Acerca del proyecto político de Rodrigo Chaves

Luis Paulino Vargas

Chaves

  1. La dinamo, que lo alimenta y le provee energía, es el malestar –y de hecho la bronca, la cólera– que, a lo largo de años, y a través de sucesivos gobiernos, anidó y creció en el ánimo de un sector nada despreciable de la población costarricense.
  2. Esto se vehiculiza a través de un ejercicio de demagogia que el presidente maneja con singular destreza. Es como al modo de un poderoso embrujo, el cual arrastra a ese sector de la población que mencioné, lo cual es posible, en parte gracias al disgusto que la gente lleva entre pecho y espalda, en parte facilitado por las deficiencias educativas y por un entorno cultural que logra anestesiar el pensamiento crítico.
  3. Siendo eso lo que lo energiza y pone en movimiento, el proyecto de Chaves tiene tres motivaciones principales, como al modo de las metas hacia las que se mueve: una es la corrupción, sin límites y sin escrúpulos. La segunda: un odio patológico hacia Costa Rica, que se manifiesta en el desprecio total hacia el legado que muchas generaciones de costarricenses nos dejaron, y el afán por destruir ese legado hasta no dejar piedra sobre piedra. La tercera es su propuesta protofascista: autoritaria, enemiga de la inteligencia y el estudio, contraria al pluralismo y las libertades republicanas, enemiga acérrima de los movimientos que reivindican los derechos de las mujeres y llena de odio, sin atenuantes ni disimulos, a las minorías de la diversidad sexual y de género.
  4. ¿Qué podemos esperar? Admito que hay momentos en que me cuesta mantener a flote el optimismo. Y no solo porque hay un sector significativo de la población que, sin lograr entender el verdadero significado de este juego, se muestra dispuesto a acompañar a Chaves en su labor de demolición. La cuestión es que tampoco hay una fuerza –pero tampoco la confluencia de un conjunto de fuerzas– que pueda frenar esa cruzada de destrucción.
  5. Esas fuerza o fuerzas deberían desplegarse por dos cursos, complementarios y ambos necesarios: el de la oposición –que frene los desmanes y estropicios del proyecto chavista– y el de la propuesta de un proyecto de cambio progresista, para corregir los vicios y corruptelas del pasado y potenciar lo mejor del legado histórico recibido, y, así, abrirnos a una nueva etapa, levantada sobre las bases de una democracia fortalecida y remozada, una economía que funcione, prioritariamente, a favor de la gente y, en fin, una sociedad que cultive la paz y el diálogo desde la justicia y la equidad.
  6. En estos 28 meses del gobierno de Chaves, el Frente Amplio ha quedado claramente posicionado como “EL” partido de oposición: una oposición valiente, reflexiva, estudiosa, muy sólida y muy honesta. El PLN, siendo la minoría legislativa más grande, tan solo ha jugado un papel muy gris. Está lejos de brindar la alternativa que, por tradición y por historia, debería ser capaz de aportar. Los demás partidos –y en particular el PUSC y los evangélicos– son veletas oportunistas que se mueven al ritmo que Chaves les toca.
  7. Necesitamos mucho más: una fuerza de oposición que se exprese a nivel social en forma firme y vigorosa, y todo un nuevo proyecto de país. Necesitamos, en fin, un pacto nacional en el cual haya una amplia confluencia de las múltiples expresiones sociales y políticas que conservan vivo su compromiso con la democracia, las libertades republicanas y la justicia social.

Econimista

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