Moshé Machover
El 15 de febrero el cadáver disecado de la «solución» de dos estados (S2E) para el conflicto entre el estado colonial sionista de Israel y del pueblo árabe palestino colonizado fue finalmente enterrado. Uno está tentado de decir ‘RIP’, pero es mucho más probable que descansar en guerra que en paz. El entierro tuvo lugar en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, durante la cual el nuevo líder de la «comunidad internacional» absolvió a su sonriente protegido, Binyamin (‘Bibi’) Netanyahu incluso de fingir que persigue el fantasma de la S2E (1). Así puso fin a un viejo compromiso oficial de EE UU, formalizado por GW Bush en su discurso sobre la ‘hoja de ruta’ (24 de junio de 2002) (2), pero informalmente se remonta a la presidencia de Bill Clinton.
Como ya he explicado en artículos anteriores (3), ningún partido sionista importante está realmente dispuesto a aceptar un Estado palestino soberano junto a Israel ‘al oeste del río Jordán’. Pero, mientras que los sionistas laboristas (ahora parte del Campo Sionista dirigido por Yitzhak Herzog) estaban dispuestos a participar indefinidamente en el ‘proceso de paz’, la paciencia de Netanyahu, de la mayoría de su partido Likud, y de sus socios de gobierno ultra-fanáticos, se ha agotado y solo piensan en anexionarse Cisjordania (la pequeña, densamente poblada, Franja de Gaza no está en el menú por el momento). Así, en abril de 2014 el Secretario de Estado de Barack Obama, John Kerry, llegó a la conclusión de que, debido al obstruccionismo de Israel, el ‘proceso de paz’ se había “desinflado” (4).
La cumbre secreta de Aqaba
Con el fin de comprender el significado pleno de la declaración de Trump, que da a Netanyahu un cheque en blanco para hacer lo que quiera en la cuestión palestina, debemos señalar dos acontecimientos históricos anteriores. El primero de ellos fue una cumbre convocada por el preternaturalmente persistente Kerry como último intento de resucitar la S2E. Se llevó a cabo durante la última semana de febrero de 2016 en el puerto jordano de Aqaba, en el Mar Rojo, y se mantuvo en secreto durante un año, hasta que la historia fue filtrada a Ha’aretz (probablemente por alguien muy cercano a Kerry), que lo publicó el 19 de febrero de 2017 (5). Los participantes, además de Kerry, fueron Netanyahu, el rey Abdullah II de Jordania y el presidente de Egipto, Abdel Fattah al-Sissi. El presidente de la (llamada) Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, no fue invitado (a fin de no abrumarlo con las concesiones que se le ordenaría hacer), pero se le mantuvo informado.
Sus tres interlocutores hicieron a Netanyahu una oferta que no podía rechazar abiertamente, ya que abordaba todos sus pretextados reparos anteriores. Según Ha’aretz:
“Kerry … elaboró un documento que incluía principios para la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos en el marco de una iniciativa de paz regional con la participación de los países árabes. El plan que formuló a principios de 2016 era idéntico al que se presentó a finales de ese año – tres semanas antes de que Donald Trump llegase a la Casa Blanca. Estos son los seis principios:
• Fronteras internacionales seguras y reconocidas entre Israel y un Estado palestino contiguo sostenible basado en las fronteras de 1967, con intercambio de bolsas de territorio.
• Aplicación de la visión de la resolución 181 de la ONU (el plan de partición) para dos estados para dos pueblos, uno judío y otro árabe – que se reconocen entre sí y dan los mismos derechos a sus ciudadanos.
• Una solución justa, acordada, equitativa y realista al problema de los refugiados palestinos que se ajusta a una solución de dos estados para dos pueblos y que no altere el carácter básico de Israel.
• Una solución acordada sobre Jerusalén como capital de ambos países, reconocida por la comunidad internacional y con libertad de acceso garantizada a los lugares sagrados, de acuerdo con el status quo.
