Por Francoise Hauser (dpa)
La ciudad rumana de Sulina fue en su momento una ciudad cosmopolita, pero hoy parece haberse caído literalmente del mapa. Entre el delta del Danubio y el mar Negro, combina un esplendor en decadencia y grandes dosis de historia.
Esta pequeña localidad rumana se encuentra silenciosa, en medio del delta del río. Solamente el enorme palacio frente al embarcadero, la catedral ortodoxa con sus torres y las magníficas residencias no encajan tan bien en la imagen.
Todos los visitantes llegan por vía acuática, porque no hay una sola calle que conduzca a Sulina. Y, cuando la ven, no dan crédito a sus ojos. ¿Cómo hace una localidad semejante para estar en lo que se percibe como los confines de Europa?
La navegación en bote desde Tulcea demora tres horas y no hay un camino alternativo. Como primera vista panorámica tras la llegada, bien vale la pena una visita al viejo faro del año 1869: hacia un lado, el verde salvaje hasta el horizonte, por el otro, el mar Negro.
A los pies del visitante, aparecen las seis calles de Sulina, con sus intersecciones. Solamente tres se encuentran asfaltadas. Y entremedio se ven una y otra vez grandes residencias, pero también algunas construcciones prefabricadas.
De aldea de pescadores a metrópoli europea y viceversa
No es muy difícil sospechar que la localidad contó con tiempos mejores: durante aproximadamente 100 años, Sulina fue una ciudad verdaderamente cosmopolita.
Este pequeño pueblo de pescadores fue elegido en 1856 sede de la Comisión Europea del Danubio, que debía garantizar la libre navegación por el segundo río más grande de Europa.
En el lapso de pocos años, no solo se instalaron aquí varios consulados, sino que el puerto franco también recibió gran afluencia de todo el mundo.
Varios miles de griegos, rumanos, rusos, armenios, turcos, austríacos, húngaros, albaneses, alemanes, italianos, búlgaros y ciudadanos de otros países vivieron en Sulina. Se llegaron a contabilizar 150 negocios y 70 empresas. «Europa en miniatura», se le decía.
Sin estrés, más allá del ajetreo del mundo
Actualmente todavía se encuentran en Sulina oficialmente unas 3.000 personas, aunque cada año esta cifra se va reduciendo paulatinamente. Sin embargo, también hay personas que se sienten atraídas por la localidad. Por ejemplo, es el caso de Valentin Lavric.
Este hombre de 53 años procede de una aldea de montaña transilvánica y hace unos 20 años se decidió a partir rumbo a Sulina.
«Conocía el delta del Danubio todavía de mi juventud, de una visita con los pioneros comunistas. Y la vida aquí es mucho menos estresante, menos agitada, el tiempo parece transcurrir con mayor lentitud en Sulina», asevera Lavric. Por lo tanto, jamás se arrepintió de haber tomado esa decisión.
Desde entonces, además de dictar clases de literatura rumana en el colegio secundario local, recorre regularmente la naturaleza y se dedica a la historia casi olvidada de la ciudad.
Lavric tiene un consejo para dar: «La Sulina multicultural se descubre de la mejor forma en el cementerio». El camino hacia allí atraviesa pistas de arena, a la vez que también se cruza un pequeño puerto con botes de pescadores.
En una lápida puede leerse: «En memoria del capitán David Beard, ahogado en Sulina el 24 de abril de 1876». Y, un poco más allá, también descansan marinos italianos, alemanes y franceses.
El cementerio turco puede ser reconocido porque todas las lápidas llevan un fez. En la pequeña morgue se encuentra un carruaje fúnebre negro de madera, que alguna vez fue desenganchado y olvidado, como una reliquia de una película de Drácula y al mismo tiempo representativo del destino corrido por Sulina.
El declive de la localidad se inició con la Segunda Guerra Mundial. La Comisión Europea del Danubio fue disuelta y Sulina, olvidada.
No hay que perder las esperanzas
Bajo el dictador comunista Nicolae Ceausescu, Sulina pareció salir otra vez brevemente de su deterioro. La ciudad iba a ser convertida en un puerto industrial. Así surgió un astillero y la fábrica de conservas de pescado.
También se fundó una cooperativa de pesca, pero tras la revolución de 1989 esta fue nuevamente cerrada y disuelta. De esta manera, cientos de familias perdieron sus medios de vida.
¿Y cuál es actualmente la situación de Sulina? «Actualmente cada año se producen entre 10 y 15 nacimientos, pero también entre 70 y 90 fallecimientos», refiere Lavric.
«En Sulina prácticamente no hay trabajo», añade. La mayor esperanza de la localidad es el turismo. Porque desde Sulina puede continuarse descubriendo la flora y fauna únicas del delta del Danubio.
Valentin Lavric se muestra convencido de que Sulina tiene futuro. En definitiva, la Comisión del Danubio transformó prácticamente de la noche a la mañana a esta aldea de pescadores y piratas en una ciudad cosmopolita.
Y, por lo tanto… ¿quién es capaz de asegurar que esto no puede volver a ocurrir?
Cómo llegar: de Bucarest a Tulcea, en seis o siete horas, por ejemplo en coche de alquiler o en traslado especial con Kirvad Tour. Desde allí, se continúa en barco con la empresa estatal Navrom. Precios y horarios de salida en línea: www.navromdelta.ro/en/home/.
dpa