La comunidad internacional sabe que su poder de intervención en Venezuela no va más allá de las declaraciones y de las sanciones.
Por Carlos E. Ponce
El fraude electoral masivo y desastroso del 28 de julio, ha llevado a Venezuela a una nueva situación de violencia generalizada. La mezcla de frustración, indignación, cansancio y rabia acumulada por 25 años de promesas incumplidas y abusos de una elite Chavista-Madurista, han desatado una situación de movilización masiva; la respuesta del régimen ha sido la represión.Un autoritarismo permisivo ha sido transformado en un brutal régimen totalitario. El régimen de Chávez-Maduro por los últimos 25 años han tratado de demostrar que su base es el apoyo popular, y han tratado de crear una falsa realidad institucional que ha ayudado a satisfacer a sus aliados a nivel internacional.
El régimen está ahora en la encrucijada de seguir reprimiendo y seguir hundiéndose en unos lodos de criminalidad o empezar a buscar una salida. Ante esta encrucijada, Nicolas Maduro deberá cuidarse de su sombra porque siendo ilegitimo ha legitimado a cualquier aventurero militar para sustituirlo ahora o en el futuro. Todo el entorno de Nicolas Maduro sabe de su derrota, todos los militares saben qué tienen un líder sin apoyo popular y a nivel internacional saben que Nicolas Maduro es un títere burdo de factores criminales con poder.
La imposición de nuevas sanciones concertadas entre varios países generará una crisis mayor y reducirá más aun la capacidad de gobernabilidad. China no quiere darle nuevos recursos a Venezuela, Rusia esta quebrada, Cuba es una sanguijuela que no contribuye sino resta, e Irán no está en capacidad de apoyar a Maduro. Si esto pasa crecerá el poder de los carteles criminales en Venezuela. También está el elemento latente de una bomba de tiempo ya que nadie quiere al tirano y el repudio internacional seguirá creciendo. Al mismo tiempo sufrirá la región con millones de nuevos migrantes de Venezuela que ya se irán por la frustración poselectoral y la pérdida de fe en el futuro.
Si los cómplices sacrifican a Maduro y establecen algún tipo de transición guiada por los actuales factores de poder, podría pasar como en Zimbabue que demostró que esa alternativa era efectiva cuando salieron de Robert Mugabe.
Nicolas Maduro también podría usar a algunos de sus aliados tradicionales, cómo el caso de Colombia, Brasil y México y procurar una negociación internacional donde el régimen conserve la cara y se procure una salida donde la tiranía sea parte de esa estrategia evitando las sanciones. En el momento de escribir este articulo Lula, Petro y Lopez Obrador llamaban a una nueva negociación, esta vez entre Maduro y Edmundo Gonzalez.
La comunidad internacional sabe que su poder de intervención en Venezuela no va más allá de las declaraciones y de las sanciones. Las sanciones a funcionarios y sanciones individuales han mostrado poca efectividad, así que se me imagino que se presionará para esta nueva negociación. El régimen tratará de ganar tiempo para que se enfríen las tensiones internacionales.
Pienso que paralelamente la extensión de la protesta ciudadana por largo tiempo y el resquebrajamiento del régimen puede lograr que se fracture la coalición dominante. Esta estrategia ha tenido éxito en otros países, un buen ejemplo es Perú, luego de un fraude masivo de Alberto Fujimori, la oposición continuó organizada con protestas y acciones estratégicas y lograron que el autoritario no volviera. Se debe contar con apoyos dentro y fuera de Venezuela, y la oposición debe transformarse en un comando estratégico que incluya, además de la coalición de oposición, a sectores sindicales/laborales, jóvenes, empresarios, grupos territoriales, diáspora y expertos/as. Paciencia, coordinación y constancia es la clave.
El bloqueo bancario, diplomático, aéreo y marítimo debería ser una de las cartas a tener en el juego para presionar al régimen a renunciar y sentarse a negociar. Este bloqueo debe ser coordinado entre varios países, incluyendo la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y la suma de países latinoamericanos.
El error de crear otro gobierno a la sombra, como se equivocaron con Juan Guaido y el interinato, no debería ni siquiera considerarse. Es un error que Perú reconozca a Edmundo González como presidente. La estrategia debe incluir presionar a la comunidad para un cerco diplomático al régimen de Nicolas Maduro que lo obligue a sentarse en la mesa de negociación seriamente.
Se descarta la intervención militar estadounidense. Eso en un año electoral es imposible y no hay apetito de intervencionismo armado. En cambio, las denuncias ante la Corte Penal Internacional (CPI) deben continuar representando una amenaza real. Los países que están queriendo ayudar a Venezuela deberían participar en estas denuncias. Cualquier Estado puede acudir a la Corte Penal Internacional.
Se debe restringir la capacidad de maniobra del régimen, limitar su posibilidad de movilidad en la región, Europa y en espacios internacionales, y sobre todo elevar el costo económico, político y diplomático a todos los actores dentro del círculo de poder del régimen de Maduro.
A la oposición en Venezuela le toca pasar a un proceso de resistencia estratégica, pasar de la estrategia electoral a un proceso de seguir siendo la piedra en el zapato del régimen y coordinar acciones a través de diferentes movimientos sociales. De la respuesta natural y autoconvocada se debe pasar a una estrategia organizada de largo aliento que permita seguir presionando al régimen. Esta estrategia debe buscar seguir dividiendo internamente a un régimen que no es monolito, que tiene mucha gente adentro sabiendo que el poder que tienen es temporal y que continuar dentro de una dictadura abierta les traerá peores repercusiones. Todos en el gobierno saben que perdieron y que están siendo cómplices de crímenes de lesa humanidad.
Debe existir mayor apoyo a grupos sociales que les tocará una resistencia pacífica y probablemente extendida en el tiempo, no va a ser un juego corto. A las organizaciones de derechos humanos les toca documentar las violaciones a derechos humanos y los perpetradores, para así facilitar la denuncia individualizada ante la CPI. No se debe dejar solos a los familiares de las victimas y a los cientos de presos políticos. Hay que apoyar y reforzar a organizaciones como Foro Penal en Venezuela.
No es una situación fácil cuando hay un régimen que controla las armas y el poder, pero al mismo tiempo el poder no es eterno y siempre los que están en el poder comenten errores que a veces son muy costosos. Hay que seguir pendientes de la encrucijada para así lograr una transición.