“Wicked”, “El mago de Oz” y Yip Harburg

Yip Harburg

Amy Goodman y Denis Moynihan

Gente de todas partes del mundo ha estado viendo la taquillera película musical “Wicked” durante estas fiestas de fin de año. Basada en el musical homónimo de Broadway, “Wicked” actúa como una precuela de la película de 1939 “El mago de Oz” y presenta a la villana de esa obra cinematográfica, la Bruja Mala del Oeste, como una niña incomprendida y acosada que desafía a la autoridad y expone las malas acciones.

Desde mediados de la década de 1950 hasta principios de la de 1990 —mucho antes de que existieran las plataformas de transmisiones por Internet y de videos a demanda— los telespectadores estadounidenses, que solo tenían acceso a unas pocas cadenas importantes de televisión, debían esperar cada año que llegara la oportunidad de ver “El mago de Oz”. La tan esperada transmisión especial de la película solía emitirse entre el Día de Acción de Gracias y el día de Navidad y captaba la atención de millones de televidentes de todo el país. Esta tradición cinematográfica compartida popularizó el fantástico cuento de Dorothy, su perro Toto, el Espantapájaros, el Hombre de Hojalata y el León.

La película también recibió reconocimiento internacional por su banda sonora, con canciones icónicas como “Follow the Yellow Brick Road” (Sigue el camino de ladrillos amarillos); “We’re Off to See the Wizard” (Vamos a ver el mago); “Ding Dong the Witch is Dead” (Ding dong, la bruja ha muerto); y el clásico de renombre mundial “Over the Rainbow” (Sobre el arcoíris). Menos conocido es el autor de las letras de esas canciones: el compositor y guionista E. Y. “Yip” Harburg. En una época de creciente autoritarismo, desigualdades cada vez mayores y una élite multimillonaria en ascenso, las canciones con conciencia social de Yip Harburg, así como su propia lucha por superar la pobreza durante la Gran Depresión y su inclusión en las listas negras durante la era del macartismo, aun cuando “El mago de Oz” ganaba fama, se convierten en una fuente de inspiración y advertencia.

Yip Harburg nació en 1896 en el barrio Lower East Side del distrito de Manhattan, en Nueva York, en el seno de una familia judía pobre cuyos padres huyeron, como tantos otros, de los pogromos antisemitas en Europa del Este.

En la escuela secundaria le tocó sentarse, por orden alfabético, junto a Ira Gershwin y ambos comenzaron una amistad que se mantuvo durante toda su vida y que fue determinante para el desarrollo de la música y la cultura estadounidenses del siglo XX. Ernie Harburg, hijo de Yip y coautor de la biografía titulada ‘¿Quién puso el arcoíris en el mago de Oz?’, dijo en una entrevista que mantuvo con Democracy Now! en 1996: “Yip experimentó de cerca la pobreza […]; eso le permitió comprender la vida como una constante lucha”.

Yip Harburg quedó sumamente endeudado tras la crisis de Wall Street en 1929. Gershwin le sugirió que escribiera letras de canciones. Poco tiempo después, Harburg compuso la canción que encarnó la esencia de la Gran Depresión, “Hermano, ¿me das diez centavos?”, que se convirtió en un éxito a nivel nacional y sigue siendo un himno atemporal sobre los tiempos difíciles, la codicia empresarial y la dignidad de la clase trabajadora.

“Una vez construí un ferrocarril; lo hice correr, lo hice competir contra el tiempo.
Una vez construí un ferrocarril; ahora está terminado. Hermano, ¿me das diez centavos?”.

La película “El mago de Oz” se basó en la novela de 1900 titulada “El maravilloso mago de Oz”, de L. Frank Baum. Antes del éxito comercial que obtuvo con el libro, Baum se desempeñó en diversas actividades. Entre 1890 y 1891, en el estado de Dakota del Sur, dirigió el periódico local Aberdeen Saturday Pioneer. Allí escribió varias editoriales, entre ellas dos que instaban a cometer un genocidio contra los pueblos indígenas. Pocos días después de la masacre de Wounded Knee, ocurrida el 29 de diciembre de 1890 y en la que se estima que unas 300 personas mayores, mujeres y niños de la comunidad Lakota fueron masacrados por el ejército estadounidense en la cercana reserva de Pine Ridge, Baum escribió: “Nuestra seguridad depende del exterminio total de los indígenas […], [hay que] borrar de la faz de la tierra a estas criaturas salvajes e indomables”.

Las letras de Yip Harburg, por el contrario, dignificaban a las personas oprimidas, a la clase trabajadora, a los inmigrantes y a otros grupos marginados. Estos fueron los temas principales de los dos éxitos de Broadway escritos por Yip: la obra “Bloomer Girl” (Chica bloomer), que gira en torno al movimiento por el sufragio de la mujer, y “Finian’s Rainbow” (El arcoíris de Finian), que rinde homenaje a las personas migrantes y a la lucha contra el racismo. Las letras de Yip atrajeron la atención del Comité de Actividades Antiestadounidenses de la Cámara de Representantes de Estados Unidos y del senador Joseph McCarthy, quien lideró una agresiva “caza” de personas sospechosas de ser comunistas dentro del Gobierno y de las principales instituciones del país, incluidos los estudios de Hollywood. McCarthy contó con la ayuda del abogado “cazacomunistas” Roy Cohn, quien más adelante desempeñaría el papel de mentor de un entonces joven Donald Trump. Yip Harburg estuvo entre los cientos de escritores, actores y otras personas de la industria a quienes se les prohibió trabajar en el cine y la televisión durante la década de 1950. McCarthy y su cruzada anticomunista finalmente acabaron desacreditados, y Harburg continuó con su trabajo creativo en defensa de los derechos humanos hasta su muerte en 1981, cuando tenía 84 años.

La obra más conocida y entrañable de Yip Harburg continúa siendo su colección de canciones para la película “El mago de Oz”, que se estrenó en el tumultuoso año 1939. En ese entonces, el fascismo estaba en pleno auge en Europa y Asia, los impactos económicos de la Gran Depresión todavía causaban estragos en la clase trabajadora y las leyes segregacionistas de la época de Jim Crow oprimían a millones de personas de color.

A escasas semanas de la investidura de Donald Trump para su segundo mandato como presidente, y con el foco puesto en el desafío a la autoridad que introdujo, de manera muy oportuna, la exitosa película “Wicked”, es un buen momento para recordar el extraordinario trabajo y las profundas enseñanzas de las letras de Yip Harburg, el hombre que puso el arcoíris en el mago de Oz.

© 2025 Amy Goodman

Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

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