“Un momento de peligro sin precedentes”

Entrevista con Naomi Klein

Naomi Klein

Los desposorios entre los multimillonarios de Silicon Valley y los votantes MAGA de extrema derecha han dado lugar a un «fascismo del fin de los tiempos» caracterizado por un «preparacionismo [para el Apocalipsis] monstruoso y supremacista», escribe Naomi Klein en su último ensayo con Astra Taylor para The Guardian. Klein describe cómo se preparan los oligarcas tecnológicos para un final apocalíptico de la vida en la Tierra, alimentado por las emisiones de carbono generadas por las empresas que poseen, escapando a búnkeres o colonizando Marte.

Cerise Castle, periodista de Capital & Main, habló el miércoles con Klein sobre lo que ella considera el camino a seguir en el Teatro Nimoy de la Universidad de California (UCLA) en Westwood, Los Ángeles, antes de su conferencia “Fascism or Eco-Populism—Our Stark Choice” [«Fascismo o ecopopulismo: nuestra difícil elección»], presentada por el Instituto Luskin sobre Desigualdad y Democracia de la UCLA.

Capital & Main: Acabamos de ver a Katy Perry y Gayle King despegar al espacio en el cohete de Jeff Bezos, y vemos este abandono de la Tierra como lugar hospitalario para la humanidad que se presenta como moralidad de altas miras. ¿Puede hablarnos del papel que desempeña la cultura popular en la creación de ese relato?

La cultura popular está implicada en esto en muy diversos planos. Elon Musk a menudo toma algo que se escribió como advertencia y lo utiliza como manual de instrucciones, por ejemplo, como The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy [La guía del autoestopista galáctico]. Jeff Bezos estaba fascinado con Star Trek, pero…Star Trek es básicamente socialismo en el espacio, pero igualmente perdió esto de vista.

Creo que su fascinación por la ciencia ficción apunta al hecho de que estamos realmente en terrenos sin precedentes. Y a menudo buena parte del discurso sobre Trump y el fascismo tiende a mirar hacia atrás y asumir sencillamente que todo lo que estamos viendo hoy ya ha sucedido antes. Así que hay una especie de lista de ítems por rellenar del tipo de «Vale, bueno, Mussolini hizo tal cosa», o «Hitler hizo esto otro y lo están haciendo ellos».

Y es que andamos ahí con una lista de ítems esperando ataques a los tribunales, ataques a las universidades, señalamientos de grupos marginados. Pero el peligro de esto es que no vemos lo que resulta verdaderamente novedoso en nuestro momento histórico. Cuando por Europa se extendió el fascismo en los años 30, no existía todavía la bomba atómica. No se comprendía la crisis climática ni sus conexiones con los combustibles fósiles. Creo que nuestra clase multimillonaria entiende que estamos en un momento de riesgo existencial, y que, ya se trate de una pandemia global y de la naturaleza de nuestro mundo interconectado, ya se trate de las armas nucleares, ya sea la crisis climática, estamos en un momento de peligro sin precedentes.

Lo angustioso de esto que creen es que dan ese final casi por sentado, ¿verdad? Por eso me he centrado en los distintos tipos de fantasías de evasión que alimentan la cultura popular. No creo que estén haciendo esto porque ven Silo o Paradise.[serie recientes de televisión distópicas y de misterio]. Creo que vemos Paradise y Silo porque sabemos que están construyendo sus búnkeres y apostando por el apocalipsis de muy diversas maneras.

En realidad, de lo que estamos tratando aquí, más que de cualquier otra cosa, es del efecto corruptor de un grado sin precedentes de concentración de la riqueza. He estado cubriendo la concentración de riqueza a lo largo de toda mi vida, y es algo que ha terminado por explotar. Y una cosa es decir: «Vale, un director general gana 200 veces más que sus trabajadores», que es el tipo de cálculo que yo hacía cuando empecé a ser periodista, pero cuando piensas en los niveles de riqueza que ahora se concentran en manos de un Jeff Bezos o un Elon Musk, pienso que se creen realmente dioses. El objetivo de su riqueza es llegar a ejercer una suerte de poder absoluto.

Así que este momento de contrarrevolución en el que estamos resulta extraño porque no hubo nunca una revolución, ¿verdad? Están molestos por los pronombres [de género]. Están molestos porque sus trabajadores querían contar con algo de democracia en su lugar de trabajo. Y parece algo tan menor, ¿verdad? Están molestos por las medidas de DEI [diversidad, igualdad e inclusión, introducidas por anteriores administraciones norteamericanas]. No son conquistas revolucionarias que hayan logrado los movimientos sociales. Lo que tenemos que entender es que creen realmente que su poder debe ser absoluto.

