Árbenz, Bello, Hidalgo y Martí juntos en San José

Armando Vargas Araya

Palabras en la develación del busto del doctor Jacobo Árbenz Guzmán
Parque Nacional de San José, Costa Rica, 22 de setiembre de 2024

Arbenz

En esta cálida y soleada mañana celebramos con gozo y esperanza el advenimiento de la Administración del presidente Bernardo Arévalo. Expresamos al hermano pueblo de Guatemala los mejores deseos de libertad, desarrollo y bienestar.

El Parque Nacional – así nombrado en 1895 al inaugurarse el Monumento a la Victoria Centroamericana de hace 157 años sobre la invasión militar del expansionismo esclavista (Guatemala es la quien alza el hacha) – es el espacio consagrado por Costa Rica al espíritu fraterno de Istmania, “el conjunto de naciones que van desde el istmo de Tehuantepec hasta el istmo de Panamá”.

En este sitio augusto participamos en un acto único para honrar la memoria del más conspicuo Presidente de la República de Guatemala; enaltecer la democracia integral y el reformismo con equidad; aprender sobre interrupciones políticas de hondo calado histórico; costaenrriquecer a los descendientes directos del estadista guatemalteco quienes ahora son compatriotas nuestros; y, trazar derroteros latinoamericanos de hermandad y cultura.

El doctor Jacobo Árbenz Guzmán, nace en la familia clasemediera de un inmigrante suizo y una maestra guatemalteca de Quetzaltenango, estudia en la Escuela Politécnica de Guatemala – centro de formación militar de nivel universitario – y en su carrera dentro del ejército alcanza el grado de coronel. Miembro del triunvirato de la Revolución de Octubre de 1944, ministro de Defensa en la Administración Arévalo Bermejo (1945-51), a sus 37 años es electo – con más del 65 % del voto popular – a la Presidencia de la República para el periodo 1951-57. Pero a los tres años, tres meses y doce días es obligado a separarse del mando por un golpe de estado de la potencia hegemónica y del monopolio bananero estadounidense – “con la esperanza”, afirma, “de salvar las conquistas de la Revolución de Octubre”.

Ambas administraciones democráticas y reformistas modernizan la nación con instituciones como el Código del Trabajo y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social – con asesoría costarricense los dos – o bien la Reforma Agraria. El plan de gobierno del doctor Árbenz Guzmán busca convertir a Guatemala de un país dependiente y de economía semicolonial en una república económicamente autosuficiente; y transformarlo de un país atrasado y de economía predominantemente feudal en un país moderno y con economía de mercado.

En la mentalidad retrógrada y feroz de abogados, banqueros, clérigos, comerciantes, militares, periodistas, políticos o terratenientes guatemaltecos, cuyas fortunas engordan al amparo de dictaduras inicuas sobrepasadas por la revolución del 44, la democracia cuatridimensional – política, económica, social y cultural – más que anatema para ellos equivale a “comunismo” puro y duro. La conservadora campaña sistemática cebada contra la Administración Arévalo se reduplica contra la Administración Árbenz y entra en contubernio con la mentalidad macartista dominante en los Estados Unidos de posguerra, más los intereses monopólicos del trust bananero, conjura a la que son uncidos numerosos gobiernos.

El espernible golpe de estado abre la puerta a la Guerra Civil que desangra a la nación por décadas: más de 250 000 personas muertas y otras 50 000 desaparecidas. El presidente Bill Clinton en visita a Guatemala notifica que el apoyo dado por Estados Unidos a la represión en el país hermano es “un error que no debe volver a repetirse”. Sin embargo, Washington aún no se excusa por la trágica intervención de 1954.

El presidente Álvaro Colom – comandante general del Ejército – pide perdón en nombre del Estado a la familia del doctor Árbenz Guzmán, “por ese gran crimen histórico cometido”; la agresión de Estados Unidos dice, no fue solo contra el llamado soldado del pueblo, sino también contra el Gobierno y contra Guatemala. La Universidad de San Carlos confiere al presidente Árbenz Guzmán un doctorado honorífico post mortem. Sus restos son repatriados en multitudinaria manifestación ciudadana.

Hay en marcha un proceso de revisión académica sobre el significado mayor de aquella democracia reformista tronchada. Un historiador de Estados Unidos sostiene que “Árbenz dio a Guatemala el mejor gobierno que jamás había tenido”. La revista Foreign Policy da cuenta en la década de los ochenta sobre una sesión de análisis en el Departamento de Estado: “¡Si pudiésemos encontrar ahora un Árbenz! Habrá que inventarlo, pues los posibles candidatos están muertos”.

La Revolución de Octubre se inscribe en la corriente ideológica del Movimiento de la Izquierda Democrática Latinoamericana – antítesis de La Internacional de las Espadas – encabezada por líderes como Rómulo Betancourt, Juan Bosch, José Figueres o Víctor Raúl Haya de la Torre. En su lucha contra dictadores como Marcos Pérez Jiménez, Anastasio Somoza o Rafael Leónidas Trujillo, surge la denominada Legión Caribe, cuyas armas custodian el Presidente Arévalo Bermejo y su ministro de Defensa el coronel Árbenz Guzmán.

El único triunfo militar de la Legión Caribe es en Costa Rica. Armas de revolucionarios dominicanos y del arsenal del Ejército de Guatemala llegan por avión en 1948, junto con algunos oficiales como los nicaragüenses Adolfo Báez Bone y José María Tercero o el hondureño Miguel Francisco Morazán, compañeros los tres de Árbenz Guzmán en la academia militar y este último ayudante suyo en la Presidencia de la República.

Está por escribirse un trabajo sobre las relaciones de algunos costarricenses con el doctor Árbenz Guzmán, entre quienes cabe mencionar a:

  • los presidentes de la República y beneméritos de la Patria don José Figueres Ferrer y don Daniel Oduber Quirós, quien va a Guatemala en el 48 a coordinar el envío de las armas;
  • las escritoras Eunice Odio que en 1947 recibe allá el Premio Permanente Centroamericano “15 de setiembre” por su poemario Los elementos terrestres y Yolanda Oreamuno quien obtiene en 1948 el mismo laurel por su novela La ruta de su evasión – por cierto, las dos adquieren la ciudadanía guatemalteca por naturalización;
  • el benemérito de la Patria don Fernando Centeno Güell, el actuario J. Walter Dittel Mora y el abogado Oscar Barahona Streber quienes colaboran en la organización del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, siendo este último su primer gerente general. Barahona y Dittel hacen un estudio de las condiciones económicas, geográficas, étnicas y culturales publicado como Bases de la Seguridad Social en Guatemala: informe preliminar sobre las posibilidades del establecimiento de un régimen de Seguridad Social (1947); de igual forma publican Bases del programa de accidentes de trabajo en Guatemala: ensayos sobre la teoría y práctica de la seguridad social (1948). Barahona Streber allá colabora asimismo en la formulación del Código del Trabajo.

La trayectoria de la Revolución de Octubre, como otras etapas históricas, es terreno fértil para el estudio de esperanzas y frustraciones, aciertos y errores.

Ningún país es una isla. El acoso y derribo estadounidenses del proceso democrático guatemalteco resulta no solo de una maniquea mentalidad amigo-enemigo, sino también de la penetración de intereses corporativos en la definición y aplicación de políticas de Estado. Hay en el entorno del presidente Dwight D. Eisenhower más individuos vinculados con el trust bananero, que personas comunistas en el equipo del presidente Jacobo Árbenz Guzmán, ¡y en cargos de enorme poder! Una estrategia de gobierno en Centroamérica demanda, con los pies sobre el suelo, cultivar aliados en la academia, las iglesias, el empresariado, el sindicalismo, la prensa, la política y la administración pública de la Unión Americana. Es que, un estornudo en Washington puede originar una epidemia en Istmania.

El cambio estructural en democracia es un proceso concertado y gradual, entre poderes del Estado y poderes fácticos. Tener claramente la razón resulta insuficiente. Gobernar es el arte de comprender y amortiguar los extremos, construir apoyos efectivos y confiables, distinguir lo trascendente de lo contingente. La acción política requiere más que fuerza, destreza política consumada, objetivos y metas compartidos, programa coherente y equipo humano mentalizado.

