Luis Paulino Vargas
- La dinamo, que lo alimenta y le provee energía, es el malestar –y de hecho la bronca, la cólera– que, a lo largo de años, y a través de sucesivos gobiernos, anidó y creció en el ánimo de un sector nada despreciable de la población costarricense.
- Esto se vehiculiza a través de un ejercicio de demagogia que el presidente maneja con singular destreza. Es como al modo de un poderoso embrujo, el cual arrastra a ese sector de la población que mencioné, lo cual es posible, en parte gracias al disgusto que la gente lleva entre pecho y espalda, en parte facilitado por las deficiencias educativas y por un entorno cultural que logra anestesiar el pensamiento crítico.
- Siendo eso lo que lo energiza y pone en movimiento, el proyecto de Chaves tiene tres motivaciones principales, como al modo de las metas hacia las que se mueve: una es la corrupción, sin límites y sin escrúpulos. La segunda: un odio patológico hacia Costa Rica, que se manifiesta en el desprecio total hacia el legado que muchas generaciones de costarricenses nos dejaron, y el afán por destruir ese legado hasta no dejar piedra sobre piedra. La tercera es su propuesta protofascista: autoritaria, enemiga de la inteligencia y el estudio, contraria al pluralismo y las libertades republicanas, enemiga acérrima de los movimientos que reivindican los derechos de las mujeres y llena de odio, sin atenuantes ni disimulos, a las minorías de la diversidad sexual y de género.
- ¿Qué podemos esperar? Admito que hay momentos en que me cuesta mantener a flote el optimismo. Y no solo porque hay un sector significativo de la población que, sin lograr entender el verdadero significado de este juego, se muestra dispuesto a acompañar a Chaves en su labor de demolición. La cuestión es que tampoco hay una fuerza –pero tampoco la confluencia de un conjunto de fuerzas– que pueda frenar esa cruzada de destrucción.
- Esas fuerza o fuerzas deberían desplegarse por dos cursos, complementarios y ambos necesarios: el de la oposición –que frene los desmanes y estropicios del proyecto chavista– y el de la propuesta de un proyecto de cambio progresista, para corregir los vicios y corruptelas del pasado y potenciar lo mejor del legado histórico recibido, y, así, abrirnos a una nueva etapa, levantada sobre las bases de una democracia fortalecida y remozada, una economía que funcione, prioritariamente, a favor de la gente y, en fin, una sociedad que cultive la paz y el diálogo desde la justicia y la equidad.
- En estos 28 meses del gobierno de Chaves, el Frente Amplio ha quedado claramente posicionado como “EL” partido de oposición: una oposición valiente, reflexiva, estudiosa, muy sólida y muy honesta. El PLN, siendo la minoría legislativa más grande, tan solo ha jugado un papel muy gris. Está lejos de brindar la alternativa que, por tradición y por historia, debería ser capaz de aportar. Los demás partidos –y en particular el PUSC y los evangélicos– son veletas oportunistas que se mueven al ritmo que Chaves les toca.
- Necesitamos mucho más: una fuerza de oposición que se exprese a nivel social en forma firme y vigorosa, y todo un nuevo proyecto de país. Necesitamos, en fin, un pacto nacional en el cual haya una amplia confluencia de las múltiples expresiones sociales y políticas que conservan vivo su compromiso con la democracia, las libertades republicanas y la justicia social.
– Econimista
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