Roberto Gallardo
Se develó el retrato de Luis Guillermo Solís en la Asamblea Legislativa. Se hizo en medio de grandes cuestionamientos sobre el caso del #Cementazo y del negligente manejo de las finanzas públicas que desembocó en el denominado “hueco fiscal”. Esto puede invisibilzar algo que no debería pasar desapercibido: el retrato mismo es una metáfora de lo que fue el gobierno de Luis Guillermo Solís.
La develación del retrato de un expresidente es un acto solemne, formal, serio. Pero como fue la norma en el gobierno Solís, la frivolidad se impuso al rigor, y se prefirió colgar retrato a medio palo por hacer la ceremonia atropelladamente, sin elegancia ni sentido de la institucionalidad. Es la continuación de la saga del Solís bombero, del Solís guardaparque, del Solís desabotonado, del Solís desabrido. De una actuación que le restó majestuosidad a la Presidencia, como lo hace a partir de hoy ese retrato sin marco, colgado sin solemnidad a la par de sus predecesores y predecesora.
El retrato inconcluso refleja lo que fue su gestión en muchos ámbitos. No hubo una sola obra de infraestructura de cierta magnitud, una sola, cuyo ciclo haya iniciado, y mucho menos terminado, en su gobierno. Que su retrato comparta esa pared con presidentes y una presidenta que le dejaron una cartera de inversiones multimillonaria en marcha, que inauguró alegremente mientras trataba sin pudor de atribuirse méritos que no tenía, es significativo, porque su retrato inconcluso lo diferencia claramente de sus predecesores y su predecesora.
Ese retrato sin terminar, colgado rápidamente, casi que subrepticiamente, es una parábola de sus promesas de campaña, que nunca se concretaron. Así su gobierno no solo no aumentó el empleo, sino que destruyó decenas de miles de puestos de trabajo. No solo no eliminó la pobreza extrema, como lo prometió en su programa de gobierno, sino que terminó manoseando la meta para ver si podía cumplirla aunque fuera parcialmente. No solo no pasamos menos tiempo en las presas y mas tiempos en nuestras casas, sino que perdimos innumerables horas en el camino. Y nos dijo que íbamos a vivir mejor, pero terminamos encerrados en nuestras casas en medio de la peor crisis de seguridad ciudadana de la historia.
El retrato sin el marco oficial es una analogía perfecta de su gestión fiscal, catalogada por él mismo -el cinismo debería ser un delito penado por ley-, como “heroica”. Así como debe creer que no es importante el marco del retrato, de igual manera debe haber creído que no era importante informar de un hueco presupuestario de 900.000 millones de colones al nuevo gobierno. Como posiblemente no creyó que fuera relevante enviar un presupuesto extraordinario a principio del 2018 para suplir ese faltante, con tal de no afectar el resultado de las elecciones.
Es el retrato inconcluso del FIAsco (800 millones perdidos y nadie enjuiciado), de la “pifia” del camino de acceso a la TCM, de la inacción en la carretera San José-San Ramón, en la Ruta 32 y la ampliación de la ruta 27, del abandono de la Red de Cuido, de la timorata política exterior, de los proyectos anunciados con bombos y platillos en rimbombantes conferencias de prensa (nuevo aeropuerto, parque temático en Guanacaste), y que luego quedaron… en nada, como el marco del retrato.
Como fue la norma en su gobierno, siempre le queda el recurso de culpar al alguien mas por la ausencia del marco. No lo ha usado hasta ahora, pero no me extrañaría que lo hiciera. Para terminar de llenar de significado ese retrato inconcluso, fiel testimonio del gobierno de Luis Guillermo Solís Rivera.
Fuente: Blog Roberto Gallardo