Pocos costarricenses conocen – y poco – el tránsito del triunvirato a la asamblea constituyente, la Administración Arévalo Bermejo y la Administración Árbenz Guzmán. Triste es comprobar que en materia editorial, la integración centroamericana es inexistente.

Hoy es una ocasión feliz para extender un abrazo generoso a 19 compatriotas costarricenses descendientes director del doctor Árbenz Guzmán (fallecido en México el 27 de enero de 1971) y su recordada señora esposa doña María Cristina Vilanova Castro, dos veces Primera Dama de Guatemala: del 20 de octubre de 1944 al 15 de marzo de 1945, y del 15 de marzo de 1951 al 27 de junio de 1954.

Distinguida intelectual salvadoreña (fallecida en Costa Rica el 5 de enero de 2009), activista, política, pintora y escritora, fue la primera esposa de un presidente guatemalteco que lo acompañaba en todos los eventos públicos, pionera en desarrollar programas sociales en esa república.

El primero en establecerse desde 1978 en nuestro país, a título de pensionado rentista, es don Juan Jacobo Árbenz Vilanova, quien opta por la ciudadanía costarricense por naturalización. Él tenía 7 años y 7 meses cuando el golpe de Estado. Vino tras el viacrucis del amargo exilio familiar por siete países, cuatro idiomas y dos continentes

Luego llega su señora madre, quien decide llevar una vida plena en esta “Suiza centroamericana” a lo largo de sus muy productivas últimas dos décadas. Por fin, dice en su libro autobiográfico Mi esposo, el Presidente Árbenz (2003) puede respirar la paz en un país sin ejército.

Son costarricenses los ocho nietos del mandatario y su señora: Claudia, Erick Jacobo, Eréndira María, Kathryn Selene, Johanna, Paola Cristina, Jonathan Jacobo e Ingrid. Los nueve bisnietos: Paula Raquel, Fiorella Sofia, Nelson Daniel, Felipe, Adrián, Gabriel, Daniel, María Isabella y Santiago. Y el tataranieto Mateo.

Esta es la primera vez que la familia Árbenz de Costa Rica se presenta junta en público.

La Revolución de Octubre en general y la Administración Árbenz Guzmán merecen ser estudiadas, ojalá bajo los auspicios de una fundación de bien público o una asociación civil de investigación, enseñanza y difusión, con amplias perspectivas de futuro. Se requieren:

  • Una biografía con sabor costarricense del doctor Árbenz Guzmán, su trayectoria y su trascendencia.
  • Un análisis de la Administración Árbenz Guzmán en el contexto dual de la primavera democrática del 44 allá y las reformas socioeconómicas de 1940 a 1949 acá.
  • Difusión de pintura, poesía y otras creaciones de la señora Vilanova de Árbenz.
  • Poner a disposición de los costarricenses producciones videográficas existentes o en proceso de realización.
  • Establecer una Cátedra Árbenz en Costa Rica que organice un conferencia anual de especialistas internacionales conducente al desarrollo de nuevo pensamiento.

Estas iniciativas pueden enmarcarse en horizontes de largo plazo que permitan señalar opciones estratégicas al objeto de acelerar el desarrollo democrático y reformista de Costa Rica, Guatemala e Istmania como un todo, que convoque esfuerzos y voluntades de diversos actores nacionales e internacionales.

Es hora de idear la Centroamérica por venir.

A 111 años de su nacimiento, 70 del golpe de Estado y 53 de su muerte, el doctor Árbenz Guzmán queda en este Parque Nacional en compañía de tres egregios latinoamericanos: el sabio venezolano Andrés Bello, el padre de la independencia mexicana Miguel Hidalgo y el prócer cubano José Martí. Los bustos de estos cuatro grandes varones irradian al socaire del Monumento a la Victoria Centroamericana sobre la invasión militar del expansionismo esclavista, arraigados en el fervor cívico y la gratitud perdurable de los costarricenses.

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