En su reciente ensayo para The Guardian, habla mucho de la formación de coaliciones como solución al estado en el que nos encontramos actualmente. ¿Cómo se puede llegar hasta la clase trabajadora, por ejemplo, a la gente que describiste en Doppelganger [Doppelganger: Un viaje al mundo del espejo, Paidós, Barcelona, 2024] como futuros obreros que se identifican con los multimillonarios gobernantes o incluso se conforman con estar a su servicio?

Como, por ejemplo, esta especie de rareza de coalición de Trump, y por qué alguien como RFK Jr. está en ella, y cuál es su atractivo y la coalición que están construyendo. Mucha gente que conozco se desentendió voluntariamente de todo eso y se mostró bastante engreída al respecto y dijo: «¿Por qué me haría eso a mí mismo?». Me parece una decisión muy extraña, sobre todo si eres periodista o especialista académico y estás tratando de entender este mundo, ¿por qué ignorar voluntariamente la mitad del mismo?

Y una de las cosas de las que me he dado cuenta tras pasar mucho tiempo escuchando, por ejemplo, a Steve Bannon es que esta coalición que tiene Trump es muy, muy vulnerable, especialmente en lo que respecta a la alianza establecida con Silicon Valley y el Big Tech. A ese sector le importa una cosa y sólo una cosa ahora mismo, y es la IA. Y en la medida en que eso nunca ha formado parte de la campaña de Trump, es lo contrario de lo que mucha gente pensaba que estaba votando. Estas tecnologías son la mayor amenaza para la clase trabajadora.

La vulnerabilidad más grave que sufre Trump es que una gran parte de su base odia realmente Silicon Valley y no está interesada en verse reemplazada por máquinas. Así que es una engañifa monumental lo que ha hecho Trump con este alineamiento inmediato con la clase multimillonaria de Silicon Valley, y si la izquierda no sabe explotar eso, entonces es que hay algo que estamos haciendo mal.

¿Cuál es la mejor manera de explotar esa vulnerabilidad?

Creo que aumentar las contradicciones y la sensación de sentirse traicionados. La gente tiene derecho a sentirse muy, muy traicionada, sobre todo cuando se trata de puestos de trabajo.

No se trata de convencer a todos y cada uno de los votantes de Trump de que les han engañado. Creo que hay mucha gente que en realidad ha logrado lo que quería, que él es una especie de hombre fuerte fascista, y están consiguiendo satisfacciones ligadas a la dominación y la jerarquía y la supremacía. A esa gente no vamos a ganárnosla. Pero creo sinceramente que hay mucha gente que votó a los demócratas toda su vida y votó a Trump en estas elecciones pensando que iba a traer de vuelta a casa los puestos de trabajo. Pensaron que iba a enfrentarse a esas grandes empresas que les han tratado de forma muy injusta, según creen, y era mentira.

Una de las cosas que he aprendido estudiando a Steve Bannon es que se toma muy en serio la tarea de desgajar partes de la coalición demócrata, y lo ha hecho con mucho éxito una y otra vez. Así que, ¿por qué no íbamos a intentar hacer nosotros lo propio con él?

¿Es posible quebrar las creencias de alguien y, en caso afirmativo, cómo puede hacerse?

Si es posible, tendrá que ser alguien que mantenga una relación de confianza con esa persona. Por lo general, no va a ocurrir porque te enzarces en una pelea a gritos o porque le bombardees con tus hechos verdaderos frente a sus hechos erróneos. Creo que algunos de los resultados más eficaces se dan cuando la gente encuentra algo en lo que están de acuerdo, ¿verdad? Y se puede entonces tender un puente.

Por ejemplo, si alguien cree cosas muy falsas sobre las vacunas, quizá tú también tengas sentimientos muy contundentes sobre las compañías farmacéuticas y cómo se aprovechan del dolor de la gente, y acaso puedas encontrar un punto de conexión y consigas recuperarlo. Yo no lo vería tanto como una quiebra, sino como una especie de puente hacia alguien que puede estar preparado para salir de ahí.

Este artículo ha sido elaborado por Capital & Main, publicación multipremiada que informa desde California sobre cuestiones económicas, políticas y sociales. Cerise Castle es una periodista de Los Ángeles especializada en arte y cultura, derechos civiles, delincuencia e historias de interés humano.

Naomi Klein activista y escritora conocida por libros como “No Logo” y “La doctrina del shock”, es columnista de la edición norteamericana del diario The Guardian. Profesora y co-directora actualmente del Centro de Justicia Climática de la Universidad de la Columbia Británica (UBC), su último libro, ya publicado en castellano, es “Doppelganger. Un viaje al mundo del espejo” (Paidós, Barcelona, 2024).

Fuente: The American Prospect, 13 de mayo de 2025

Traducción:Lucas Antón para sinpermiso.info

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