¡Y finalmente fui!

Desde La Mina 3.0

Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro.salazar@gmail.com

Mauricio Castro

Ya de vuelta en La Mina, en Santa Ana, y en pleno proceso de reinserción al trópico…, saqué un ratito para contarles una experiencia de vida que viví estando en Suiza.

Desde que tengo uso de razón sé de Villa Gellin, una pequeña comuna francesa, de aproximadamente 200 habitantes, en la parte franco-suiza de la cadena montañosa Jura, que pertenece a la Communauté de comunes Parc Natural Regional du Haut-Jura. El parque Jura se extiende también por Suiza, tiene bosques comunales que están bajo manejo, fincas productivas y áreas conservadas.

Nyon donde pasé los últimos meses y mi confinamiento del coronavirus, está entre el Jura y el Lac Léman y cerca de Gellin.

Gellin pertenece al Franco Condado.

De ahí vino la abuela de mi papá, mamabuela: Madame Gabrielle, hija de Émile Maîre y de Cydallise Roget, nacida en 1875 y llegó a Costa Rica cerca de 1897. Murió en 1962, con 87 años. Mi abuela Marina nacida en 1906, quien murió faltándole poco para cumplir 100 años, era hija de Gabrielle Maîre y de Nicolás Hernández.

Gellin siempre fue un tema de conversación en mi familia. Mi abuela, uno de mis tíos, una prima y su marido, una de mis hermanas y mi cuñado, un primo y su esposa habían ido. Siempre me extrañó por qué si para mi papá era tan importante nunca fue, y la explicación que me he dado cae en el tema de la austeridad franciscana que fue su eje de vida.

Mi abuela con emoción nos contaba que su mamá les decía que a las vacas les ponían campanas y que sonaban lindísimo. Cada vez que veo una vaca con campana me recuerda mi abuela y por los lares suizos que he estado es también igual: a las vacas les ponen unas campanas y cuando termina el verano las bajan de las montañas en desfiles muy animados y concurridos (“désalpe”), son tan concurridos que este año se suspenderán por el covid.

Desde La Mina

Si pusiera en palabras ticas dónde queda Gellin es fácil: ¡donde el diablo perdió la chaqueta! Si hoy queda remoto, imagínense hace 120 años…

Estudié el mapa una y otra vez desde junio del 2019, cuando empecé a viajar a Suiza regularmente. El google map me muestra a Gellin a escasos 66 minutos manejando desde Nyon por carreteras de montaña. Por muchos motivos no quería ir manejando, quizás pensando en la forma en que viajó mi bisabuela, entonces pregunté a mucha gente como ir y no tuve respuestas claras y muchas veces ninguna, hasta que se me ocurrió meterme a las páginas de turismo locales y le escribí a las agencias de turismo locales cercanas a Gellin, la de Mouthe me contestó y me recomendaron la vía sin mucho detalle, o más bien con información para gente conocedora, no suficiente para mí.

 
Es curioso que siendo Francia y Suiza países tan descentralizados sea tan difícil conseguir información regional y local, a lo mejor es por no saber cómo buscarla, pero lo cierto es que la hay y a montones: horarios de trenes regionales, buses locales, sitios turísticos y como llegarles y lo que a uno se le ocurra.

Y oí la vocecita que me dijo: “Castrosalazar si no vas ahora, no hay cuando, ya los aeropuertos ticos los abren en unas semanas y ya casi tenés que jalar pa´llá… así que lanzate”.

Y me lancé el 18 de julio, tres semanas antes de regresar. Me fui en un tren suizo de Nyon hasta la frontera francesa (Vallorbe, del lado suizo). Pensaba caminar al lado francés hasta que me dijeron que me tomaría 6 horas. En la agencia de información turística de Vallorbe me recomendaron que tomará el tren, entonces tomé de ahí el de alta velocidad (TGV) –que iba más que descuechado— a Frasne, frontera del lado francés. El TGV por 13 minutos me costó una fortuna: 39 euros. ¡3 euros el minuto!

“—Castrosalazar, pagaste esa fortuna por pura polada, por no saber cómo comprar el billete en línea, qué polo!”—me recriminó mi conciencia.

