Oscar Arias Sánchez
Costarricenses
Los últimos dos años han sido una prueba de fuego. La pandemia nos ha obligado a vivir en una paradoja: hemos debido distanciarnos, flotar como islas sin poder alcanzarnos. Pero en ese dolor nos hemos encontrado. Hemos vivido esto juntos, cada cual por su lado. Muchos hemos perdido a seres queridos. Otros han perdido sus ahorros, su negocio, su trabajo. Nuestras niñas, nuestros niños, aún hoy pierden lecciones mientras sus familias hacen malabares para combinar la escuela y la oficina en el comedor de la casa. Como siempre, las personas más pobres han recibido lo peor del golpe económico, mientras los adultos mayores sufren especialmente la soledad de las medidas para prevenir el contagio. Y aunque las vacunas nos han brindado un enorme alivio, tenemos hoy un poco menos de energía y un poco menos de entusiasmo. Hoy quiero pedirles que no perdamos, con el cansancio, la esperanza en el poder de la democracia.
El próximo 6 de febrero tenemos una cita con la libertad. Tenemos una cita con la democracia, con el derecho a elegir y con el deber de trazar el rumbo que queremos imprimir a Costa Rica. Basta con leer las noticias para saber que corren días difíciles para la democracia alrededor del mundo. No solo por la sucesión de golpes de Estado en África o la alarmante erosión de los fundamentos democráticos en Estados Unidos y algunos países de Europa, sino también por lo que ocurre aquí, en nuestra América Latina. Hace unos días Daniel Ortega celebró su falsa reelección en un espectáculo de cinismo, luego de encarcelar a sus opositores y reprimir a un pueblo que, a pesar de las amenazas, rechaza valientemente el yugo de la dictadura. Recordemos que la democracia es un privilegio que jamás podemos dar por sentado.
Hoy hago un llamado vehemente a acudir a las urnas. Sé que muchos tienen una actitud crítica ante los partidos políticos y ante las candidatas y candidatos. Quienes hoy piden nuestro voto, tienen la responsabilidad de escuchar y responder a ese reclamo. Pero también nosotros tenemos un rol que jugar. La ciudadanía es un ejercicio activo: si queremos preservar nuestra democracia, si queremos profundizarla y fortalecerla, entonces nuestro enemigo común es la indiferencia. Nos corresponde elegir. Nos corresponde evaluar las opciones y escoger la que más se acerca a nuestras aspiraciones, principios e ideas.
Vivo eternamente agradecido con el Partido Liberación Nacional por haberme dado la oportunidad de servirle a este pueblo en dos ocasiones. Por esta razón mi voto es por el Partido Liberación Nacional y por José María Figueres. El PLN es el movimiento político con mayor experiencia en el gobierno de este país y el que mayores avances ha inscrito en los libros de historia de Costa Rica. Pero no quiero anclarme en las glorias del pasado. Tengo los ojos puestos en el horizonte y les pido que fijen también la mirada hacia adelante. José María es el candidato con la visión más clara. Es el que mejor comprende la posición de Costa Rica en el mundo y el que más puede ayudarnos a navegar los complejos pasajes que se avecinan en la era post-pandemia, ya que tiene un compromiso muy claro con la reactivación económica y con la generación de empleo.
Los invito a salir al encuentro del futuro. A atreverse a pensar en grande una vez más. A poner a Costa Rica a caminar de nuevo. A soñar la Costa Rica del mañana y no solo soñarla, sino construirla. Más que nada, los invito a salir a celebrar la libertad y a ejercer la democracia como lo que es: una conquista diaria.