IZAR UNA BANDERA SOBRE EL REICHSTAG │ Tugeny khaldei, 1945
«ESTO ES LO QUE he estado esperando durante 1.400 días», dijo el ucraniano Yevgeny Khaldei mientras contemplaba las ruinas de Berlín el 2 de mayo de 1945. Tras cuatro años luchando y fotografiando por toda Europa del Este, el soldado del Ejército Rojo llegó al corazón de la patria de los nazis armado con su telémetro Leica III y una enorme bandera soviética que su tío, sastre, había confeccionado para él con tres manteles rojos. Adolf Hitler se había suicidado dos días antes, pero la guerra seguía su curso cuando Khaldei se dirigió al Reichstag. Allí pidió a tres soldados que se unieran a él y subieron por unas escaleras rotas hasta el parapeto empapado de sangre del edificio del parlamento. Mirando a través de su cámara, Khaldei supo que tenía la foto que había esperado:
«Estaba eufórico». En la impresión, Khaldei dramatizó la imagen intensificando el humo y oscureciendo el cielo -incluso borrando parte del negativo- para crear una escena romántica que era en parte realidad, en parte artificio y en parte patriotismo. Publicada en la revista rusa Ogonek, la imagen se convirtió instantáneamente en un icono propagandístico. Y no era para menos. La bandera que sobresalía del corazón del enemigo exaltaba la nobleza del comunismo, proclamaba que los soviéticos eran los nuevos señores e insinuaba que, al bajar el telón de la guerra, el primer ministro José Stalin pronto izaría uno nuevo y frío de hierro por todo el país.
Basado en un especial de la revista Time