Patrulla Internacional de Bares: Ponzaneando (Calle de Ponzano)

Especial para Cambio Político

Misión: Calle de Ponzano Dónde: Calle de Ponzano, Madrid, España (ver mapa)

Como ya es costumbre de este Cronista, con periodicidad de relojero acude bianualmente a Cortes para las magnas reuniones del cuerpo de su noble orden caballeresca. Y el ocio que deparan dichas asambleas es provechosamente empleado en recorrer algunos de los 15.000 bares que alberga Madrid, la ciudad con más bares en el mundo y no sólo eso, en el país en donde se ofrece la mejor comida de bar.

Luego de una meticulosa revisión en las publicaciones científicas y en los foros de discusión filosófica, el objeto de estudio escogido fue la calle de Ponzano, una venturosa travesía de poco más de un kilómetro de longitud en el distrito de Chamberí, casualmente adyacente a las calles de don Quijote y de Dulcinea y que es fácilmente accesible por los medios de transporte público de la villa.

 
Y aunque no existe un censo oficial, la página de internet www.ponzaning.es registra 54 templos de libación en las 15 cuadras que comprende la calle, nada mal para efectos de un patrullaje. Como era de esperar, no faltaron voluntarios que se ofrendaron para participar en la sacrificada inspección, que contó con la valiosa participación de uno de los caballeros fundadores de esta Patrulla, miembro de la selecta nobleza originaria que inició estas valientes incursiones hace poco más de tres lustros.

El rigor académico obligó a iniciar el recorrido en un punto medio, así que la Patrulla partió del cruce con la calle de Ríos Rosas hacia el sur. No más comenzar a caminar, los valientes exploradores comenzaron a apreciar puntos de interés: “Casa Fonzo”, “La Abadía de Chamberí”, “De Atún”… y antes de completar la media cuadra su instinto los hizo entrar a “El Doble”, un bar con pinta de taberna típica madrileña, que haciéndole honor a su nombre (y a su fama), posee dos locales en la famosa calle. La oferta culinaria estaba enfocada hacia los mariscos, por lo que la misión patrullera optó por degustar unos berberechos al vapor, tan exquisitos como atractivos se ven en la foto.

Luego de observar que en la siguiente cuadra se ubicaban doce bares y comprobar que estaban en un verdadero Edén gastronómico, los patrulleros debieron abandonar la ingenua idea de visitar todos los lugares que parecían interesantes. Además otros como el famoso “Fide”, se encontraban llenos a más no poder y eso que eran apenas las ocho de la noche, prácticamente un horario de matiné para la vida nocturna madrileña. Así que la Patrulla se enfocó en los lugares con las mejores referencias y presta ocupó los últimos espacios disponibles en el “Smoking club”, la actual reencarnación de “Muta” una taberna que ha decidido variar radicalmente su apariencia y menú cada cierto tiempo, de ahí su nombre. La mutación vigente es un interesante lugar decorado todo de negro, con la impresión de ser un calabozo y sala de torturas, en donde se sirven únicamente platillos ahumados, algunos cocinados durante 12 horas, la Patrulla se pidió una lengua en salsa vinagreta, un verdadero placer para los sentidos.

Con gran recato la Patrulla estaba dispuesta a asumir su ordalía probando únicamente una ración por taberna para así poder catar el mayor número posible. Las andanzas los llevaron a otra de las venerables tascas de la rúa “La Parroquia”, en donde fueron recibidos con unos generosos pinchos de tortilla española y probaron uno de las más típicas tapas ibéricas, las orejas de cerdo, nada de hacer caritas, son una verdadera delicadeza, sobre todo por la salsa de tomate picantita con que se sirven.

Sin embargo los intrépidos patrulleros pronto encontraron su Némesis pues la siguiente parada, un localito de comida gallega denominado “O conxuro” de verdad que los hechizó para doblegar sus voluntades y dada la debilidad común por comer pulpo se pidió un triplete de pulpo a la brasa, pulpo con almejas y croquetas de pulpo, suficiente para dejar fuera de combate a los catadores, quienes no tuvieron más remedio que sacar la bandera blanca y retirarse avergonzados de la mítica calle sin poder probar más, en vista de que sus abdómenes resultaron impotentes para ingerir más manjares.

En ignominiosa retirada, a punto se sufrir una congestión estomacal y a bordo del carruaje de su colega patrullero, este Cronista pudo observar, con mezcla de horror y regocijo, que la calle que seguía después de Ponzano mostraba una semejante actividad cantinesca y la que seguía también y la que la continuaba también… Harían falta varias vidas para recorrer tantos lugares, por lo que patrullar a fondo en Chamberí es una labor tan imposible como la del chiquito de San Agustín que quería sacar toda el agua del mar con su balde.

Pero hablando de baldes, no en balde este Cronista es reconocido universalmente por su perseverancia y valentía y al día siguiente en solitario decidió continuar con su sagrada misión y reseñar otros de los locales más vistosos de esta mítica arteria comenzando por el más famoso “Sala de despiece” que no más pasados 15 minutos de su apertura, ya no tenía espacio para albergar más comensales, siendo este Cronista uno de los últimos afortunados. El concepto del lugar es muy original, parece una carnicería y la comida se termina de preparar enfrente del parroquiano, la estrella de la casa es el chuletón cenital, una especie de carpaccio de carne de res, con sal gruesa, un acompañamiento de hongos (tartufata) en un extremo y de pasta de tomate (tomaté) al otro, el salonero demuestra cómo hay que prepararlo, esparciendo los acompañamientos y la sal sobre la carne y luego haciendo un rollito, excelente concepto, porque la comida como que sabe más rica si uno la prepara. La otra tapa degustada fue el rolex, que es una yema de huevo sobre tocino con foie (hígado), llega el salonero con un quemador y se lo cocina a uno a la par. Lástima no haber tenido refuerzos para haber catado más a fondo el sugestivo menú.

Vídeo de la Sala de Despiece

 
El siguiente elegido fue “Con tenedor”, un original local cuya fachada es, adivinen, un contenedor. Por dentro su decoración es moderna y al igual que todos los bares de la calle, el área es bastante reducida, si acaso unos cincuenta metros cuadrados. Ya que el Cronista ese día andaba carnívoro, pidió un solomillo de ternera con brie, un generoso trozo de pan rústico con queso brie y carne de ternero, combinación tan sencilla como deliciosa.

Ya este Cronista nuevamente estaba llegando al límite de capacidad de su cavidad estomacal, por lo que eligió un último mesón, de corte más tradicional, llamado “La Vicenta”, que más bien resultó el de más reciente apertura en la bendecida calle, hace tan solo unos meses. Al estar en un bar típico español, había que cerrar con broche de oro con una tapa típicamente española y que mejor que unas patatas bravas, que son unas papas fritas con una salsa picante, de la que cada cantinero español se jacta hacer la mejor receta y a la que lastimosamente, no le llegan en sabor los innumerables bares josefinos que irreverentemente ofrecen bocas con este nombre sin tener una idea clara de lo que se trata. Y al terminar su misión este Cronista, fue a evacuar aguas y encontróse con una pizarra en el baño, por lo que decidió dejar su huella para la posteridad y dejarle su mensaje a los bohemios españoles, para que le dejen varios miles de “me gusta” en su página en el ciberespacio…