• Una respuesta a las necesidades de seguridad de Israel, lo que garantizará la capacidad de Israel para protegerse de manera eficaz y asegurar la capacidad de Palestina para dar seguridad a sus ciudadanos en un estado soberano, desmilitarizado.
• El fin del conflicto y de las reivindicaciones, lo que permitirá una normalización de las relaciones y el aumento de la seguridad regional para todos, de acuerdo con la visión de la Iniciativa de Paz Árabe”.
La referencia a la resolución de la Asamblea General de la ONU 181 es extremadamente importante, ya que incluye el reconocimiento de Israel «como Estado judío»: una exigencia a menudo planteada por Netanyahu con la esperanza de que sería rechazada por el lado árabe.
Netanyahu no podía rechazar este plan pura y simplemente, sino que – como era de esperar – ganó tiempo. Al parecer, señaló que para que Israel aceptase el plan, necesitaría ampliar la coalición de gobierno para incluir al Campo Sionista. Por consiguiente, inició conversaciones con Herzog, informándole sobre el plan de Aqaba e invitándole a entrar en el gobierno. Sin embargo, Herzog tuvo la impresión de que Netanyahu no hablaba en serio, y no tenía ninguna intención real de comprometerse con el plan de Aqaba. Nada salió de las conversaciones y Netanyahu designó al gorila extremista de Avigdor Lieberman ministro de Defensa. Una vez más, Netanyahu logró evitar un plan para la S2E, esta vez en su versión definitiva, la más favorable a las ambiciones sionistas.
No es extraño que el discurso de despedida de Kerry, el 28 de diciembre de 2016, en el que recapituló su plan de Aqaba, mostrase tanta ira y frustración (6).
Preludio a la anexión
El segundo hito fue la promulgación por la Knesset el 6 de febrero de 2017, por 60 votos a 52, de la llamada eufemísticamente Ley de Judea y Samaria – conocida mejor y más adecuadamente como la Ley de Expropiación (7). La Ley faculta al gobierno israelí a legalizar de manera retroactiva los asentamientos judíos en Cisjordania situados en terrenos de propiedad privada de palestinos.
Lo más significativo de este robo legalizado es que implícitamente cambia la situación jurídica de Cisjordania. El robo sionista de tierra palestina en Cisjordania ha tenido lugar desde que fue ocupada en 1967. Sin embargo, hasta ahora el instrumento «legal» han sido edictos emitidos por los comandantes militares israelíes, alegando la «seguridad» o «exigencias militares” para la expropiación forzada de tierra. Cisjordania era tratada como un territorio ocupado, no como un territorio bajo soberanía israelí. Pero – como han señalado nada menos que el presidente de Israel, Reuven Rivlin, y el ex ministro de Justicia, Dan Meridor, ambos miembros del Likud – la Knesset no tiene poder para legislar sobre los derechos de propiedad de extranjeros fuera del territorio soberano de Israel (8). Por otra parte, el fiscal general de Israel, Avihai Mandelblit, ha anunciado que él sería incapaz de defender la nueva ley en el Tribunal Supremo, ya que es inconstitucional y viola el derecho internacional. De hecho, es muy posible que el Tribunal Supremo se pronuncie en este sentido. Pero lo que esta Ley muestra claramente es que los dirigentes israelíes están preparando la anexión formal o semi-formal de Cisjordania.
Es inquietante que los llamamientos a la anexión han ido aumentando en número y volumen. En el extremo más «liberal» de los círculos sionistas gobernantes se encuentra el presidente Rivlin. Como he señalado antes, se opone a la nueva Ley de Expropiación porque se aplica a áreas fuera del territorio soberano de Israel y afecta la propiedad de personas que no son ciudadanos israelíes. Su solución: anexar la totalidad de Cisjordania y conceder a sus habitantes árabes palestinos la ciudadanía israelí (9). En esto es un verdadero seguidor de Vladimir Jabotinsky, el fundador de la derecha ( «revisionista») sionista, que defendía la colonización judía de Palestina, suprimiendo a la fuerza la previsible oposición de los árabes indígenas, pera más tarde otorgarles igualdad de derechos (10).
