Redacción
- Agencias de la ONU y varios países avalan al organismo que auxilia a los palestinos y que se considera esencial
- Solo el representante de Israel defiende la decisión de dejar de financiar la ayuda humanitaria a Gaza
Una extraña inquietud se apodera de la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, evidenciada por el tono de los discursos pronunciados.
Se tiene la impresión de que Estados Unidos actuó precipitadamente al anunciar la suspensión de su contribución económica a la UNRWA, la agencia encargada de gestionar la ayuda humanitaria para los palestinos. Esta decisión se tomó casi de inmediato, siguiendo como fichas de dominó a una serie de países occidentales, luego de conocer un informe israelí que señalaba la colaboración de una docena de empleados (de un total de 32.000) con Hamas en el ataque a Israel el pasado 7 de octubre. Washington parece buscar una manera de dar marcha atrás sin dar la impresión de haber cometido un error por exceso de celo.
Un amplio grupo de organizaciones vinculadas a la ONU advirtió sobre las «catastróficas consecuencias para los residentes en Gaza» si los donantes no levantan esta pausa.
A pesar de las acusaciones, los responsables de la Organización Mundial de la Salud, el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Internacional para la Inmigración, Unicef y otras instituciones condenaron las acusaciones en un comunicado conjunto. Sin embargo, destacaron que «no debemos impedir que una organización en su totalidad cumpla su mandato de servir a las personas que lo necesitan desesperadamente».
En juego se encuentra más de la mitad de los más de mil millones de euros de su presupuesto anual, que ya es deficitario. El secretario general de la ONU, António Guterres, abrió una investigación de inmediato y sigue consternado por los supuestos delitos y el boicot financiero.
Guterres afirmó que el trabajo de la UNRWA «es vital para atender las necesidades directas de los civiles en Gaza y continuar con los servicios a los refugiados palestinos en Cisjordania ocupada, Jordania, Líbano y Siria». Hizo un llamado a los estados miembros para garantizar la continuidad de esta labor y expresó su extrema preocupación por las condiciones inhumanas que enfrentan 2,2 millones de personas en Gaza.
En una sesión del Consejo de Seguridad, la embajadora estadounidense, Linda Thomas Greenfield, dio la impresión de estar buscando una forma de reconstruir puentes ante el desastre que se avecina en la franja si, como parece probable, no hay fondos para cubrir las necesidades más allá de febrero. Afirmó que la decisión de Estados Unidos no es punitiva, sino una llamada de atención, y señaló la necesidad de cambios fundamentales en la UNRWA para evitar situaciones similares en el futuro. Aunque hubo unanimidad entre los miembros del Consejo de Seguridad sobre el papel crucial de la agencia, el representante de Israel fue la única voz que celebró la congelación de fondos.