Vía costarricense
Johnny Soto Zúñiga
Lo que estamos viviendo en todo el mundo con la pandemia del coronavirus-Covid-19, y la cuarentena casi obligatoria de los seres humanos de encerrarse en sus casas, para de manera responsable evitar una mayor propagación de tan mortal virus y así poder frenar el colapso de los sistemas de salud pública en los países; nos pone a todos a pensar en el sentido de la vida y de que estamos de paso por este planeta. Cuando vemos cada día morir a muchas personas, nos da tristeza y preocupación de que todos estamos expuestos al virus, y que prácticamente nunca lo habíamos vivido de una manera tan horrible y espeluznante. Esto se vivió hace 100 años con la gripe española 1918-1919 y murieron entre 50 y 100 millones de personas. Que se tenga registro histórico de epidemias, pandemias y pestes desde la antigüedad hasta la fecha.Solo para mencionar algunas: La plaga de Atenas 430 a.C. a 429 a.C.; en el año 166 la peste Antonina en Roma; en 1666 la gran plaga de Londres; en 1817-1824 la 1era pandemia de Cólera importada de India por tropas británicas; 1889-1890 la gripe rusa comenzó en Rusia y se extendió rápidamente por toda Europa, alrededor de un millón de personas murieron; en 1918-1919 la gripe española; en 1979 el brote de viruela se propagó principalmente por Asia, África y Europa muriendo 56 millones de personas en todo el mundo. En 1981 la pandemia del Sida (VIH) con más de 30 millones de fallecidos y sigue en aumento; en 2009-2010 la pandemia de gripe A (H1N1) con 18.000 personas fallecidas en todo el mundo; en 2014 la epidemia de ébola con 4500 muertos y en 2014 el virus del Zika con 4030 de muertos, etc.
Llegamos con esta pandemia del Covid-19 con más de tres meses en que se descubrió en Wuham, China y que rápidamente se propagó alrededor del mundo y ahora el cristianismo celebra la Semana Mayor en el mes de abril; con las celebraciones judías (Pésaj, la huida de Egipto) que por cierto se dieron las 7 plagas hasta que el Faraón autorizó la salida de los hebreos de Egipto; y otras celebraciones que por ser eventos masivos no se podrán realizar las tradicionales misas, procesiones etc.; para evitar una propagación mayor y cumplir el protocolo del “distanciamiento social” que a nivel internacional y directrices emanadas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y autoridades nacionales. Esto conlleva y coincide que durante esta semana las personas puedan tener reflexiones de fe y alcanzar una mayor espiritualidad desde su casa al lado de sus familias; dejando la parte material en un segundo plano.
Todos queremos y oramos para que nuestros familiares y amigos no sufran y se vean expuestos a esta dura realidad de la posibilidad de contraer tan mortífera enfermedad; que a la fecha no existe una vacuna y todo está en etapa de estudio de parte de los científicos. La salud es primordial y es el mayor tesoro que todos podemos aquilatar; y vemos que lo material: el dinero, las propiedades, vehículos, viajes, reuniones sociales, eventos masivos etc.; pueden ser solo los medios útiles, pero no compran la salud y la vida de los seres humanos. Es por esta crítica situación sanitaria que debemos convertirnos en personas más espirituales; aunque debe ser siempre la forma de vida y no por ahora como una excepción circunstancial. Entonces debemos mentalmente encomendarnos a Dios El Eterno y Creador Universal, y comprender que Todo es Dios, que somos parte y una chispa de su Poder Omnipotente y Omnisciente; que el Altísimo es el Supremo que todo lo puede y que todas las personas y cosas manifiestan a EL. La mente, corazón, cuerpo y alma es infinito con Dios.
Se imponen las oraciones como una forma más espiritual. Debemos comprender que somos parte del Infinito, no existe separación de un “yo separado” del universo, no existe la “no-dualidad no significa que nosotros no existamos, pero significa que no existimos como creemos que existimos. Según la visión no-dual, los fenómenos, las fronteras y las formaciones que constituyen nuestro mundo son evanescentes, y están vacíos de existencia separada. Aparecen por un momento como pautas de gravedad, de impulso y de fuerza, como letras del alfabeto, que momentáneamente están distribuidas en palabras y un momento después se han ido. En términos relativos, las cosas son exactamente tal como parecen. Pero, en último término, todo es uno; o, en lenguaje teísta, todo es Dios. (Todo es Dios. Jay Michaelson. Págs.11 y 12)
El mundo atraviesa difíciles momentos; entonces cada ser humano debe fortalecer a las prácticas del corazón, a la devoción y a la bondad; y se reafirma mediante la oración y el arrepentimiento; avanzar hacia una transformación mental y espiritual privilegiando el amor a todo lo creado, la compasión y solidaridad hacia los demás; si nos cuidamos individualmente por ejemplo: acatar la directriz u orden de: “quédese en su casa” a su vez estamos cuidando de todos los seres humanos; dejamos a un lado el egoísmo y surge el verdadero amor por todos los seres vivos, la flora y la fauna. Surge la paciencia, la fortaleza, la resistencia y la comprensión. Estos son aspectos mentales que debemos privilegiar y sí comprendemos con raciocinio que no debemos colapsar el sistema de salud pública; estamos actuando con sabiduría y el corazón.
Al rezar una oración y plegaria es una práctica espiritual, dejando lo material y otros deseos mundanos; comprendiendo que no somos nada, dejando los “egos” y demás limitaciones, y solamente pensando en Dios como Omnipresente; y así entramos en el mundo infinito. Solo así podemos tener una verdadera conexión absoluta con El Altísimo, sólo existe Dios y nadie más, con respeto, la acción de gracias y alabanza. Seguidamente con fundamento en los Libros Sagrados de la Biblia transcribo lo siguiente: “Debes amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”, manda el Deuteronomio 6:5, inmortalizado en el primer párrafo del Shema. El Deuteronomio 10:12-13 dice: “Y ahora, oh Israel, ¿qué te pide YHVH, tu Dios, sino que temas a YHVH, tu Dios, que sigas todos sus caminos, amando y sirviendo a YHVH, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y observar los mandamientos y decretos de YHVH que yo te doy por tu propio bien?”.
“¡Ama a Dios y a los justos de Dios!” y “¡Con todo mi corazón te he buscado!”, grita el salmista. “El Uno Compasivo quiere el corazón”, dice el Talmud. Este tipo de relación con Dios, como cualquier relación, exige trabajo. No ocurre sin más, y, si lo hace, no perdura eternamente. Así, la meditación, el ritual, la práctica, la oración, el estudio, la nutrición del cuerpo, (apreciar lo que es bueno), estructurarse la vida de modo que haya tiempo para la reflexión no apresurarse siempre…, todas estas prácticas y, por supuesto, muchas otras también se convierten en prácticas de amor. No siempre es fácil, pero, si el amor fuera fácil, no sería amor en absoluto. (Op.Cit.Págs. 230 y 231).