Sin embargo, Jabotinsky escribía en el período de entreguerras, cuando había una población judía grande, oprimida, en Polonia y otros países de Europa del Este, y contaba con una emigración judía masiva a Palestina que reduciría rápidamente a los árabes indígenas palestinos a una minoría. La situación de la diáspora judía actual es muy diferente. Los judíos de Europa del Este fueron en su mayor parte exterminados por los nazis; y las actuales comunidades judías en Europa y Estados Unidos no están oprimidas, sino que son prósperas. Hay pocas posibilidades de una nueva emigración judía masiva a un Israel expandido, que pudiera garantizar una mayoría judía.
El esquema de Rivlin es realista desde un punto de vista sionista, como Ha’aretz ha señalado cortésmente (11). El régimen sionista no lo permitirá. Los fanáticos religiosos, que no son precisamente liberales sino unos fanáticos racistas y son los que dirigen Israel, se saldrán con la suya, sobre todo ahora que creen que Trump les ha concedido carta blanca: una carta blanca de la Casa Blanca. Probablemente procedan por etapas, comenzando por las áreas que ya están colonizadas por Israel de forma compacta y tienen poblaciones palestinas escasas. Las concentraciones de población palestina serán aisladas, compactadas y almacenadas, a la espera de una eventual limpieza étnica, cuando se presente la oportunidad, tal vez una conflagración regional. Y con el actual ocupante de la Oficina Oval puede ocurrir antes de lo que pensamos. El resultado sería un solo estado, sionista.
¿Lo permitirá la «comunidad internacional»? El expansionismo sionista puede apoyarse en precedentes prometedores: además de la Nakba original de 1947- 1949, existe también el caso de las alturas del Golán sirio. Israel no es la Rusia de Putin, y el Golán no es Crimea: mientras que la banda de Putin recurrió a celebrar un referéndum antes de la anexión de la península, Israel tomó la vía más simple de la limpieza étnica de la mayoría de los habitantes del Golán en 1967, antes de la anexión oficial en 1981. ¿se impuso entonces alguna sanción a Israel? No, estúpido, se te acaba de decir que Israel no es Rusia. De hecho, aunque ningún país ha reconocido formalmente la anexión y aceptado la limpieza étnica, el mundo se ha acostumbrado a considerar los Altos del Golán como parte de Israel, y la línea que los separa del resto de Siria es descrita en general en los medios de comunicación como la frontera de Israel con Siria.
La única esperanza de prevenir una nueva Nakba es una movilización masiva de la opinión pública mundial progresista.
Notas
1. https://www.youtube.com/watch?v=SmfseeZt5fA.
2. https://en.wikipedia.org/wiki/Road_map_for_peace.
3. Por ejemplo, «En busca de legitimidad ‘ Weekly Worker 18 de septiembre de 2014.
4. New York Times, 8 de abril de 2014.
5. www.haaretz.com/israel-news/.premium-1.772531.
7. https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=Regulation_Law&oldid=76560530
8. www.haaretz.com/opinion/.premium-1.769360.
9. www.haaretz.com/israel-news/1.771526.
10. V Jabotinsky, «El muro de hierro ‘(O Zheleznoistene), publicado el 4 de noviembre de 1923 en la revista en idioma ruso Rassvyet (amanecer); Traducción al inglés: www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/Zionism/ironwall.html.
11. Ha’aretz editorial: www.haaretz.com/opinion/editorial/1.772039.
Moshé Machover veterano militante socialista antisionista israelí que fue co-fundador de la extinta Organización Socialista de Israel (Matzpen). En la actualidad vive en Londres. Es profesor emérito de filosofía del King’s College, de la Universidad de Londres. Su libro más reciente es Israelis and Palestinians: conflict and resolution, London 2012.
Fuente: http://weeklyworker.co.uk/worker/1143/burial-of-the-two-state-solution/
Traducción: Enrique García para sinpermiso.info