¿Y dónde estaba Toño Álvarez?

Adriana Campos Durán

los momentos más difíciles de la historia reciente del Partido Liberación Nacional, siempre hay una pregunta que regresa con fuerza entre las bases, los liderazgos jóvenes y los verdaderos soldados de calle:

¿Y dónde estaba Antonio?

Cuando el partido ha tenido que enfrentar el desencanto ciudadano, cuando los liderazgos nuevos dieron la cara por la institución, cuando hubo que salir a territorio sin recursos, sin estructura, sin apoyo… Antonio no estaba.

Cuando se necesitaban voces que sumaran, que sostuvieran, que tendieran puentes entre generaciones, entre estructuras y entre visiones… Antonio no estaba.

Cuando tocó organizar esta convención compleja, construir candidatura, enfrentar la apatía y dar la batalla por el corazón de Liberación Nacional… Antonio no participó. No ayudó. No aportó.

Y es que su historia ya es conocida: cuando todo está en convulso, aparece Antonio con su discurso de salvador, como si la política fuera una escena de teatro en la que siempre entra tarde, vestido de protagonista, cuando ya la obra terminó.

Pero la nueva liberación no necesita más figuras mesiánicas de última hora, necesita compromiso real, constante y valiente. Necesita a quienes están cuando hay que arremangarse, no cuando hay cámaras. Necesita a quienes creen en un futuro compartido, no en una ambición personal disfrazada de redención.

Hoy más que nunca debemos preguntarnos:

¿Dónde estaba Antonio Álvarez Desanti cuando había que proponer, trabajar y defender al Partido? La respuesta es clara: lejos, mirando desde la barrera, esperando que otros hagan el trabajo para luego llegar a repartir culpas y vender soluciones mágicas.

En la nueva liberación ya no hay espacio para esas figuras históricas que solo aparecen para rescatar lo que no ayudaron a construir. Hoy, Liberación Nacional se levanta con nuevas voces, con liderazgos reales, con gente que ha estado —y seguirá estando— cuando más se necesita y no cuando el tiempo de sumar, ya pasó.

Tomado de FB