Nuevas fronteras sin contar con los afectados

Siete veces en que las grandes potencias se confabularon para negociar nuevas fronteras sin contar con los afectados

(De izquierda a derecha): Neville Chamberlain, Édouard Daladier, Adolf Hitler, Benito Mussolini y el ministro de Asuntos Exteriores italiano Galeazzo Ciano antes de firmar el Acuerdo de Múnich, que cedió los Sudetes a Alemania.
German Federal Archives/Wikimedia Commons

Matt Fitzpatrick, Flinders University

La decisión de Estados Unidos de negociar con Rusia la soberanía de Ucrania sin contar con la voz de los ucranianos, así como el intento descaradamente extorsivo de Donald Trump de reclamar la mitad de la riqueza mineral rara de este país como precio por el apoyo continuo de EE. UU., revela mucho sobre cómo el presidente estadounidense ve a Ucrania y Europa.

Pero esta no es la primera vez que grandes potencias se confabulan para negociar nuevas fronteras o esferas de influencia sin contar con la opinión de las personas que viven allí.

Estas políticas de poder tan despóticas rara vez terminan bien para los afectados, como muestran estos siete ejemplos históricos.

1. La lucha por África

En el invierno de 1884-1885, el líder alemán Otto von Bismarck invitó a las potencias de Europa a Berlín para una conferencia con el fin de formalizar la división de todo el continente africano entre ellas. Ni un solo africano estuvo presente en la conferencia que llegaría a conocerse como “La repartición de África”.

Entre otras cosas, la conferencia condujo a la creación del Estado Libre del Congo bajo control belga, escenario de atrocidades coloniales que mataron a millones de personas.

Alemania también estableció la colonia de África del Sudoeste Alemana (actual Namibia), donde más tarde se perpetró el primer genocidio del siglo XX contra sus pueblos colonizados.

Cómo cambiaron las fronteras de África tras la conferencia de Berlín.
Wikimedia Commons/Somebody500

2. La Convención Tripartita

No solo se dividió África de esta manera. En 1899, Alemania y Estados Unidos celebraron una conferencia y forzaron un acuerdo con los samoanos para dividir sus islas entre las dos potencias.

Esto fue a pesar de que los samoanos expresaron su deseo de autogobierno o de una confederación de estados del Pacífico con Hawái. A modo de “compensación” por quedarse sin Samoa, Gran Bretaña recibió la primacía indiscutible sobre Tonga.

Samoa alemana quedó bajo el dominio de Nueva Zelanda después de la Primera Guerra Mundial y siguió siendo un territorio hasta 1962. Samoa americana (además de varias otras islas del Pacífico) sigue siendo territorio estadounidense hasta el día de hoy.

3. El Acuerdo Sykes-Picot

Cuando la Primera Guerra Mundial estaba en pleno apogeo, los representantes británicos y franceses se sentaron para acordar cómo dividirían el Imperio Otomano una vez que terminara. Como potencia enemiga, los otomanos no fueron invitados a las conversaciones.

Juntos, Mark Sykes de Inglaterra y François Georges-Picot de Francia redefinieron las fronteras de Oriente Medio de acuerdo con los intereses de sus naciones.

El Acuerdo Sykes-Picot iba en contra de los compromisos adquiridos en una serie de cartas conocidas como la correspondencia Hussein-McMahon. En estas cartas, Gran Bretaña prometió apoyar la independencia árabe del dominio turco.

El Acuerdo Sykes-Picot también fue contrario a las promesas que Gran Bretaña hizo en la Declaración Balfour de apoyar a los sionistas que querían construir una nueva patria judía en la Palestina otomana.

El acuerdo se convirtió en el origen de décadas de conflicto y desgobierno colonial en Oriente Medio, cuyas consecuencias se siguen sintiendo hoy en día.

Mapa que muestra las zonas de control e influencia en Oriente Medio acordadas entre británicos y franceses.
The National Archives (UK)/Wikimedia Commons

4. El Acuerdo de Múnich

En septiembre de 1938, el primer ministro británico Neville Chamberlain y el primer ministro francés Édouard Daladier se reunieron con el dictador fascista de Italia, Benito Mussolini, y con el alemán Adolf Hitler para firmar lo que se conoció como el Acuerdo de Múnich.

Los líderes trataron de evitar la propagación de la guerra por Europa después de que los nazis de Hitler fomentaran un levantamiento y comenzaran a atacar las zonas de habla alemana de Checoslovaquia conocidas como los Sudetes. Lo hicieron con el pretexto de proteger a las minorías alemanas. No se invitó a ningún checoslovaco a la reunión.

La reunión sigue siendo vista por muchos como la “Traición de Múnich”, un ejemplo clásico de un apaciguamiento fallido de una potencia beligerante con la falsa esperanza de evitar la guerra.

5. La Conferencia de Évian

En 1938, 32 países se reunieron en Évian-les-Bains (Francia) para decidir cómo tratar a los refugiados judíos que huían de la persecución en la Alemania nazi.

Antes de que comenzara la conferencia, Gran Bretaña y Estados Unidos habían acordado no presionarse mutuamente para levantar la cuota de judíos que aceptarían en Estados Unidos o en la Palestina británica.

Aunque Golda Meir (la futura líder israelí) asistió a la conferencia como observadora, ni ella ni ningún otro representante del pueblo judío pudieron participar en las negociaciones.

Los asistentes no lograron llegar a un acuerdo sobre la aceptación de refugiados judíos, con la excepción de la República Dominicana. Y la mayoría de los judíos en Alemania no pudieron marcharse antes de que el nazismo alcanzara su nadir genocida en el Holocausto.

6. El Pacto Molotov-Ribbentrop

Cuando Hitler planeó su invasión de Europa del Este, quedó claro que su principal escollo era la Unión Soviética. Su respuesta fue firmar un falso tratado de no agresión con la URSS.

Joseph Stalin y Joachim von Ribbentrop tras la firma del Pacto Molotov-Ribbentrop.
German Federal Archives/Wikimedia Commons

El tratado, que lleva el nombre de Vyacheslav Molotov y Joachim von Ribbentrop (los ministros de Asuntos Exteriores soviético y alemán), garantizaba que la Unión Soviética no respondería cuando Hitler invadiera Polonia. También dividió Europa en esferas nazis y soviéticas. Esto permitió a los soviéticos expandirse hacia Rumanía y los Estados bálticos, atacar Finlandia y tomar su parte del territorio polaco.

Como era de esperar, algunos en Europa del Este ven las actuales conversaciones entre Estados Unidos y Rusia sobre el futuro de Ucrania como un resurgimiento de este tipo de diplomacia secreta que dividió a las naciones más pequeñas de Europa entre las grandes potencias en la Segunda Guerra Mundial.

7. La Conferencia de Yalta

Con la inminente derrota de la Alemania nazi, el primer ministro británico Winston Churchill, el dictador soviético Josef Stalin y el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt se reunieron en 1945 para decidir el destino de la Europa de la posguerra. Esta reunión fue conocida como la Conferencia de Yalta.

Junto con la Conferencia de Potsdam celebrada varios meses después, Yalta creó la arquitectura política que conduciría a la división de Europa en la Guerra Fría.

En Yalta, los “tres grandes” decidieron la división de Alemania, mientras que a Stalin también se le ofreció una esfera de interés en Europa del Este.

Esto tomó la forma de una serie de estados tapón controlados políticamente en Europa del Este, un modelo que algunos creen que Putin pretende emular hoy en día en Europa oriental y sudoriental.The Conversation

Matt Fitzpatrick, Professor in International History, Flinders University

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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