Guadi Calvo
En un Medio Oriente abandonado por el mundo en manos del régimen sionista, al que solo le resta escriturar los territorios usurpados tras la brutal embestida que inició el ocho de octubre del 2023.
Los ya más de dieciocho meses de ataques continuos contra población civil, que aniquilaron de los últimos dos enclaves palestinos: Gaza y Cisjordania, y la vida de más de doscientos mil gazatíes y cisjordanos, al mismo tiempo que invadía Líbano, desarticulando la resistencia, después de haber logrado infiltrarla tras largos años de un espionaje constante, quebrando voluntades con torturas, extorsión o millones de dólares.
Finalmente, le permitió concentra sus últimos esfuerzos para derrocar el gobierno del presidente Bashar al-Assad, después de catorce años de guerra y devastación junto a la OTAN, los Estados Unidos, las monarquías del Golfo y Turquía, junto a la invasión de entre doscientos cincuenta mil y trescientos muyahidines, arriados desde todos las cloacas del mundo musulmán al ritmo de miles de millones de dólares aportados por Arabia Saudita y fundamentalmente por Qatar, al punto tal, de que para salvar la corona, el emir qatari, el jeque Hamad bin Khalifa al-Thani, debió abdicar a favor de su hijo Tamim bin Hamad al-Thani, en junio de 2013, recién consiguieron derrocar al presidente, al-Assad, en diciembre pasado.
La entente anti Siria, ha puesto en el poder a un hombre de paja, al agente sionista, Ahmed Hussein al-Sharaa, también conocido en sus años de muyahidín, como Abu Mohammed al-Golani. (Ver: Siria: El terrorista domesticado), quien ha recibido armas, logística, información y una paga de setenta y cinco dólares mensuales para cada “luchador de la libertad” por parte de Tel Aviv. Como lo declaró en diciembre de 2019, poco antes de su retiro, el propio jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, el general Gadi Eisenkot, quién, en enero del 2024, desenmascaró en público, el triunfalismo del Primer Ministro Benjamín Netanyahu, que ocultaba la verdadera situación de sus fuerzas en Gaza, que sufrían la ardiente resistencia palestina.
En vista de la crítica situación de seguridad en Siria, e intentando evitar que los militares que aún continúan leales al presidente al-Asad puedan rearmarse e iniciar una nueva guerra civil en Siria, tal como sucedió en Irak, tras la caída de Hassan Hussein el otrora yihadista y hoy el moderado amigo de Occidente, el ex takfiristas, Ahmed al-Sharaa, continua con la aniquilación de cualquier forma de resistencia.
Las viejas bandas terroristas de Hayat Tahrir al-Sham o HTS (Comité de Liberación del Levante), reconvertidas en comandos del nuevo “Ministerio de Defensa y del Interior”, desde su entrada a Damasco el pasado siete de diciembre, ya ejecutó sumariamente a unas cuatro mil personas, en su mayoría de la minoría alauita, que representa solo el diez por ciento de los veinticuatro millones de sirios y a la que pertenece la familia al-Assad.
De esos cuatro mil muertos, más de 1.200, fueron asesinados desde el pasado jueves seis de marzo, más allá de que es un número aleatorio, ya que la cacería y matanzas de opositores en la ciudad de Latakia no se ha detenido.
Son muchísimas las denuncias, incluso recibidas por la prensa occidental, que hablan de centenares de familias completas de origen alauita que fueron literalmente ejecutadas dentro de sus propios hogares.
Las denuncian señalan que de manera constante aparece cuerpos con señales de tortura y ejecutados con armas de fuego en rutas, calles y baldíos. A los que los sicarios de al-Sharaa, están dejando pudrir a la intemperie, impidiendo que familiares de desaparecidos pueda acceder a ellos, identificarlos y darles entierro. Mientras que son constantes las denuncias de saqueos de sus propiedades y bienes por parte de los ex yihadistas, que parecen haber tomado por saco a todo el país.
El recrudecimiento de la escalada represiva del pasado jueves, particularmente en la ciudad puerto de Latakia, se produjo tras el ataque una incipiente resistencia conformada por ex militares ejército del presidente al-Assad, que emboscaron las fuerzas de seguridad en Jableh, en la provincia de Latakia, que les produjo cerca de ciento cincuenta muertos, lo que habría desencadenado una ola de venganza contra la minoría alauita.
“Como si estuviera coordinado”, rápidamente miles de milicianos del gobierno llegaron al lugar desde todo el país, iniciando más operaciones de persecución, produciendo docenas de nuevas ejecuciones.
Además de estos últimos muertos, se conoce que son numerosos los heridos, desaparecidos y detenidos, por lo que muchos ciudadanos, aterrorizados por los esbirros de al-Sharaa, han escapado a las montañas y a los bosques, abandonándolo todo, mientras sus propiedades son rigurosamente saqueadas.
Tras estos sucesos, el ex terrorista y actual presidente de la transición de Siria, Ahmed al-Sharaa, dijo que, los hechos están dentro de los desafíos previstos y reiteró “que hay que preservar la unidad nacional y la paz interna”.
