Un internacionalismo renovado para democracias resilientes

15 de septiembre 2023

Alianza Progresista

Declaración Día Internacional de la Democracia

La Alianza Progresista se une al mundo entero en la celebración de este Día Internacional de la Democracia. Expresamos nuestra solidaridad con todos los pueblos que luchan por la democracia.

No es ningún secreto que las instituciones democráticas de todo el mundo están siendo atacadas, desde dentro y desde fuera. Lo que antes era un fenómeno limitado a unos pocos países se ha extendido ahora a la mayoría, si no a todos los países democráticos. Se están dedicando enormes recursos a campañas de desinformación, manipulación política y debilitamiento de las instituciones democráticas.

El espectro del aventurerismo militar ha resurgido en el discurso político. Estos acontecimientos son preocupantes, dados los últimos años de declive democrático y la creciente posibilidad de deterioro de las condiciones sociales, políticas y económicas.

Como socialistas, socialdemócratas y progresistas, es urgente que trabajemos para encontrar soluciones claras y coherentes antes de que el declive democrático se convierta en un auge autoritario total. De hecho, es preocupante que un siglo después de la ola de autoritarismo y populismo reaccionario que dio lugar a la Segunda Guerra Mundial, nos enfrentemos ahora a un resurgimiento similar y generalizado del despotismo.

Es importante señalar que los socialdemócratas y los progresistas han obtenido victorias cruciales en elecciones nacionales en Asia, Las Américas y Europa. Sin embargo, no podemos estar seguros de que estas elecciones frenen el retorno del autoritarismo. Hay que hacer un esfuerzo más serio y concertado para contrarrestar la propagación de las tendencias autoritarias y atajar las causas profundas del declive democrático.

Está claro que la democracia liberal, tal y como existe hoy en día, no ha conseguido resolver muchos de los problemas sociales, económicos y medioambientales del mundo. Es cierto que el actual orden económico del capitalismo neoliberal ha desencadenado un enorme crecimiento económico, pero este progreso ha beneficiado en gran medida a una minoría y ha creado enormes desigualdades de riqueza y poder, así como las desigualdades entre hombres y mujeres. Resulta desconcertante constatar que asistimos a un aumento de los ataques contra los derechos fundamentales de las personas económicamente marginadas, los migrantes, las mujeres y las personas LGBT+. Las múltiples crisis a las que nos enfrentamos han provocado una profunda inseguridad y precariedad.

Además, los enormes retos a los que nos enfrentamos para garantizar la sostenibilidad de nuestra economía y nuestra sociedad son obstáculos que alimentan la inseguridad y la ansiedad general en la sociedad. La inacción continuada proporciona un terreno fértil para las políticas reaccionarias que se aprovechan de ella.

Cuando la gobernanza democrática no logra resolver estos problemas ni cumplir sus promesas, sólo consigue que las sociedades se echen en brazos de los autócratas. Su análisis simplista de los problemas globales y su enfoque antidemocrático de la política son catastróficos para nuestras sociedades. Sus soluciones no tienen en cuenta los matices y complejidades de nuestras comunidades, por lo que están condenadas al fracaso. Sin embargo, el voto voluntario de los ciudadanos a favor de tales movimientos, a costa de los partidos políticos y candidatos democráticos, es una acusación contra el actual orden político y económico.

El movimiento progresista global debe aprender de los errores del orden actual. Debe crear nuevas estrategias y soluciones que puedan detener el ascenso del autoritarismo, propiciar un renacimiento de la gobernanza democrática y construir democracias resilientes. También es importante señalar que se está configurando un orden mundial multipolar, y que es alarmante que autócratas y populistas se estén convirtiendo en sus impulsores y partidarios. Nuestra narrativa de democracia social basada en la justicia debe competir activamente con las fuerzas autoritarias dentro de nuestras sociedades. No podemos permitir que el despotismo vuelva a convertirse en el paradigma dominante. No podemos permitir que el unilateralismo y el desprecio total por el derecho internacional se conviertan en la nueva norma. Los socialistas, socialdemócratas y progresistas debemos centrarnos en un nuevo espíritu de democracia que dé prioridad a la prosperidad colectiva y a las libertades garantizadas para todos.

En este sentido, creemos que deben emprenderse acciones estratégicas para garantizar la protección de los derechos humanos, el Estado de Derecho, la paz y la seguridad colectivas, todas ellas características apreciadas de la gobernanza democrática.

