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Por Klaus Blume (dpa)
Berlín, 25 ene (dpa) – Probablemente no era así como Olaf Scholz había imaginado su visita al partido del Europeo de balonmano entre la selección alemana y Macedonia del Norte: apenas el locutor del estadio dio la bienvenida oficial al canciller alemán, un concierto de silbidos resonó en el Mercedes-Benz Arena de Berlín.
«Me alegré de que marcáramos un gol relativamente rápido para poder centrarnos en el deporte», declaró Axel Kromer, jefe deportivo de la Federación Alemana de Balonmano, tras el partido, que ganaron los anfitriones por 34-25.
El canciller, «la oveja negra» de la nación, comentaron los medios.
Dos años después de que el político del Partido Socialdemócrata (SPD) asumiera el cargo en diciembre de 2021, sus índices de aprobación y los de la coalición de socialdemócratas, verdes y liberales (FDP) se han desplomado a mínimos históricos.
Según varias encuestas, los tres partidos gobernantes solo tienen actualmente un índice de aprobación combinado de alrededor del 31 por ciento. Una encuesta del Instituto Ipsos indica que solo el 10 por ciento de los ciudadanos está «muy satisfecho» con Scholz, mientras que el 57 por ciento se declara «muy insatisfecho».
Hay efervescencia en la sociedad alemana. Recientemente, los agricultores paralizaron el tráfico en Berlín y otros lugares con manifestaciones de tractores. Están enfadados por los recortes de subvenciones al gasóleo agrícola para equilibrar el presupuesto estatal.
A diferencia de los activistas climáticos del movimiento «Última Generación» con sus bloqueos de carreteras, los agricultores fueron vistos con mucha simpatía por la población. Esta semana, son los maquinistas de tren quienes mantienen en vilo al país con una huelga contra la empresa estatal de ferrocarriles Deutsche Bahn.
Desde el punto de vista económico, la mayor economía de Europa hace aguas. Con una caída del producto interior bruto (PIB) del 0,3 por ciento, Alemania entró en recesión el año pasado, y la Federación de la Industria Alemana (BDI) prevé un «crecimiento económico marginal» del 0,3 por ciento este año.
En comparación con la mayoría de los demás países industrializados, el país se está quedando cada vez más rezagado. La política alemana «se ha metido en una trampa de complejidad», advierten los industriales.
En varios ámbitos, como la construcción de viviendas o la expansión de las energías renovables, la coalición «semáforo», como se la conoce por los colores de los partidos que la forman, no está cumpliendo sus promesas electorales.
También está ocupando una y otra vez titulares negativos con las disputas entre sus socios de desigual índole política, el SPD y verdes de centro-izquierda y los liberales de centro-derecha.
Sin embargo, los alemanes están especialmente preocupados por la cuestión de la migración, después de que el número de solicitantes de asilo aumentara casi el 50 por ciento en 2023 con respecto al año anterior, hasta superar los 350.000.
Según la encuesta ARD Deutschlandtrend, la inmigración es actualmente la cuestión política más importante para la mayoría de los alemanes, y casi dos tercios creen que Alemania tienen más desventajas que ventajas como consecuencia de la inmigración.
El partido populista de derechas Alternativa para Alemania (AfD) parece beneficiarse de ello. Desde las elecciones generales de 2021, ha duplicado con creces sus índices de aprobación a nivel nacional hasta situarse en torno al 22 por ciento.
Es la segunda fuerza por detrás de los democristianos del líder de la oposición Friedrich Merz e incluso podría convertirse en la primera fuerza en las elecciones regionales de septiembre en Sajonia, Turingia y Brandeburgo, en el Este alemán.
Esta situación probablemente no cambie pese a las recientes manifestaciones a gran escala contra el extremismo de derechas que tuvieron por escenario a muchas ciudades alemanas.
«Puede que la cancillería de Olaf Scholz ya no pueda salvarse», escribía el diario «Süddeutsche Zeitung» en un comentario.
En los medios de comunicación ya se especula con un «canje de cancilleres». Se dice que el impopular Scholz podría ser sustituido por el ministro de Defensa, Boris Pistorius, el político más popular del Gobierno.
Pero para ello, los tres socios del Ejecutivo tendrían que estar de acuerdo con la elección de un nuevo jefe de Gobierno en el Bundestag (Parlamento).
El presidente adjunto del FDP, Wolfgang Kubicki, ya ha expresado dudas sobre si la coalición durará hasta las próximas elecciones generales, previstas para finales del verano u otoño (europeos) de 2025.
«El espíritu que había al principio (…) se está disolviendo. Para mucha gente, ya no hay una dirección común reconocible», declaró Kubicki al diario «Nürnberger Nachrichten».
Los políticos de la oposición piden nuevas elecciones. Sin embargo, el Bundestag no puede autodisolverse en Alemania. Solo sería posible convocar nuevos comicios si Scholz perdiese un voto de confianza en el Parlamento.
En caso de volver a las urnas, el FDP podría no alcanzar el umbral del cinco por ciento necesario para permanecer en el Parlamento, y el SPD o Los Verdes se encontrarían posiblemente como socios menores en un gobierno dirigido por la alianza conservadoras formada por la Unión Demócrata Cristina y la Unión Social Cristiana (CDU/CSU).
Mientras tanto, la revista británica «The Economist» criticaba que Alemania ya no está cumpliendo su papel de liderazgo en Europa con Scholz, a diferencia de lo que ocurrió durante las largas cancillerías de Helmut Kohl (CDU, 1982-1998) y Angela Merkel (CDU, 2005-2021).
El actual canciller es casi invisible. «Una búsqueda en Google revela que el líder de Alemania es un hombre llamado Olaf Scholz, pero su figura es tan incolora que se le perdonaría no saberlo», se burlaba la publicación londinense.