Más allá que de sus dichos, su manera de gobernar el país, recuerda el tiempo, que tras la toma de la ciudad de Ibdib, estableció la sharia y la represión de cualquier disidencia, las detenciones arbitrarias, las ejecuciones sumarias y un profuso sistema de seguridad a cargo de la policía religiosa perseguía y castigaba a cualquiera que faltase alguna de las normas. En ese contexto, docenas de periodistas, activistas sociales y líderes locales, que se atrevieron a cuestionar la voluntad del emir al-Golani (al-Sharaa) fueron detenidos, torturados o desaparecidos.
La agencia de Seguridad General, en estos días, ha impedido que organizaciones de defensa de los derechos humanos extranjeras, pudieran ingresar a la ciudad de Demsarkho, en la provincia de Latakia, donde la represión está desatada sin ningún tipo de control.
Los crímenes de al-Sharaa obligaron que el mismo día domingo Estados Unidos y Rusia pidieran al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que se reúna a puertas cerradas el lunes para analizar la situación. En este punto es bueno señalar que las Naciones Unidas, entre otras entidades internacionales, es responsable fundamental de que Siria, esté viviendo esta realidad.
En el momento en que todavía se seguía con la matanza de centenares de civiles, el gobierno anunciaba el acuerdo con las Fuerzas de Defensa Sirias (FDS) lideradas por los kurdos, que se integraran al gobierno.
Hacia una nueva guerra civil
Se conoce que, en el contexto de persecución y muerte, desatado por el gobierno de al-Sharaa, ciento de ex militares, que pertenecieron al Ejército Árabe Sirio (EAS), que han escapado a las montañas se están rearmando para combatir, conociendo la violencia con que operan, no esperan, más que luchar por sus vidas, en una pelea totalmente asimétrica, ya que los recursos con que cuenta son escasos y si apenas puedan recibir apoyo de los grupos sobrevivientes del Hezbollah libanés. Mientras que las milicias gubernamentales cuentan con el apoyo total de Israel, para quien es vital arrasan con cualquier, posibilidad del surgimiento de una fuerza pro al-Assad.
El intento de aplastar cualquier foco de resistencia a los ex yihadistas, que la inteligencia del régimen proisraelí, que se cree se va a producir pronto, mientras sectores alauitas se han unido al Consejo Militar para la Liberación de Siria, otros grupos étnicos religiosos como kurdos, drusos, chiitas y sunitas no fundamentalistas para armar un frente de resistencia a la ocupación sionista, que apunta a exterminar de manera total, una nación milenaria como es Siria.
Vecinos han denunciado que en las recientes matanzas han participado milicianos chechenos, quienes además de asesinar civiles, saquearon propiedades tanto de los muertos, como muchos que sobrevivieron, por no ser alauitas, que sufrieron amenazas de incendiarles sus casas, si no le entregaban oro y dinero.
En este punto es bueno recordar que de los cientos de miles de terroristas que llegaron a Siria a partir de 2011, los contingentes provenientes de país de Asia Central y el Cáucaso y el mar Caspio.
La violencia de la represión responde a que, desde enero, en diferentes lugares del país se han comenzado a estructurar distintos grupos de muqawama (resistencia) algunos pro al-Assad, y e incluso otros que han sido opositores a su gobierno, pero sí los une, la negativa a aceptar la presencia sionista en su país. Si bien todo es demasiado reciente, se ha conocido qué grupos como el Frente de Resistencia Islámica en Siria-Poseedores de Poder (Uli al-Baas, o UAB)
Apenas a diez días de la caída del gobierno de Bashir al-Assad, el Partido Social Nacionalista Sirio (SSNP) lanzó un llamamiento para la creación de un frente para liberar el sur de Siria de la “agresión judía” y trabajar para liberar el resto de los territorios ocupados en Siria. El SSNP, dice estar activo en Siria y en el Líbano, con vínculos con el histórico Partido Baath de la familia al-Assad y núcleos del Hezbollah.
Otra de las organizaciones que se están conformando es el Jabhat al-Muqawama al-Islamiya fi Suria-Uli al-Baaes, o UAB (Frente de la Resistencia Islámica en Siria/ Los más fuertes).
En febrero también surgió otro grupo denominado Liwa Dir al-Saḥel (Brigada Escudo Costero), dirigido por un oficial del Ejército Árabe Sirio, leal al presidente al-Assad, que anunció si coordinación con el Frente de Resistencia Islámica-Uli al-Baas en la región sur. Una tercera organización conocida como Quwwat Ashbah Rouh al-Muqawama (los Fantasmas del Espíritu de las Fuerzas de Resistencia) en el este del país también ha anunciado, la plena cooperación y coordinación en la lucha contra las organizaciones terroristas takfiríes [apóstatas] y el gobierno de facto en Damasco hasta que se logre la victoria de la República Árabe Siria.
El seis de marzo, cuando se iniciaba las matanzas de alauitas en Latakia, UAB, realizó su primera declaración anunciando una operación conjunta contra la resistencia de Latakia, afirmando que lanzó una serie de ataques, contra las fuerzas israelíes en la ciudad de Quneitra en el suroeste sirio en un valle de los Altos del Golán. Lo que muestra que hasta ahora el síndrome de Irak, no está siendo contenido.
Línea Internacional