Michele Giorgio
“Un Estado democrático no puede impedir que dos personas que se aman vivan juntas. Un Estado democrático no puede hacer que una madre viva bajo la amenaza constante de expulsión y separación de sus hijos pequeños”. Taisir Khatib está lleno de amargura.
El jueves por la noche, la Knesset [el Parlamento israelí] aprobó por amplia mayoría la nueva ley de reagrupación familiar, que en casi todos los casos prohíbe residir en Israel a los palestinos de los Territorios que se casen con ciudadanos israelíes. “Eso significa que mi esposa Lana seguirá teniendo una existencia precaria, ceñida a permisos que pueden verse revocados en cualquier momento.
Quince años de batallas legales no han servido para nada”, explicó Taisir, que se encontraba el lunes en Jerusalén junto a otras 200 personas para manifestarse contra la aprobación de la nueva ley que sustituye a las normas especiales sobre la reunificación de familias israelíes-palestinas aprobadas en 2003 por insistencia del primer ministro Ariel Sharon y renovadas año tras año hasta el pasado julio.
Entre Taisir, de Acre y ciudadano israelí, y Lana, palestina de Yenín, en Cisjordania, fue amor a primera vista. “Soy antropólogo y estaba en Yenín para un proyecto de investigación en el Ministerio de Sanidad (de la Autoridad Nacional Palestina)”, recuerda Taisir, “surgió algo y unos meses más tarde nos casamos”. Era el año 2003, y fue precisamente en ese periodo cuando se aprobaron las normas de Sharon. “Estábamos preocupados por ello, pero no nos imaginábamos nuestro calvario”, continúa. Unos meses más tarde, Lana quedó aislada en Yenín. Por eso, ha tenido que conseguir breves permisos de entrada en Israel.
“En los últimos 15 años, hemos presentado un documento tras otro, pero Lana sólo ha obtenido un permiso anual que puede verse revocado de repente. Entretanto, han ido naciendo Adnan, Yusra y Sali, nuestros hijos, a los que Lana nunca ha podido llevar al colegio porque no está autorizada a conducir. Además, no se le permite tener una cuenta bancaria, ni una tarjeta de crédito ni puede montar un negocio”, explica Taisir. “Una prima mía de Gaza vivía en Jaffa, la ciudad de su marido [ciudadano israelí, NdlR]. Hace diez años, se vio deportada de repente a Gaza y desde entonces no ha vuelto a ver a sus dos hijos”.
El jueves por la noche, tras la aprobación de la ley, la ministra del Interior, Ayelet Shaked, mano derecha y compañera de partido del primer ministro Naftali Bennett, tuiteó que en la Knesset había vencido la idea de Israel como “Estado judío y democrático” frente a la de Israel como “Estado de todos sus ciudadanos”. Sólo el partido de izquierdas Meretz, el partido islamista Ra’am y la Lista Árabe votaron en contra. Todos los demás se mostraron a favor de la ley, que consideran fundamental para la seguridad del país, pero que en realidad quiere impedir que los palestinos de los Territorios Ocupados se conviertan en residentes o ciudadanos israelíes.
Actualmente, 13.200 cónyuges palestinos viven en Israel con permisos precarios. La ONG HaMoked señala que unos 9.700 de estos permisos han sido expedidos por las autoridades militares, mientras que otros 3.500 son visados temporales.
Para evitar las separaciones impuestas por la ley, muchas mujeres árabes israelíes deciden vivir con sus cónyuges e hijos en Cisjordania. Un paso que dio también la judía Neta Golan, que vive en Nablus con su marido palestino. Los hombres también están llamados a tomar esa decisión.
Un caso muy conocido es el del periodista de Trt Tv Mohammed Kheiry, que se trasladó de Galilea a Ramala para estar con su esposa y colega Majdoulin. Son movimientos que los palestinos interpretan como una política de las autoridades israelíes para empujar a los árabes israelíes a trasladarse a Cisjordania.
Después de los Acuerdos de Oslo de 1993 y hasta 2003, unos 130.000 palestinos obtuvieron la ciudadanía o la residencia israelí por medio de la reagrupación familiar. Sólo 48 se han visto posteriormente envueltos en supuestas “actividades terroristas”, informa el Shin Bet, el servicio de inteligencia israelí. Así pues, la seguridad no es el verdadero objetivo de la ley, que pretende claramente limitar el número de palestinos en Israel.
La nueva versión aprobada el jueves incluye cupos de permisos para casos humanitarios “excepcionales”. También permite a la ministra Shaked revocar a su discreción los permisos de los palestinos casados con israelíes por “abuso de confianza”. Y prohíbe los matrimonios con ciudadanos de “estados enemigos”, como Líbano e Irak. “La Knesset ha aprobado esta tarde una ley discriminatoria y racista”, comentó el jueves Gaby Lasky, diputada de Meretz.
Michele Giorgio es corresponsal en Palestina del diario italiano «il manifesto», es autor con Chiara Cruzati del libro «Cinquant´anni dopo, 1967-2017» (Alegre, 2017), sobre los territorios palestinos ocupados y el fracaso de la solución de dos estados.
Fuente: il manifesto
Traducción: Lucas Antón para sinpermiso.info