Karen Dwyer, Deakin University
La legendaria cantante estadounidense Tina Turner, que falleció el 24 de mayo de 2023 a los 83 años, escribió sobre su historial de hipertensión y enfermedad renal, que la llevó a someterse a un trasplante de riñón.
Hay que aplaudir a Turner por su voluntad de compartir su historial médico pocos meses antes de morir para dar a conocer la importancia de cuidar los riñones.
La familia de la cantante no ha confirmado cómo murió. Pero la franqueza de Tina Turner con su larga enfermedad es un recordatorio para que todos vigilemos nuestra presión arterial y la controlemos, si queremos evitar complicaciones.
¿Por qué se relacionan la hipertensión y la enfermedad renal?
Existe una relación bidireccional entre la tensión arterial y la enfermedad renal. Eso quiere decir que la hipertensión aumenta el riesgo de padecer una enfermedad renal pero también que, una vez que se padece una enfermedad renal, ésta favorece aún más la hipertensión. Es un círculo vicioso. Es más, en algunos casos, es difícil determinar cuál de los dos dolencias se produce antes.
La presión arterial descontrolada ejerce mucha presión sobre el riñón, lo que provoca cicatrices y daños. Si miráramos dentro del riñón, veríamos grandes zonas de cicatrización. Una vez que hay cicatrización, ese tejido no funciona correctamente y puede empezar a filtrar proteínas en la orina. Como resultado aumenta el riesgo de enfermedad renal progresiva, que puede desembocar en insuficiencia renal, cardiopatías y muerte prematura.
El propio riñón es esencial para mantener la presión arterial. Obviamente, los riñones mantienen el equilibrio de líquidos mediante la eliminación de orina, pero también desempeñan importantes funciones hormonales que son vitales para mantener la tensión arterial.
Así que, una vez que se padece una enfermedad renal, la presión arterial puede ser realmente difícil de controlar. Es como un martillo y un clavo, y el clavo es el riñón. Si tienes la tensión alta, el martillo golpe una y otra vez el clavo muy, muy fuerte.
Dos enfermedades clínicamente silenciosas
Tanto la hipertensión arterial como la enfermedad renal son lo que llamamos “clínicamente silenciosas”, por lo que muchas personas no se dan cuenta de que tienen problemas hasta que están muy avanzadas.
A menudo, una persona con hipertensión no presenta síntomas. En casos extremos, pueden aparecer dolores de cabeza o sensación de golpes en la cabeza. Pero el primer síntoma suele ser un ictus, un infarto de miocardio u otra complicación grave. Por eso lo inteligente es tomarse la tensión con regularidad.
En el caso de las enfermedades renales, se puede perder hasta el 90 % de la función renal antes de que aparezcan los primeros síntomas. Y cuando aparecen los síntomas, suelen ser muy vagos, y los achacamos al frío o a la edad. Normalmente hasta que la insuficiencia renal no llega, ni nos enteramos de que el riñón está fallando.
Por eso es aconsejable someterse a pruebas de detección de enfermedades renales si padecemos hipertensión arterial, diabetes, cardiopatías, exceso de peso abdominal, antecedentes de tabaquismo, lesión renal aguda o antecedentes familiares de enfermedad renal. Ese chequeo debería repetirse cada uno o dos años.
¿Cuáles son los tratamientos?
En los últimos cinco años, ha aparecido una serie de nuevos medicamentos que reducen la presión arterial y protegen el riñón. Desde hace unos 20 años, disponemos de una clase de fármacos denominada bloqueo del sistema renina-angiotensina (normalmente abreviado como bloqueo del SRA).
Pero más recientemente ha aparecido un nuevo grupo de medicamentos, llamados inhibidores de SGLT2, que realmente han cambiado el panorama de la enfermedad renal.
Se ha demostrado que todos ellos protegen el riñón, en lugar de limitarse a tratar los síntomas. Ralentizan la progresión de la enfermedad y han cambiado el paradigma sobre cómo preservar de este órgano.
Y es realmente crucial que tengamos muy presente los factores del estilo de vida que aumentan el riesgo.
¿Cómo se reduce el riesgo?
Para empezar, no fume. Ser fumador aumenta significativamente el riesgo de hipertensión arterial y enfermedad renal.
Además, siga una dieta rica en nutrientes, que incluya alimentos frescos e integrales de temporada y evite los alimentos ultraprocesados y el azúcar. Este enfoque le ayudará a controlar la tensión arterial y a proteger el riñón.
Y por supuesto, intente dormir bien, mantener un estilo de vida activo y controlar su estrés. Si tiene antecedentes familiares de enfermedad renal, entonces puede que le convenga hacerse un chequeo cuanto antes.
La insuficiencia renal es cada vez más frecuente
El número de personas con insuficiencia renal está aumentando drásticamente. Según el Gobierno australiano, entre 2000 y 2020 el número de personas que reciben terapia renal sustitutiva en ese país (ya sea en diálisis o con un trasplante) ha pasado de 11 700 a 27 700. En España, unas 35 000 personas se someten a diálisis, y en América Latina la insuficiencia renal es un serio problema de saludimportante.
Aunque un trasplante de riñón mejora la calidad de vida y puede prolongar la vida de una persona, es importante recordar que la hipertensión arterial puede persistir y que, a menudo, requiere un tratamiento continuo.
Karen Dwyer, Professor, School of Medicine, Deakin University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.