Por André Klohn (dpa)
Las huellas que el mar Báltico dejó a la máquina alemana de cifrado «Enigma» son evidentes. La carcasa está cubierta de óxido y restos de caracoles, apenas queda algo de la madera del legendario dispositivo utilizado por los nazis para enviar mensajes codificados durante la Segunda Guerra Mundial.
Por pura coincidencia, un equipo de buzos de investigación encontró siete máquinas Enigma entre noviembre y enero pasados mientras recuperaban redes de pesca abandonadas y una hélice en el lecho marino de la bahía de Gelting, en la zona nororiental del mar Báltico.
El Instituto Fraunhofer de Investigación Aplicada de Lübeck, en el norte de Alemania, está analizando uno de los dispositivos hallados mediante tomografías computarizadas.
«Enigma», cuyo nombre procede de la palabra griega que significa acertijo, era una máquina compleja para los estándares de la época. El dispositivo electromecánico constaba de un teclado con las 26 letras del alfabeto, tres rotores, un clavijero, un reflector y un tablero donde quedaba iluminada la letra cifrada. Cada vez que se tecleaba una letra, una lámpara iluminaba alguna letra del centro de la máquina, formando el texto cifrado.
Tras una serie de intentos para tratar de descifrar los códigos producidos por la máquina, que se cambiaban cada 24 horas, finalmente el matemático británico Alan Turing logró descifrarla en 1941.
Esto tuvo gran influencia en la guerra submarina en el Atlántico, ya que a partir de entonces los británicos fueron capaces de leer los códigos encriptados y analizar los movimientos militares nazis sin que el enemigo lo supiera.
«Tomamos 4.000 imágenes individuales de rayos X de la Enigma desde diferentes ángulos y luego la reconstruimo algorítmicamente en una imagen 3D», explica Thorsten Buzug, director del Instituto de Ingeniería Médica de la Universidad de Lübeck.
«Si se hubiera utilizado esa dosis en un humano, eso hubiera equivalido a un tratamiento de radioterapia», acota. Pero en el caso de esta máquina, la cantidad de radiación no tiene importancia.
El resultado final es un modelo mucho más detallado que las imágenes convencionales de un tomógrafo en un hospital, cuya resolución es inferior a un milímetro. «En este caso entramos en el rango de los micrómetros», agrega.
Al menos una de las máquinas halladas en el fondo del Báltico será restaurada en el taller del Museo de Arqueología del Castillo de Gottorf, en el estado de Schleswig-Holstein, en el norte de Alemania.
«Las máquinas Enigma son hallazgos arqueológicos, registrados, examinados, investigados y publicados por la Oficina Arqueológica del Estado de Schleswig-Holstein en cooperación con el equipo de buzos y expertos», informó el director de la oficina, Ulf Ickerodt.
En tanto, los expertos de Lübeck están realizando un importante trabajo preliminar. En el detallado modelo en 3D del funcionamiento interno de la máquina no se aprecia, al menos a primera vista, ningún daño importante. Enigma está llena de sedimentos, lo que, según los arqueólogos, junto con el agua salada del Báltico proporcionó un entorno favorable para su conservación.
Tras su restauración, la idea es exhibir las máquinas en los museos de la región. «Hasta ahora hemos escaneado tres Enigma», indica Maximilian Wattenberg, agregando que en el interior de una de ellas también se descubrió un proyectil.
Asimismo, está previsto que las máquinas se archiven de forma digital.
«Aún hay mejillones, sedimentos y lodo fuertemente adheridos a la máquina», destaca Buzug. Por eso, el modelo de alta precisión ayudará al restaurador a retirar minuciosamente estos elementos del aparato.
El historiador Jann M. Witt, de la Asociación Naval Alemana, cree que las máquinas de cifrado fueron botadas al Báltico durante los últimos días de la guerra.
Witt supone que las máquinas fueron simplemente arrojadas por la borda en camino a la entrega de material bélico en la península de Schleimünde, en el Báltico, como consecuencia de la rendición alemana.
Por su parte, el jefe de la Oficina Estatal de Arqueología también ve una conexión con la llamada operación Arco Iris al final del conflicto, cuando las Fuerzas Armadas unificadas de la Alemania nazi destruyeron sus propias instalaciones militares y armas para que no cayeran en manos del enemigo.
Según Ickerodt, esto afectó a barcos enteros. Sin embargo, la mayoría de los naufragios fueron rescatados tras el final de la guerra.
Los científicos investigan ahora de qué barcos proceden las Enigma halladas. «En un caso, sabemos que se trata de una M4», detalla Ickerodt. Estos modelos, con cuatro rodillos giratorios, se utilizaban en los submarinos y tenían más capacidad de codificación que las máquinas con tres rotores, como las utilizadas en los barcos.
El director de la Oficina Arqueológica espera poder identificar los números de serie, a partir de los cuales los historiadores tendrán la posibilidad de vincular las Enigma con los barcos y las tripulaciones de esa época.
dpa