Ataque ruso en Ucrania divide a los «héroes» de la Eurocopa de 1988

Por Sebastian Stiekel (dpa)

dpa
Viktor Pasulko, quien vive en Alemania desde hace 34 años y fue parte de la selección soviética de fútbol en 1988 («Ataque ruso en Ucrania divide a los «héroes» de la Eurocopa de 1988″). Foto: Rolf Vennenbernd/dpa

Colonia (Alemania), 23 jun (dpa) – Un reencuentro de los 13 ucranianos, tres rusos y dos bielorrusos que formaban parte de la selección de la Unión Soviética que en 1988 disputó la final de la Eurocopa contra Holanda es hoy prácticamente impensable.

A 34 años de la final perdida por 2-0, los héroes de aquella Eurocopa se enfrentan ahora como enemigos de guerra debido al reciente conflicto entre Rusia y Ucrania.

«Es un drama», señala Viktor Pasulko, quien vive en Alemania desde hace 34 años y fue parte de ese equipo soviético en 1988. En la final en Múnich el 25 de junio el jugador, nacido en Ucrania, fue sustituido en el minuto 71. En la fase de grupos marcó un gol en la victoria por 3-1 contra Inglaterra.

«Éramos un verdadero equipo en esa Eurocopa, una unidad. Todos luchábamos por todos», cuenta a dpa. «Que alguien fuera de Rusia, Ucrania, Georgia o Armenia nunca fue un tema para nosotros», comenta.

Sin embargo, desde el inicio de la guerra rusa en Ucrania en 2022, Pasulko no puede imaginar que el equipo vuelva a reunirse.

Pasulko, de 63 años, finalizó su carrera en los clubes alemanes Colonia y Eintracht Brunswick. Desde 2004 posee la ciudadanía alemana y actualmente trabaja en la academia de fútbol del Colonia.

Pasulko es un producto de la extinta Unión Soviética: nació en el extremo oeste de Ucrania y se formó deportivamente en el Spartak Moscú. Más tarde fue el seleccionador de Moldavia y técnico de clubes en Azerbaiyán, Uzbekistán y Kazajistán. Siempre ha mantenido una gran relación con todos los jugadores de 1988, y en algunos casos aún mantiene contacto con ellos.

La historia de este equipo está estrechamente ligada a la de su entrenador, Valeri Lobanovsky, quien convocó a tantos jugadores ucranianos porque también entrenaba al equipo Dínamo Kiev. Conocían sus métodos y su estilo.

Así, este equipo bien coordinado eliminó al campeón defensor Francia en la clasificación para la Eurocopa y luego se impuso en la fase de grupos primero al que luego fuera su rival en la final, Holanda,y a Inglaterra y en semifinales a Italia.

«Después nos recibieron muy bien en Kiev y Moscú. Todo el mundo nos celebró», revela. Hoy es impensable.

También gracias a Lobanovsky, muchos jugadores ucranianos decidieron quedarse en su país, incluso después del estallido de la guerra. Uno de ellos huyó a Hungría (Vasili Rats) y otro vive en Inglaterra (Serguei Baltacha).

Y en cuanto a los demás: dos héroes de 1988 entrenaron al Dínamo Kiev (Anatoli Demianenko y Oleksi Mijailichenko). El delantero Oleg Protasov es ahora vicepresidente de la federación ucraniana de fútbol.

El jugador más conocido del equipo es Igor Belanov, nombrado jugador europeo del año en 1986 y luego jugador destacado en el Borussia Mönchengladbach de la Bundesliga. Hoy en día, publica fotos en Internet que lo muestran en uniforme militar, rodeado de soldados ucranianos o incluso en trincheras.

«Vive en Odesa, su ciudad natal», dice Pasulko. «Están cayendo bombas y cohetes, pero él se mantiene valientemente allí. Lo admiro por no irse. Tiene más de 60 años y podría hacerlo».

«Belanov es famoso en Ucrania. Apoya al Ejército. Sus fotos con los soldados son para brindar apoyo moral», destaca Pasulko. Él opina que una posible reunión del equipo del ’88 depende únicamente de los ucranianos. «Ellos son los atacados en esta guerra, ellos deben decidirlo», argumenta.

Pasulko sigue en contacto con antiguos jugadores del Spartak Moscú, aunque admite que cada vez es más difícil. «Las conversaciones, el ambiente entre unos y otros es muy tenso desde 2022», explica, aunque hace una distinción entre deportistas conocidos que apoyan activamente al presidente ruso, Vladimir Putin, y otros que se retraen posiblemente por miedo.

«No hablamos entre nosotros como antes. Pero, ¿qué pueden hacer? ¿Decir algo contra la guerra y terminar en la cárcel? Por eso, nadie dice nada», señala. Aclara que él mismo vive lejos desde hace mucho tiempo, por lo que puede hablar fácilmente. «Pero no sé cómo me comportaría si aún viviera en Moscú», admite.

A 34 años de la final del 25 de junio de 1988 en Múnich, nunca se repetirá un éxito semejante. La Unión Soviética ya no existe, mientras que los rusos y bielorrusos están excluidos de las competiciones internacionales de fútbol.

¿Y el equipo ucraniano? «Es un equipo muy bueno. Pero sienten la responsabilidad de todo un país en guerra. No es fácil», enfatiza Pasulko.

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