De Frasne tomé bus local, luego un taxi y por último caminé, a la vuelta tomé un taxi a Pontarlier y de ahí un tren regional a Frasne y luego el TGV a Laussane y luego a Nyon. Desde que monté al primer tren en Nyon supe que iba a tener éxito, y eso que no creo en agüizotes, porque el tren iba para St. Maurice, mi santo, bajé en Vallorbe y lo primero que vi fue un jardín lleno de dalias rojas, que siendo güila fue lo primero que vi en el jardín de mi mamá después de estar un par de semanas con una fiebre tremenda por infección en las glándulas…. El jardín estaba florido de dalias rojas y desde entonces mi mente asocia la dalia con felicidad y con salud. ¿Qué mejor augurio?

Después de unas 5 horas de viaje llegué.

Cuando vi el letrero “Gellin” mi corazón se me quería salir del pecho y contuve las lágrimas, pero una que otra se me salió. Me emocionó muchísimo (y eso que me inyecto hormonas todas las semanas, sino no me puedo imaginar la llorada que hubiera pegado). Por casi 57 años he tenido en mi mente que tenía que venir a este pueblo, era como una deuda con mis ancestros, sobre todo con don René, mi papá, y doña Marina, mi abuela.

Desde La Mina

Entré a la Iglesia, donde bautizaron a mi bisabuela el 14 de febrero de 1875, seguramente iba a empezar la misa porque había una muchacha anotando la gente que entraba para el control del coronavirus, le expliqué, con mi francés tipo Tarzán, a lo que venía, me hizo una sonrisa, encendí unas velas por mi gente, recé un par de oraciones y seguí por mi camino.

Me impresionó este cuadro en particular dentro de la iglesia, y claramente me confirmó que estaba en un pueblo de montaña:

Desde La Mina

Tomé algunas fotos de la iglesia, de un monumento a los caídos en la gran guerra (imagínense un pueblito de 200 habitantes… ¿cuánta gente tiene que haberse muerto para que le hubieran dedicado ese monumento?)

Desde La Mina

Mi francés no es demasiado bueno pero es mejor que mi finlandés y que mi arameo, así que apañármelas en un pueblito de la montaña fue un toquecito complejo. Vi una señora por encima de los 60 y pico conversando con su hija y me les acerqué a preguntarles por mi familia, por los Maîre o por los Roget, al final terminé hablando en inglés con la hija y francés con la doña. La señora entendí que me dijo, en francés: “sabe, voy a llamar a alguna gente todavía más vieja que yo para ver si alguno de sus parientes continua viviendo aquí” (el traductor dice que fue algo así: Vous savez, je vais appeler des personnes plus âgées que moi pour leur demander si des membres de leur famille vivent encore ici)
Yo muy galantemente le dije: « Madame, vous êtes très jeune » Y de inmediato la vocecita me dijo: “–Castrosalazar, ¿qué te pasa? Cuidado y la doña no recibe bien esos piropos”

La señora se chilló, se sonrió hasta atrás de las orejas, se tapó la cara y me dijo: “très amaible –y creo que me dijo también: vous aussi» –pero modestia aparte, no me sorprendió porque estoy acostumbrado a que me piropeen– y en mi ser interno le dije a mi vocecita: “–un piropo no le cae mal a nadie, viste lo bien que reaccionó…”

Al final mi parentela ya no vivía en el pueblo, se habían desperdigado por toda La France. No pude saber con certeza cuál era la casa de la bisabuela, por las descripciones de mi gente y la confirmación de la señora y su hija concluí cuál podía ser, caminé por los prados por los que anduvo Madame Gabrielle, vi el pueblo desde todos los ángulos y las hermosas vacas rumiando tranquilamente y aprovechando el verano.

Corrí para tomar el tren de vuelta.

Googleando me encontré una foto que me terminó de explicar lo que tanto mi abuela y mi papá nos contaban que la mamabuela decía: si cae nieve en Costa Rica como en Gellin todo el mundo se moriría de hambre porque la gente no guarda comida…los mangos y las guayabas se pudren y no hacen mermelada…no hacen queso que dure y se pueda guardar…

Desde La Mina

Y no dejó de sonar en mis oídos esta canción que mi abuela les cantó a mis hijos, que decía que su mamá le había enseñado:

«Savez-vous qu’à Paris
Tous les chats sont partis
Les chats blancs, les chats gris,
Pour chasser les souris.
»

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2 comentarios

  1. Enrique Lahmann

    Esperaba con ansias tu relato. Me van a hacer falta tus anécdotas de tu estadía por estos lares. Un abrazo y «à la prochaine».

  2. Mauricio Castro Salazar

    muchas gracias!!!

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