Un terruño humano

Conversaciones con mis nietos

Arsenio Rodríguez

Einstein dijo: “Un ser humano es parte un todo llamado por nosotros universo, una parte limitada en el tiempo y el espacio. Se experimenta a sí mismo, sus pensamientos y sentimientos, como algo separado del resto, una especie de ilusión óptica de su consciencia. Esta ilusión es una especie de prisión para nosotros, que nos restringe a nuestros deseos personales y al afecto por unas pocas personas que están más cerca de nosotros. Nuestra tarea debe ser liberarnos de esta prisión, ampliando nuestro círculo de compasión, para abarcar a todas las criaturas vivientes y a toda la naturaleza en su belleza.

Hoy parece haber un consenso creciente entre físicos, ecologistas, cosmólogos, filósofos y místicos, de que el universo es un campo unificado continuo, de flujos de energía. Todos parecen coincidir, en una unicidad sistémica, en donde la fragmentación, es un espejismo sensorial y mental de cada forma individual.

Parece ser que, al menos intelectualmente, ya no podemos escapar del hecho de que toda la vida está íntimamente vinculada. Sin embargo, nuestros patrones de comportamiento, como individuos y sociedades, continúan basándose en la fragmentación, en nichos de separación, donde perseguimos nuestros instintos egoístas de supervivencia, basados en el miedo y en la competencia con los otros.

A través de la historia hemos perpetuado este concepto de romper la totalidad cósmica en pedacitos. Por supuesto, los humanos variamos en sensibilidad y en la definición del ámbito de nuestro ser, y por ende nuestro actitud hacia los demás, que fluctúa desde un Trump hasta un Mandela, para poner un ejemplo.

Entonces la pregunta que surge es: ¿En estos momentos en que somos tantos, cuando nuestros sistemas de información y comunicación están tan conectados, cuando nuestro impacto sobre los bienes comunes que sustentan la vida es tan patente, seguiremos operando bajo premisas de fragmentación, lo cual es una amenaza desastrosa para nuestra civilización y supervivencia?

Es cierto que el egoísmo y el desinterés, la preponderancia de la individualidad o interdependencia, el egoísmo y el amor, siempre han sido dilemas sobresalientes en los impulsos, debates y discursos que guían nuestro comportamiento individual y social. Oscilamos entre «cada uno a lo suyo» y maneras comunitarias interdependientes que llevan a una vida sostenible, donde la preponderancia de la existencia separativa cede a la apreciación de que todos estamos interconectados y debemos amarnos unos a otros, como nos amamos a nosotros mismos.

Nuestra humanidad de hoy está vinculada, al menos externamente, como nunca, a una red de conductos tecnológicos entrelazados, que hace posible una conversación global simultánea. El contexto social, que surgió en un aislamiento de las distintas tribus humanas, ahora está siendo expuesto, desafiado, redefinido y sujeto a una constante comparación y evolución. Millones y millones de voces, silencios, imágenes y símbolos, chocan en el crisol de nuestra mente colectiva. Y una nueva cultura parece estar emergiendo.

Diferentes etnias se están fusionando a escala global, a tasas nunca vistas en nuestra historia, los acervos genéticos están convergiendo, creando nuevos potenciales. Sin embargo, al mismo tiempo, el miedo está creciendo en las culturas tribales, que temen la disolución, la pérdida de rasgos distintivos preciados a causa de la hibridación. Pero a simple vista y teniendo en cuenta las corrientes de la historia, las tendencias de convergencia son imparables. Y quizás produzcan una nueva consciencia basada en el campo unificado de la vida.

Tal vez, es lo único que puede salvarnos de nosotros mismos. Como dijo una vez Ernesto Sábato: «… Sólo un sentido más fraterno de la vida puede curarnos… un deseo de transformar la vida en un terruño humano«.

Creo que estamos moviéndonos inevitablemente hacia un reconocimiento de la totalidad de la vida. Hacia la aceptación, no sólo como una apreciación intelectual, sino en nuestro comportamiento, de que la vida está orgánicamente interrelacionada en su totalidad.

Pero hoy todavía la mayor parte de la humanidad está atrapada en una organización social y política basada en la fragmentación. Si proyectamos nuestro futuro desde esta perspectiva, podemos imaginar una visión sombría del porvenir. Pero, por otro lado, parece que está surgiendo una comprensión de la naturaleza holística de la vida, llámese percepción espiritual o de sistema total, que tal vez entrará en juego y creará una sociedad humana sostenible.

Caminé en el crepúsculo de la mañana, entre árboles, arbustos y cantos de pájaros, la luz residual de la luna y las caricias de la brisa. Y de alguna manera, a pesar de la angustia y las incertidumbre, sentí una suave sensación como de caricia, de que todo va a estar bien.

Revise también

ips

Finanzas occidentales arruinan economías del resto del mundo

Noviembre 22, 2024 Por Jomo Kwame Sundaram KUALA LUMPUR – Las políticas financieras occidentales han …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *