Torneo de Aachen: la mayor cita hípica del mundo es también un mercado

Por Michael Rossmann (dpa)

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ARCHIVO – La jinete alemana Simone Blum participa con la yegua Alice en el torneo CHIO de la ciudad alemana de Aachen, en su edición de 2019. Foto: Rolf Vennenbernd/dp

Aachen (Alemania), 27 jun (dpa) – La celebración estos días de la mayor cita hípica del mundo, el torneo CHIO en la ciudad alemana de Aachen, pondrá de manifiesto de nuevo la importancia que desempeña el mercado de caballos cuando Simone Blum se despida del suyo, Alice.

Muchas personas se preguntarán entonces por la cantidad de dinero que la jinete alemana, de 34 años, dejó de ganar por no haber vendido a la yegua con la que se convirtió en campeona del mundo en 2018. «No se venderá, pertenece a la familia», comentó al explicar su resistencia a hacer caja con ella.

Ya desde su primera aparición en el propio CHIO, hace seis años, las ofertas por Alice no dejaron de subir. Después de todo, Aachen no es solo la sede del mayor torneo hípico del mundo, sino también un gran mercado para los caballos. Uno no oficial, por supuesto.

Por regla general, los caballos no suelen pertenecer a los jinetes ni a sus familias. Es decir, que a menudo no tienen libertad de elección, como Simone Blum con Alice, sino que son sus propietarios deciden.

Los acuerdos sobre las modalidades de traspaso se hacen con cláusulas similares a las utilizadas en el mundo del fútbol. No se fijan necesariamente por escrito, sino que más a menudo se acuerdan con un apretón de manos.

El comercio de caballos es el motor del deporte hípico. El dinero no se gana tanto con las primas por victoria, aunque en Aachen se vayan a repartir en premios unos tres millones de euros (3,28 millones de dólares), sino que depende de las operaciones de venta de los propietarios, de la que los jinetes reciben una comisión.

Pese a ello, en más de una ocasión, la venta de un caballo suele ser dura. La alemana Laura Klaphake, por ejemplo, bronce por equipos en el Mundial de 2018 con Catch me if you can, tuvo que despedirse de él después de que su propietario, Paul Schockemöhle, decidiera venderlo. Antes, además, había hecho lo propio con otro caballo que montaba Klaphake, llamado Silverstone.

Desde entonces, ambos son montados por Anna Kellnerova, hija de la considerada como mujer más rica de la República Checa, Renáta Kellnerova, y que hasta ahora no ha tenido mucho éxito en el circuito hípico. El sueño de llegar a lo más alto con sus yeguas de gran talento no se ha hecho realidad.

«Hay mucha gente detrás de los buenos caballos», dice el seleccionador alemán, Otto Becker. «Estamos contentos si podemos mantenerlos en el país para el equipo nacional. Vender o no vender, siempre son decisiones difíciles», agrega.

Especialmente en los años previos a los Juegos Olímpicos, los precios suben. Cuánto suben los precios de venta sigue siendo un secreto comercial. Sin embargo, se sabe que los mejores caballos cuestan varios millones de euros.

«Es parecido al fútbol: los precios de los mejores caballos se disparan», explica Becker.

Por esa razón, los comerciantes de caballos también prestan especial atención a las competiciones júnior en Aachen. De ahí salen caballos de siete y ocho años, ya perfectamente entrenados y que están listos para dar el salto al gran deporte. Pero incluso entre esos ejemplares ya hay caballos que valen millones.

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