José María Lavín de la Cavada, Universidad Internacional de Valencia
Él mismo eligió su fecha de nacimiento. Un buen comienzo en la vida de un inmortal de la ciencia ficción como Isaac Asimov. Nació en Petrovichi, una pequeña aldea rusa, y cuando vino al mundo nadie tomó nota, no se llevó a cabo ningún registro. Nació en algún momento entre el 4 de octubre de 1919 y el 2 enero de 1920. Fue él mismo quien eligió esta última fecha como día de su cumpleaños. Oficialmente, el 2 de enero de 1920, nació Isaac Asimov.
Novelista, científico, divulgador cultural… Ruso de nacimiento, pero neoyorkino de Brooklyn, de pura cepa, Asimov creó mundos y viajes en los que no participó nunca. Dio vida a robots y civilizaciones sin moverse de la costa este de Estados Unidos, donde trabajó como profesor de bioquímica en varias universidades.
Escribió guías sobre la Biblia
Comenzó a escribir ciencia ficción en 1939, a los 19 años, y continuó escribiendo durante toda su vida, aunque ya fue ampliando mucho su repertorio tocando muchos más palos que el de la fantasía científica.
Desde la divulgación científica hasta el estudio religioso, con sus guías sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento, pasando por sus libros de historia, Asimov fue uno de los autores más prolíficos del siglo XX y uno de los padres de lo que se ha llamado cultura popular.
A pesar de esa facilidad para desenvolverse en distintos géneros literarios, Asimov es uno de los nombres más rutilantes en la galaxia de escritores de ciencia ficción, junto a Arthur C. Clarke, Phillip K. Dick y Ray Bradbury, entre otros.
La muerte de un imperio galáctico
En su obra más famosa, la serie de las Fundaciones –compuesta por “Fundación” (1951), “Fundación e Imperio” (1952) y “Segunda Fundación” (1953), más tarde alargada en otros cuatro libros y varios cuentos–, Asimov puso en su caldero de pociones mágicas la estadística, la robótica, la psicología y la astronomía para contarnos la historia de un Imperio Galáctico que moría, inspirándose en el imperio romano.
Su capacidad de aderezar lo imaginado con lo real, unida a una comunicación escrita portentosa por su limpieza, honestidad y sencillez, le distingue de otros autores del género.
La ficción para hablar del ser humano
Asimov utilizaba la ciencia para hablar de la humanidad, del ser humano. La ciencia ficción siempre fue un camino y no un fin. No estaba en su espíritu apabullarnos con explicaciones confusas sino mostrar cómo los seres humanos del futuro se movían por las mismas pasiones y vicisitudes que los del presente.
Este humanismo le llevó a plantear como debían relacionarse los robots con los seres humanos, y creó sus conocidísimas tres Leyes de la Robótica, descritas en el cuento Círculo vicioso (1948). Estas leyes influyeron notablemente en la creación de ciencia ficción, pero también en la ciencia, y están contempladas en las bases del desarrollo de la inteligencia artificial.
Como visionario, Asimov solo podría compararse con Julio Verne. Entre otros anticipos del futuro, Asimov anunció la creación de la computadora y detalló su funcionamiento quince años antes de que científicos de la Universidad de Pennsylvania presentaran a [ENIAC](https://www.eafit.edu.co/ninos/reddelaspreguntas/Paginas/como-se-creo-la-primera-computadora.aspx#:~:text=El%20proyecto%20ENIAC%20(Computador%20e,que%20inclu%C3%ADa%20a%20Robert%20F.), el primer cerebro electrónico de la historia.
Sus personajes inolvidables
Uno de sus personajes más conseguidos y famosos es una mujer, la doctora Susan Calvin, primera psicóloga robótica de la historia de la humanidad. La doctora Calvin, junto a Hari Seldon, protagonizan la primera parte de la saga Fundación.
También es inolvidable Andrew Martin, el robot que se convierte en humano en El hombre bicentenario (1978). Inspirándose en el Pinocho (1883) de Carlo Collodi, en su hombre bicentenario Asimov convierte en humano a una máquina.
En series y plataformas
Las creaciones de Asimov están plenamente vigentes en adaptaciones para series y películas. El Hombre bicentenario (1999, Chris Columbus) y Viaje alucinante (1966, Richard Fleischer) han tenido gran éxito, y lo mismo ha ocurrido con Yo robot (2004, Alex Proyas) y con la serie Fundación (2021). Aunque en estos dos últimos casos las licencias que se toman con las obras originales han sido enormes.
Isaac Asimov falleció de sida en 1992. Contrajo el virus en una transfusión de sangre que se le realizó para una cirugía cardiovascular. En ese momento la familia decidió no contarlo, pero se incluyó en la biografía póstuma del autor.
El legado de Isaac Asimov perdura en sus escritos, que continúan inspirando a generaciones de lectores y científicos. Su capacidad para anticipar desarrollos tecnológicos y sociales, su destreza en la divulgación científica y su influencia en la ética de la inteligencia artificial lo convierten en una figura inmortal en la intersección entre la ciencia y la imaginación.
José María Lavín de la Cavada, Director del Máster Universitario de Comunicación Social y Cultural, Universidad Internacional de Valencia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.