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La obertura es una forma de composición de origen francés y cuya traducción literal significa apertura. Consiste en una pieza, generalmente para orquesta, destinada a su ejecución en conciertos como obra independiente, o bien a preceder y preparar a una ópera, oratorio, ballet, o alguna otra obra de carácter teatral.
En el S.XVII coexisten dos tipos de obertura:
Obertura francesa: Su máximo exponente es Jean-Baptiste Lully, y está construida por la unión de tres movimientos, a saber, Lento-Vivo-Lento.
Obertura italiana: Su máximo exponente es Antonio Scarlatti, y está construida por la unión de tres movimientos, a saber, Vivo-Lento-Vivo.
Posteriormente, compositores como Rameau y Gluck introdujeron modificaciones en la Obertura, sobre todo en el número de movimientos. En Alemania se aplicó el término obertura a una suite orquestal que comenzaba con una obertura. Famosas son las suites orquestales compuestas por Juan Sebastián Bach.
La obertura de concierto, que es la forma que aquí presentamos específicamente, era una pieza independiente construida bajo la forma sonata, y frecuentemente ocupaba el primer movimiento de una Sinfonía. Incluso llegó a tener cierta vida propia, alcanzando notoriedad en algún momento, legándonos algunos grandes compositores muestras fabulosas de este tipo de género. Se la solía interpretar en las salas de concierto de la Europa dieciochesca y decimonónica en los intermezzo, como telón de fondo. Es decir: se las tenía por obras menores, “relleno” mientras se hacían relaciones sociales.
Hoy día se las aprecia por su valor estilístico, contándose con exquisitas oberturas que ya pasaron a ser famosas, con un valor de piezas independientes.
Dejamos algunos ejemplos de oberturas famosas de grandes compositores europeos:
1. “Rico de un día”, de Antonio Salieri
2. “Coriolano”, de Ludwig van Beethoven
3. “La caverna de Fingal”, de Félix Mendelssohn