SpaceX, Wall Street y el precio de colonizar el futuro

¿Una OPI de 1,5 trillones?

Una OPI (Oferta Pública Inicial) rs el proceso mediante el cual una empresa privada pasa a ser una empresa pública, es decir, empieza a vender sus acciones al público por primera vez en la bolsa de valores en Estados Unidos (Wall Street).

SpaceX
Foto: SpaceX

Que SpaceX esté considerando una salida a bolsa ya no sorprende. Lo verdaderamente disruptivo es la cifra que empieza a circular en los mercados financieros: una valoración cercana a los 1,5 trillones de dólares. No se trata de un anuncio oficial, sino de proyecciones filtradas desde bancos de inversión y medios especializados. Aun así, el solo hecho de que se discuta seriamente ese número obliga a una pregunta incómoda: ¿qué se está valorando exactamente cuando se habla de SpaceX?

Una OPI de 1,5 trillones colocaría a SpaceX por encima de la mayoría de las grandes tecnológicas del planeta y convertiría su salida a bolsa en la más grande de la historia, superando incluso el récord de Saudi Aramco. No sería simplemente otra empresa tecnológica debutando en Wall Street, sino la financiarización definitiva del espacio.

Sin embargo, esa valoración no se explica por los ingresos actuales de SpaceX. Aunque la empresa ya factura decenas de miles de millones anuales, especialmente gracias a lanzamientos comerciales y contratos gubernamentales, el grueso de ese valor no está en el presente, sino en el futuro que los mercados están dispuestos a comprar.

Starlink: el verdadero motor

En el centro de esta valoración está Starlink, la constelación de satélites de internet global. A diferencia de los cohetes —espectaculares pero limitados en volumen— Starlink promete algo que Wall Street entiende muy bien: ingresos recurrentes, escalables y globales.

Para los inversionistas, Starlink no es solo internet satelital: es infraestructura crítica del siglo XXI. Conectividad en zonas rurales, respaldo para redes nacionales, uso militar, marítimo y aeronáutico. En otras palabras, un negocio más parecido a una mezcla entre telecomunicaciones y energía que a la industria aeroespacial tradicional.

Por eso, no es casual que el escenario más creíble no sea una IPO de SpaceX completa, sino una salida a bolsa separada de Starlink, dejando el núcleo espacial —Starship, Marte, exploración profunda— todavía en manos privadas.

Aquí aparece la gran contradicción. SpaceX ha prosperado precisamente porque no rinde cuentas trimestrales. Su cultura se basa en el ensayo y error, en explosiones controladas, en proyectos que fracasan varias veces antes de funcionar. Ese modelo choca frontalmente con la lógica bursátil, donde cada fallo se traduce en titulares, demandas y desplomes de acciones.

El propio Elon Musk lo ha vivido con Tesla: presión constante, investigaciones regulatorias, guerras con analistas. Una SpaceX cotizando en bolsa tendría menos margen para asumir riesgos extremos, justo el combustible que la ha llevado hasta donde está.

¿Qué se compra realmente en una OPI de SpaceX?

Quien invierta en una hipotética OPI de 1,5 trillones no estaría comprando cohetes, ni siquiera satélites. Estaría comprando una narrativa: la idea de que el espacio dejará de ser frontera científica para convertirse en territorio económico central.

Es una apuesta a largo plazo, casi civilizatoria. Una valoración basada en la expectativa de que:

  • El acceso al espacio será barato y rutinario.
  • La órbita terrestre será un espacio comercial saturado.
  • Marte, aunque no rentable mañana, será estratégicamente inevitable.

El riesgo de la mitología

El peligro de una cifra tan descomunal es que confunde visión con certeza. SpaceX ha demostrado una capacidad técnica extraordinaria, pero el mercado espacial sigue siendo frágil, altamente regulado y dependiente de decisiones políticas. Una valoración de 1,5 trillones implica asumir que casi todo saldrá bien durante décadas.

Y la historia económica demuestra que los mercados suelen pagar caro cuando confunden futuro posible con futuro garantizado.

Una OPI de SpaceX —o de Starlink— con una valoración cercana a los 1,5 trillones no sería solo un evento financiero. Sería un punto de inflexión histórico: el momento en que la exploración espacial deja de ser una aventura científica para convertirse plenamente en un activo financiero.

La gran pregunta no es si Wall Street está listo para SpaceX. La pregunta es si SpaceX puede sobrevivir a Wall Street sin dejar de ser SpaceX. Porque colonizar Marte es difícil. Pero hacerlo bajo la mirada de los mercados, trimestre a trimestre, puede ser todavía más peligroso.

Contenido IA, revisado por CRM

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