Por Cordula Dieckmann (dpa)

Múnich, 11 jun (dpa) – El rol de Estados Unidos como faro cultural parece estar desdibujándose, sobre todo en la era de Donald Trump, lo que según Florian Illies, autor de «1913. Un año hace 100 años», podría representar una oportunidad para Europa.
«El espíritu del mundo (Weltgeist) se asentó en Estados Unidos, y desde allí el viento del oeste sopló en nuestra dirección todas las bendiciones y distorsiones del capitalismo», escribió el autor alemán en el periódico «Die Zeit».
Pero las cosas cambiaron. «Ahora que la locura se ha instalado en Washington durante cuatro años, por fin ha llegado el momento propicio para que Europa vuelva a tratar de encarnar el espíritu del mundo», señaló.
Durante décadas, Estados Unidos fue visto como la tierra de la libertad y las posibilidades ilimitadas. Todo lo que venía de allí era considerado automáticamente moderno. Coca-Cola, hamburguesas, chicles y batidos, jeans, música pop y rock, hip-hop, arte, literatura y, por supuesto, películas y series. Pero desde que el presidente estadounidense Donald Trump llegó al poder, mucha gente ya no considera a Estados Unidos un modelo cultural a seguir y el país ha perdido parte de su atractivo.
El papel de la Segunda Guerra
Y eso que las cosas fueron bien durante mucho tiempo. Junto con los demás aliados, Estados Unidos liberó a Alemania del nacionalsocialismo en 1945. Incluso hoy, las personas mayores recuerdan el primer chicle que recibieron de los soldados estadounidenses cuando eran niños.
Mientras que Estados Unidos impulsaba una actitud relajada ante la vida y la cultura pop, Europa ofrecía raíces históricas a los estadounidenses, cuyos antepasados habían emigrado alguna vez de Europa.
El Viejo Continente se convirtió en una especie de «Disneylandia de las tradiciones»: relojes de cucú, romanticismo del Rin, salchicas alemanas y Oktoberfest. Y dio forma a la alta cultura, en Alemania incluso con financiación cultural estatal.
Sin embargo, estas relaciones históricas están perdiendo importancia, según opinó Meike Zwingenberger, directora de la Amerikahaus (Casa de Estados Unidos) de Múnich. Según dijo, gran parte de los residentes en Estados Unidos proceden ahora de América Latina o Asia. La imagen que tiene Estados Unidos de sí mismo es distinta, más orientada a una nación del Pacífico.
«Desde nuestra perspectiva europea, seguimos colocando el área transatlántica en el centro de nuestra atención», señaló. Y añadió que la relación se ha dado por sentada durante mucho tiempo y ahora hay que encontrar un nuevo papel con Europa.
Una nueva identidad
Uno de los símbolos de Estads Unidos fue desde siempre la Coca-Cola, que sigue poblando los estantes de los supermercados alemanes. Las botellas con la etiqueta roja y blanca representaron parte del espíritu estadounidense durante décadas, sobre el que el artista pop Andy Warhol dijo en 1975: «Lo grandioso de este país es la tradición que Estados Unidos ha establecido por la cual los consumidores más ricos compran realmente lo mismo que los más pobres». Desde el presidente de Estados Unidos y los famosos hasta los ciudadanos de a pie, todos podían tomar una Coca-Cola.
Aunque la bebida sigue dominando el mercado de los refrescos, las alternativas alemanas como Spezi o Fritz-Kola están ganando terreno, sobre todo entre los consumidores más jóvenes interesados por el medio ambiente. Según la Asociación Federal del Comercio Alemán de Bebidas, Coca-Cola mantiene su liderazgo en el mercado, pero las marcas de nicho están ganando una clientela fiel, en línea con la tendencia a que la autenticidad y la identidad local sean cada vez más importantes.
¿Y el cine? Hollywood y los premios Oscar fueron siempre una combinación legendaria. Pero la fábrica de sueños ha perdido parte de su halo. Es más barato rodar películas en otros lugares y, en Europa, las subvenciones estatales atraen a los creadores. El director de culto estadounidense Wes Anderson, por ejemplo, rodó su nueva película, «The Phoenician Masterstroke», en el estudio cinematográfico Babelsberg de Potsdam.
El cambio de viento en la política
La política también desempeña un papel. Durante el Festival de Cannes, los cineastas de Estados Unidos denunciaron un clima de miedo e incertidumbre, también ante la intención de Trump de imponer aranceles a las películas realizadas en el extranjero.
La situación es más equilibrada entre los proveedores de streaming. Según Netflix, por ejemplo, alrededor de un tercio de sus producciones proceden de Estados Unidos, un tercio de Europa y un tercio del resto del mundo.
«Más del 70 % de nuestros miembros viven ahora fuera de Estados Unidos», afirma la plataforma, que llega a más de 300 millones de hogares en todo el mundo. El objetivo es inspirar al público con historias locales y auténticas. Netflix cita como ejemplos «El juego del calamar», de Corea del Sur, la serie sobre la corona británica «The Crown», del Reino Unido, y «Exterritorial», la película alemana más exitosa en Netflix hasta la fecha.