
Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca.
Jorge Luis Borges, escritor Argentino (1899-1986)
Cada 24 de octubre se celebra el Día Internacional de las Bibliotecas, una fecha para rendir homenaje a esos templos del conocimiento que han acompañado a la humanidad desde sus orígenes. En una era dominada por la inmediatez digital, las bibliotecas continúan siendo un refugio de sabiduría, memoria y comunidad. No solo guardan libros: resguardan la historia del pensamiento humano.
De tablillas a megabibliotecas
Las primeras huellas de lo que hoy llamamos biblioteca se remontan a la antigua Sumeria, en la región histórica de Mesopotamia. Allí, arqueólogos descubrieron tabletas de arcilla meticulosamente organizadas con escritura cuneiforme, donde se registraban ventas y transacciones comerciales.
Siglos más tarde, la Gran Biblioteca de Alejandría intentó una empresa mucho más ambiciosa: reunir todo el conocimiento del mundo antiguo en un solo lugar. Su trágica destrucción —atribuida al fuego provocado durante una operación militar de Julio César en el 48 a.C.— marcó para siempre la memoria colectiva sobre el valor de preservar el saber.
El poder de los libros
Desde entonces, las bibliotecas se multiplicaron y transformaron, adaptándose a los tiempos sin perder su esencia. Hoy existen verdaderos colosos del conocimiento, como la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, considerada la más grande del mundo, con más de 164 millones de publicaciones en 450 idiomas. O la Biblioteca Británica, su rival del otro lado del Atlántico, que alberga 150 millones de obras, desde manuscritos medievales hasta partituras y mapas. A diferencia de la estadounidense, la mayoría de sus colecciones están abiertas a la consulta pública.
Otras bibliotecas destacan por su singularidad, por ejemplo la Biblioteca Haskell, se alza justo sobre la frontera entre Estados Unidos y Canadá; una línea negra en el piso separa ambos países, mientras los lectores comparten el mismo espacio. Y en Shanghái, China, el JW Marriott presume la biblioteca más alta del planeta, ubicada en el piso 60 del hotel, un misterio a 230 metros de altura, porque se sble porque está ahí.
Guardianes de la memoria
Detrás de cada biblioteca hay bibliotecarios, esos custodios del conocimiento que, desde el primer bibliothecarius conocido —un monje romano del siglo IX llamado Anastasias— hasta los más modernos curadores digitales, comparten una misma vocación, cual es organizar el caos de la información para que otros puedan encontrar la luz del saber.
No es casual que grandes nombres de la historia fueran bibliotecarios: Jacob Grimm, Golda Meir, Mao Zedong, Philip Larkin, Borges, Goethe o Lewis Carroll. Todos ellos, a su manera, comprendieron la magia que se esconde entre los anaqueles.
El alma de los pueblos
Las bibliotecas no son simples depósitos de libros. Son lugares donde las ideas respiran, donde se encuentra refugio en el silencio y compañía en las palabras. En un mundo que parece correr sin pausa, ellas nos recuerdan que el conocimiento requiere tiempo, paciencia y curiosidad.
El filósofo romano Cicerón lo dijo hace más de dos mil años: “Una habitación sin libros es como un cuerpo sin alma”. Quizás por eso, todavía hoy, entrar en una biblioteca produce una sensación especial: la certeza de que, mientras existan libros y alguien dispuesto a leerlos, la humanidad seguirá teniendo alma.
Datos curiosos sobre las bibliotecas
- El libro más robado del mundo: el Libro Guinness de los Récords.
- Una deuda presidencial: George Washington pidió prestado “La Ley de las Naciones” en 1789… y lo devolvieron 221 años después.
- Bibliotecas y fronteras: la Haskell divide físicamente Estados Unidos y Canadá, pero une a sus lectores.
- De los monjes a los músicos: Frank Zappa lo resumió con ironía: “Si quieres tener sexo, ve a la universidad. Si quieres educación, ve a una biblioteca.”
- La biblioteca más antigua en funcionamiento: La Biblioteca Malatestiana, en Cesena (Italia), fundada en 1452, es considerada la primera biblioteca pública del mundo y la única del Renacimiento que se conserva intacta. Aún mantiene sus bancos de lectura, cadenas y manuscritos originales.
- Una biblioteca sobre ruedas… de elefante: En zonas rurales de Tailandia, existen bibliotecas móviles transportadas por elefantes, que llevan libros a comunidades aisladas. Es un proyecto impulsado por la Fundación del Libro de Tailandia para promover la lectura en áreas sin acceso a vehículos.
- La biblioteca del desierto: En Mauritania, la antigua ciudad de Chinguetti alberga bibliotecas familiares con manuscritos islámicos del siglo XIII, conservados en el calor del Sahara. Cada familia cuida su colección como un tesoro ancestral, y los textos incluyen tratados de astronomía, derecho y poesía.
- La biblioteca más al norte del planeta: En el archipiélago de Svalbard, Noruega, la biblioteca pública de Longyearbyen —ubicada a menos de 1.300 kilómetros del Polo Norte— atiende a investigadores y residentes que pasan meses entre la nieve y la oscuridad polar. Es un refugio cultural en medio del Ártico.
- La biblioteca más remota del mundo: En el desierto de Sahara Occidental, una biblioteca móvil llamada Biblioteca del Desierto recorre pueblos nómadas en camellos. Cada carga lleva libros, mapas y cuentos infantiles, conectando comunidades que no tienen acceso a internet ni electricidad.
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