  1. Un nuevo espíritu de internacionalismo y cooperación
     
    La crisis climática, la pandemia de Covid y las múltiples amenazas a la paz y la seguridad han puesto de manifiesto la necesidad de una mayor cooperación entre los países frente a la locura del aislacionismo. Además, si se quiere abrir una nueva era de democratización, ésta sólo podrá lograrse si las democracias prestan su apoyo a otras democracias en dificultades. El autoritarismo ha demostrado ser un movimiento internacional. Por consiguiente, la resistencia a este movimiento también debe tener lugar en un frente global.

    Nuestra experiencia reciente ha demostrado que el aislacionismo sólo sirve para reforzar las tendencias antidemocráticas y fomentar los abusos de los autoritarios. En el pasado, la solidaridad entre partidos y movimientos del Norte y del Sur ha demostrado ser muy eficaz para evitar o reducir los abusos. Del mismo modo, el internacionalismo ha sido un poderoso elemento disuasorio contra los ataques al Estado de Derecho internacional.

    Por lo tanto, hacemos un llamamiento a todos los movimientos democráticos y partidos políticos para que trabajen juntos y forjen alianzas que sirvan de columna vertebral de este movimiento democrático global.

  2. Construir democracias e instituciones democráticas resilientes
     
    También debemos garantizar que las democracias sean capaces de resistir los numerosos asaltos de los autoritarios. La existencia de instituciones democráticas fuertes es una garantía contra los ataques a las libertades de las personas y sirve de freno a los abusos de los poderosos contra los indefensos.

    Promover democracias fuertes no sólo protege contra el autoritarismo rastrero, sino que también garantiza la prestación efectiva de protección social. Los populistas y los autócratas han demostrado repetidamente su ineficacia a la hora de aplicar estos programas cuando estallan las crisis. Los regímenes autoritarios nunca se han distinguido por una comprensión profunda de las causas subyacentes de estas crisis ni por soluciones eficaces. Sólo la gobernanza democrática puede aportar tanto la voluntad política como soluciones eficaces a las crisis económicas, sociales, políticas, culturales, medioambientales, sanitarias y de seguridad a las que nos enfrentamos hoy en día. 


    Como socialistas, socialdemócratas y progresistas, nos comprometemos a construir ese dique de democracia dentro de nuestras instituciones, nuestros movimientos y nuestros ciudadanos.

  3. Reforzar la participación de los ciudadanos en la gobernanza y la promoción de los movimientos democráticos populares
     
    Como socialdemócratas, creemos que unas instituciones fuertes deben coexistir con unos movimientos populares fuertes. No es casualidad que el crecimiento de movimientos fuertes de trabajadores, mujeres, jóvenes, minorías y otros pueblos oprimidos se haya desarrollado al mismo tiempo que una mayor democratización. Esta tradición de movilización popular y democrática de los ciudadanos ha sido durante mucho tiempo un valioso patrimonio de la tradición política socialista, socialdemócrata y progresista. Debemos volver a esas tradiciones. 


    Una ciudadanía activa, comprometida con los valores de la democracia, es una fuerza poderosa para garantizar una gobernanza eficaz. Una participación ciudadana significativa en todos los niveles de gobierno garantiza que la gobernanza democrática pueda cumplir sus promesas. Además, la vigilancia de una población empoderada es una herramienta eficaz contra el abuso y la corrupción.

    Crear un entorno político, social y cultural para los movimientos y organizaciones de base debe ser una tarea primordial. Como partidos políticos socialistas, socialdemócratas y progresistas, pedimos a los gobiernos que garanticen la participación ciudadana, velando al mismo tiempo por que existan salvaguardias que garanticen la libre asociación de los ciudadanos en el ejercicio de sus derechos democráticos.

El Día Internacional de la Democracia de este año no sólo debe servir de advertencia a todos los movimientos democráticos, partidos políticos y ciudadanos del grave peligro que supone el auge del autoritarismo. También debe servir de llamamiento a todos los demócratas, y en particular a los que llevan la bandera de la tradición socialista, socialdemócrata y progresista, para que redoblen sus esfuerzos y cierren filas para contrarrestar el autoritarismo.

La lucha a la que nos enfrentamos ya no es sólo una cuestión de trabajo político con vistas a la victoria electoral. Nos enfrentamos a una crisis existencial de la propia democracia. La historia nos ha enseñado amargas lecciones sobre lo que puede significar una democracia derrotada. No podemos permitirnos perder esta lucha.

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