Don Rafael hizo girar un telegrama de preferencia ordenándole a su subalterno presentarse a su despacho a la brevedad posible.
Al día siguiente, muy temprano, su amigo de toda confianza y a quien el señor Presidente distinguía con su amistad, se encontraba en el despacho de la Presidencia de la República, habiéndose entablado el siguiente diálogo:
—»Dígame: ¿qué rumbo tomaron diez mil colones que faltan en la caja de su oficina?».
¡El empleado palideció, bajó la cabeza y guardó silencio!… El señor Yglesias Castro, abriendo una de las gavetas de su escritorio, le entregó al empleado un cheque personal por diez mil colones y un papel escrito, diciéndole:
—»Tome este cheque y deposítelo a nombre del Gobierno de la República en la Caja Fiscal, y fírmeme este papel que es SU RENUNCIA DEL PUESTO QUE DESEMPEÑA».
(Don Rafael Yglesias le dijo al empleado que los diez mil colones se los pagara cuando pudiera y en la forma que quisiera).
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Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujante: Noé Solano V.
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