Un alemán hace realidad bodas soñadas en Nueva York

Por Christina Horsten (dpa)

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El organizador de la boda, Erol Inanc (2do. de la der.), en una foto de grupo en ocasión de la ceremonia de matrimonio de Annika Heisig (3ra. de la izq.) y Patrick Brosch (4to. de la izq.), así como la encargada del Registro Civil (3ra. de la der.) y los testigos en la playa de Pebble, en el parque del Puente de Brooklyn. Este muniqués lleva más de 14 años trabajando como organizador de bodas en Nueva York y hace realidad los deseos de los novios desde Brooklyn hasta Times Square. Foto: Christina Horsten/dpa

Muchas parejas sueñan con celebrar una boda idílica frente a los rascacielos de Manhattan, en Brooklyn o Times Square. El alemán Erol Inanc lo hace posible.

Mientras Annika Heisig y Patrick Brosch se dan su primer beso como recién casados, el metro traquetea sobre sus cabezas por en el puente de Manhattan, y a sus pies el río Este moja las orillas. Neoyorquinos y turistas que pasan por allí comienzan a aplaudir y celebrar de forma espontánea.

Los deseos de “felicidades” se multiplica en varios idiomas desde los bancos que rodean la playa de Pebble, en el paseo marítimo de Brooklyn.

Heisig y Brosch se miran a los ojos mientras que detrás de ellos, en la otra orilla del río Este, el horizonte de Manhattan brilla como un perfecto fondo de pantalla fotográfica bajo el sol cálido. 

La pareja oriunda de la ciudad de Salzgitter, en el norte de Alemania, se encuentra por primera vez de visita en Nueva York, a donde llegaron tres días atrás con el vestido de boda, las horquillas para el cabello y los anillos en el equipaje de mano, por seguridad. 

Nunca antes habían estado en Pebble Beach, la playa ubicada en el parque del Puente de Brooklyn. “Ni siquiera sabía que este lugar existía”, dijo Brosch, de 38 años, mientras se bajaba del taxi amarillo “feliz pero también un poco nervioso” y caminaba hacia la orilla del río Este. 

Ahora, junto con su flamante esposa, el hermano de ella y su novia, ambos testigos del matrimonio, saluda a la cámara del teléfono móvil, mostrando a la familia y a los amigos en Salzgitter el horizonte de Manhattan y los anillos.

”Mira qué novia tan bonita”, le dice una abuela que pasa por allí a un niño pequeño que lleva de la mano.

”Has elegido un lugar tan estupendo, este lugar es una locura”, expresa Heisig, de 39 años, abrazando a un hombre con saco oscuro y corbata que ha estado observando todo desde una distancia reservada, sonriendo satisfecho. “Sí, se está bien aquí, me alegro mucho de que te haya gustado”, responde Erol Inanc.

El hombre, de 55, vivía en Múnich, pero a principios de los años 90 se mudó a Nueva York. Desde 2005 trabaja como organizador de bodas, en especial de parejas del mundo germanoparlante. 

Planificó el lugar y contrató tanto a la fotógrafa que tomó imágenes de la boda como también a la mujer que ofició como funcionaria del registro civil y unió a Heisig y Brosch en matrimonio en la playa de Brooklyn. 

El día anterior, Inanc acompañó a la pareja al registro civil de Manhattan para retirar la licencia de matrimonio. Luego de la ceremonia se ocupará también del certificado de matrimonio con validez internacional. 

Heisig y Brosch se conocieron a través de amigos en común y su afición compartida por la fotografía. Ella trabaja como empleada; él, en la industria automotriz.

Brosch explica que cuando surgió el tema de la boda, luego de ocho años de relación, ambos tuvieron rápidamente en claro que no querían celebrar una gran fiesta en Alemania. “Porque entonces le dedicas todo el día a los demás. Realmente no disfrutas nada porque siempre tienes que hacer felices a los demás”, señala.

Nueva York, en cambio, siempre le ha atraído. “Nueva York siempre fue el destino”, asegura. 

Heisig sugirió que tal vez podrían aprovechar unas vacaciones planeadas con el hermano de ella y su novia en la metrópoli para casarse y, unos meses después, Brosch le hizo la propuesta de casamiento en un restaurante. 

La pareja halló en Internet al organizador de bodas Inanc. “De esta forma, este momento es realmente para nosotros”, celebra Brosch. ”Tenemos nuestro momento perfecto en Nueva York, con un paisaje maravilloso”.

Heisig asegura estar feliz de haber contado con el apoyo de Inanc. “Prefería contratar su asistencia porque aquí es todo muy distinto a Alemania”, explica. 

”Nueva York tiene ese encanto, es una ciudad de ensueño”, dice Inanc. “La gente lo ha visto en mil películas. Quieren casarse en el extranjero y quieren que sea de forma individual y luego se dan cuenta de que es relativamente fácil hacerlo aquí”, señala.

Si la pareja lo solicita, Inanc lo organizará todo, desde estilistas, músicos, conductores y flores, hasta pasteles… en el mirador del Rockefeller Center, en Central Park, en el parque del puente de Brooklyn -como Heisig y Brosch-, o a veces en medio de Times Square.

El costo depende de lo que se solicite, pero suele ser de 2.000 a 3.000 dólares (2.011 a 3.019 euros).

Inanc asegura que se convirtió casi de casualidad en ”weddingplanner”. Viajó por primera vez a Nueva York siendo un adolescente y después de la escuela se mudó directamente a la metrópoli. “Simplemente estaba fascinado con la ciudad. Y quería vivir aquí”, relata. 

Al principio se las ingenió con diversos empleos temporales, como ayudante de mudanzas o profesor de alemán. Más tarde comenzó a trabajar como guía de turistas extranjeros y, siguiendo una idea espontánea, en algún momento también se ofreció a ayudar con las bodas. 

“Había oído alguna vez que los alemanes se casan en el extranjero, pero no esperaba tanto. Fue un golpe de suerte”, asegura.

El hombre tiene poca competencia en el mercado germanoparlante y ha estado muy ocupado desde que se levantaron las resticciones de viaje por la pandemia de coronavirus, especialmente entre mayo y octubre y también en la época de Navidad.

Tras la ceremonia, Inanc y la fotógrafa llevan a los recién casados Heisig y Brosch por el parque del puente de Brooklyn, hasta la estación Grand Central Station y Times Square para hacer más fotos de recuerdo.

Después, revela Heisig, ambos quieren pasear por Nueva York todo el día con sus trajes de boda. La novia anticipa que el año que viene lo celebrarán con su familia y amigos más cercanos en un restaurante de Alemania, y para su luna de miel prefieren volver directamente a Estados Unidos.

El organizador de bodas Inanc también quiere casarse el año que viene. “Pero no en Nueva York. Mi novia es de Colorado, toda su familia vive allí, por lo que entonces lo haremos allí”, aclara.

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